jueves, 18 de julio de 2019

CONSOLIDACIÓN DE LA VICARÍA DE VALENCIA: 1637-1803


            CONSOLIDACIÓN DE LA VICARÍA DE VALENCIA: 1637-1803

Casa antigua en Valencia, Venezuela (Fuente: Diario Notitarde)

I

      Con la fundación de la población de Santiago de León de Caracas (1568), se van a suscitar nuevos cambios en la configuración de la Iglesia venezolana. Con la promulgación de la Real Cédula del 20 de junio de 1637, se trasladaba oficialmente la Sede Episcopal de Santa Ana de Coro a la ciudad de Caracas, aunque desde 1584, con el Obispo Juan Martínez de Manzanillo, los obispos ya habían fijado su residencia en dicha ciudad, como habían hecho los Gobernadores de la provincia. Por ser tan extensa la jurisdicción del obispado, los obispos se valen de las vicarías para una mejor asistencia espiritual de los fieles. En cada parroquia principal de las ciudades se consolida la creación de la vicaría. Esto significaba también la erección del Tribunal Eclesiástico.

     La creación de dicho tribunal en Valencia fue tardía, pues en 1647, en la Iglesia parroquial encontramos seis sacerdotes sin oficios, es decir que aún no eran miembros del tribunal, como consta en las Actas del Cabildo de la Nueva Valencia del Rey, había dos curas propios, los licenciados Diego Guerrero de Torres y Gaspar Gutiérrez de Sotomayor; dos clérigos patrimoniales, los licenciados Juan Marín Graniso y Reymundo Gonzáles; un mayordomo, Jhoan Carrillo de los Reyes, y el teniente cura y sacristán mayor, Jerónimo Balera (Tomo I, 1970: 19). Aunque en un principio uno de los curas propios ejercía el cargo de Vicario, y luego como Juez Eclesiástico.

      En la ciudad de la Nueva Valencia, la mayoría de las familias españolas o castas superiores tenían las famosas encomiendas, donde se aseguraba el servicio de los naturales o aborígenes, la explotación de las minas o trabajos agrícolas y ganaderos. Todos estos aborígenes eran traídos de otras partes del interior del país. Es posible que para estas fechas existieran más de 30 encomiendas, en comparación con la que existían según los informes del obispo Agreda, que había 5 encomenderos

    A pesar de esta nueva situación eclesial, en la Iglesia venezolana reina la pobreza. Es interesante detenerse en algunos datos que nos proporcionan las Actas del Cabildo Eclesiástico de Caracas, ya mencionada anteriormente. En cuanto a la pobreza del obispado, el 3 de diciembre de 1580, se describía la situación que atravesaba: “por la pobreza y penuria de las pocas rentas de la Iglesia y de la mesa capitular y que por ella no se podían sustentar sin los curatos, y esto con mucha pobreza y miseria…” (Pérez Vila, 1963: 2). El año siguiente, el 9 de junio, se acordó escribir una carta al rey poniendo presente la gran pobreza de la Iglesia, y pidiendo a Su Majestad una limosna (Ib., p. 3). El 7 junio de 1583, esta pobreza se verificaba en la fábrica del templo “expresándose el gran riesgo en que estaba el Santísimo Sacramento, por ser la Iglesia hecha de pajas…”(Ib., p. 8).

     A lo largo de los años, la Diócesis de Coro, y ahora en la sede de Caracas, vivió una pobreza extrema. El 8 de octubre de 1607, quedó plasmado en el Acta lo siguiente: 

(…) atendiéndose a que no se podía proceder a la erección de seminario conforme al santo Concilio de Trento por la mucha pobreza del obispado, poco valor de los diezmos, y escasez de beneficios, se dispuso que se criase un preceptor de gramática para que leyese a los pobres estudiantes y ministros de la Santa Iglesia catedral, señalándose de renta 200 pesos de oro en cada año, y concediéndole habitación en las casas episcopales y que los dichos 200 pesos se contribuyesen de este modo: 100 por los veinte curas que había en diez pueblos de españoles[1] a cinco peso cada uno: 44 y tomines (sic) la caja del Rey por el servicio de la sacristía de la catedral: el señor obispo en sus rentas 16 pesos: la fábrica otros 16, y la mesa capitular 24 pesos (Pérez Vila, 1963: 46-47).

      Además de la pobreza en los inicios de la Iglesia en el territorio que hoy conforma la República de Venezuela[2], que se extenderá por todas las provincias, hay que sumar los saqueos de los corsarios que sufrieron las parroquias del obispado, y la parroquia de Valencia no escapó de esta realidad, como veremos más adelante. En las actas encontramos varias noticias:

En 22 de mayo (1618), habiéndose recibido una carta del Illmo. Sor Obispo, en que avisa al Cabildo que una armada de piratas iba a aquellas costas, a fin de que asegurarse la plata, alhajas y ornamentos de la Iglesia: se mandó al mayordomo que aprontase lo necesario para sacarlos fuera de la ciudad, y ponerlo todo en lugar seguro, llevando los negro y negras de la Iglesia, y cuidando de su custodia (p. 68).

1659: En 4 de septiembre, habiéndose tenido noticia de la extrema necesidad en que se hallaba la Iglesia parroquial de Coro con motivo de que cuatro meses antes entró a aquella ciudad y la saqueó, robó y quemó y en particular la dicha Iglesia; se acordó que un Sagrario que estaba concertado en la Iglesia traído de Nueva España se remitiese a Coro a costa de la catedral, para que pudiesen colocar el Santísimo Sacramento y que se hiciese justificación del caso para ocurrir al Rey (p.127).

1677: En 6 de febrero, por el temor que había de invasión a esta ciudad (Caracas) por los enemigos franceses, se mandaron hacer prevenciones para sacar la plata y ornamentos de la Iglesia (p.161).

En 19 (mayo de 1684) atenta la necesidad en que quedó la Iglesia de Trujillo por haberla saqueada el enemigo francés; se le dieron de la Catedral dos ornamentos cumplidos el uno morado y el otro blanco y un paño de púlpito (p.180).

     Todas estas situaciones de saqueos y robos, agravaban más la pobreza de los pueblos que se venían levantando con mucho sacrificio alrededor de los templos parroquiales. A finales del siglo XVII, según el estudio realizado por la historiadora Emilia Troconis de Veracoechea (2002), “en todas las provincias la situación económica era caótica” (p. 37). En cualquier caso, podemos considerar que el siglo XVII fue el inicio de la estabilización demográfica. Según Rodríguez Souquet (2003), es el período de la estabilidad por varios factores:

En este marco encontramos la acción decidida de fray Gonzalo de Angulo y del gobernador Francisco de la Hoz Barrio tanto en la defensa de los naturales como en la fundación de nuevos pueblos que contuvieron el rápido proceso de disminución de los indígenas. Por otra parte, el mestizaje había comenzado y el amor o la lujuria se encargarían de unir las razas en el crisol del lecho que se haría fecundo para continuar el proyecto poblacional venezolano (N° 24, 9).

       La historiadora Galíndez (1984) menciona que desde 1640 la Cédula Real concedió a la Iglesia Valenciana, merced del vino y aceite para celebrar y alumbrar el Santísimo Sacramento” (p.11). Con relación a esta Cédula Real, en las Actas del Cabildo podemos leer: que “Jhoan Carrillo de los Reyes, bezino desta ciudad y majordomo de la santa yglecia parroquial della...” solicitaba su cumplimiento en diligencia efectuada en 1640. Reclamaba que “den cada un año bino a la santa iglecia y a su majordomo quinse botijuelas de aseite para alumbrar el santisimo sacramento y botija y media de bino para cada saserdote que dizere misa para selebrarla que... se deben dar dies botijas de bino no menos de lo cual”. La fecha de esta Cédula Real “del rey nuestro señor, firmada de su real mano”, es “diez y nuebe de henero de mill y seiscientos y cuarenta años” (Tomo I, 1977: 4-6). Más adelante, en el año 1646, encontramos que la Iglesia parroquial no tenía para comprar vino y aceite: “(…) padecido necesidad la dicha santa yglesia, por ser pobre y no tener con que poderlo comprar…” (Ib., 15).

       En cuanto a los límites territorial de la Iglesia parroquial de Valencia, encontramos que a finales del siglo XVII, en un informe con fecha 14 de octubre de 1690, realizado por el obispo Baños y Sotomayor (1683-1706), sobre “Curatos y doctrinas de la ciudad de Sanctiago de Leon de Caracas y su Diócesis, que todas se proveen por el Real Patronato. Caracas”, la jurisdicción eclesiástica de Valencia comprendía: «Dos curatos en la Iglesia Parroquial en que hay dos curas, y Sacristán Mayor». Y en doctrinas: «Una en el pueblo de Nuestra señora de Candelaria de Turmero que sirve Clerigo. Otra en los pueblos de los Guayos, Don Diego, y Guacara que sirve clerigo».

     Por otra parte, encontramos un informe sobre “Capellanías de las Haziendas de la Juridisdizion de Caracas y su diócesis que se sirven con esclavos a quien se administran sacramentos”; y en la jurisdicción Valencia localizamos las siguientes capellanías, en los: «Valle de Mariara, Agua Caliente, Valle de Ocumare, Valle de Patanemo, Valle de San Esteban, Valle de Borburata, Valle de Guayguaza, Valle de Moron, Valle de Urama» (AGI., Real Audiencia de Santo Domingo, Legajo 197). Es importante tener en cuenta esta extensión territorial de la jurisdicción eclesiástica Valencia, puesto que estos límites expresan el inmenso campo pastoral que tenía que atender el cura vicario y juez eclesiástico de la Iglesia parroquial de Valencia.

     La Iglesia parroquial de la Nueva Valencia, como el resto de la provincia de Venezuela, padece la extrema pobreza material. Tenemos el caso del cura doctrinero de los valles de Guacara y Los Guayos, don Pedro Galindo de Aillón, que describía la situación que vivían los naturales en el valle de Yagua, pertenecientes a la encomienda del capitán Joseph Vásquez de Rojas:

…poblados en el valle de Yagua, y sin iglesia en que asistirles; esta encomienda fue considerable, y por los malos tratos de los encomenderos, irán migraciones a la costa de la mar; se hayan hoy en estado de acabarse pues los varones no pasan de veinte y estos la mitad huidos, con que por su tenicidad parece no tener fuerzas bastantes para fabricar iglesia, y cosa mia, con los más adorantes soy de parecer no hay inconveniente para agregarlos a esta de Guacara, como también no le hay en que todos estos pueblos se uniesen, antes resultará en servicio de Dios.…(AAV: A45,C26, D1).

      Este texto pertenece a una carta enviada al Arcediano de la Iglesia Catedral de Caracas, comisario del Santo Oficio de la Inquisición del Puerto de La Guaira, Juez Provisor y Vicario General del obispado, don Miguel Núñez y Guzmán, con fecha 6 de diciembre de 1673. Se presenta la preocupación de la Iglesia por la defensa y dignidad de los naturales. Asimismo el deseo de unir a la población para construir una sola comunidad con su templo como signo visible de la evangelización.
   También podemos citar la carta de Fray Pablo de Oribuela, Sacerdote Capuchino, dirigida al rey, con fecha 22 de mayo de 1687, donde manifiesta la misma situación de los naturales en las encomiendas:

(…) no sin gran dolor, señor, de dar cuenta cómo hemos hallado a los miserables indios de esta provincia, especialmente las encomiendas de la juridicción de Valencia, la de Barquisimeto, la del Tocuyo y la de Trujillo, que son tantas las opresiones, tiranías y malos tratamientos, que pueden envidiar los indios la vida de los negros esclavos, por cuya razón son muchos lo que se esconden y perecen sin sacramentos… siendo muchos los que vimos y tocamos, ya las manos, ya los brazos, molidos en los ingenios de azúcar, sin que nada baste para que tengan remedio estos pobres… (…). (Carrocera, Tomo I, 1972: 410).

    Otro caso, donde la Iglesia manifiesta su preocupación por los más pobres, es la solicitud que hacía el Cura Capellán de los “valles de Patanemo y Borburata y de los negros”, Pbro. Tristán Muñoz de Ledezma, al obispado para construir una Iglesia, con fecha 22 de abril de 1670; las razones que exponían eran las siguientes:

(…) Valle de Patanemo, costa de la mar abajo…valle está poblado de haciendas de cacao y está fundada una Iglesia de muchos años… y por estar la mayor parte de las dichas haciendas fundadas en la otra parte del río que en tiempo de invierno es muy caudaloso y los pantanos que a las orillas se forman, es causa de los vecinos no asistan a misa los días de fiesta, ni el dicho capellán pueda acudir paraadministar los Stos. Sacramentos y la dicha Iglesia está en muy mal estado y es necesario fabricarla de nuevo en la otra parte donde está el mayor número de vecinos, que son quince con sus familias y esclavos, y en la otra, no son más de cinco…”[3].

     Para esta fecha la Iglesia parroquial de Valencia estaba administrada por el licenciado Gerónimo Riveros, cura propio y vicario foráneo, y Juez Eclesiástico de la misma ciudad y Nirgua. Como hemos dicho arriba, a mitad del siglo XVII, los curas de Valencia ejercían la función de vicario, y al mismo tiempo, el oficio de juez eclesiástico, cuyas funciones era administrar justicia y hacer cumplir las Constituciones Sinodales[4], es decir que hacían las veces de obispo.

    Conocemos el caso de un notable cura que ejerció este oficio a finales del siglo XVII: don Agustín de Palma. De los libros más antiguos sobre matrimonios de la Iglesia parroquial de Valencia del año 1660 encontramos estampada su firma como cura y vicario. Sabemos que en 1669 era cura de la Catedral de Caracas y el 17 de agosto del mismo año, fue elevado a la dignidad de Tesorero, dada en Madrid por la Cédula Real, en fecha 28 de octubre de 1668. En un informe del Obispo Diego de Baños y Sotomayor, sobre el estado que se hallaba el Seminario Santa Rosa de Lima de Caracas, figura como profesor de Moral (Figuera, 1965: 165). Luego, el 26 de agosto de 1671, se le dio colación y posesión como Chantre, cuya real presentación tiene como fecha el 25 de junio de 1669. El 28 de junio de 1678, se le dio posesión como Arcediano, habiendo recibido la colación el 8 de febrero de ese mismo año, en la ciudad de Coro. El 14 de marzo de 1682, fue electo como Provisor y Vicario General, dejando el cabildo. El 1 de diciembre de 1684, fue elegido como Juez de Diezmos con facultades para el desempeño de la judicatura y nombrar subalternos. Y el 22 de noviembre de 1687, fue elegido un nuevo Juez de Diezmos por su fallecimiento.

     Otro cura que se destaca a finales del siglo XVII fue don Andrés Arias Altamirano, quien participó activamente en las secciones del III Sínodo Diocesano de 1687. Para el año 1670, el Cabildo Eclesiástico de Caracas le da colación como segundo cura de Valencia y hace la profesión de fe ante el Cabildo el 17 de diciembre de aquel año y luego se traslada a Valencia como beneficiado de la Iglesia parroquial de la ciudad. 

     En la vida parroquial de Valencia tuvieron muchas influencias las cofradías, grupos de seglares que manifestaban su devoción y fe católica en medio de la sociedad. La más antigua fue la de Santa Vera Cruz. Sus constituciones fueron aprobadas por el obispo de Caracas y Venezuela, Juan Manuel Martínez de Manzanillo (1580-1592), en 1586; y le siguen las Cofradías: Espíritu Santo, creada en 1616, y el Santísimo Sacramento, en 1660. Debemos destacar que estas cofradías no sufrieron modificaciones en sus constituciones durante el siglo XVII. De la mencionada Cofradía del Espíritu Santo, cuyos miembros cultivarán y fomentarán la devoción a la Virgen del Socorro, se modificarán sus constituciones en 1723, con el nombre cofradía de “Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro[5].

II

     El 19 de mayo de 1616, el obispo de Caracas y Venezuela, Fray Juan de Bohorques (1611-1618), había aprobado sus constituciones, siendo Cura y Vicario de la Iglesia parroquial de Valencia, el Pbro. Lic. Diego Guerrero de Torres. Debemos subrayar que los fundadores de la Cofradía del Espíritu Santo eran “negros, pardos, mulatos e indios ladinos esclavos y libres”. Es decir, personas de clases inferiores, según la denominación clasista de aquella época. Eran gentes desposeídas, pobres, que en su mayoría eran la mayor parte de la población que se venía fraguando en Valencia. Esto significa que no era sólo de esclavos, sino también de gentes libres y españoles; pero durante el siglo XVII va a prevalecer la casta de los pardos libres.
      En la historia eclesiástica de las cofradías con el título Espíritu Santo existe una estrecha relación con los esclavos negros de la sociedad estamental que se congregaban para confirmar su plena libertad de cristianos. Según el Apóstol San Pablo, la vida de los creyentes ya no es una vida de esclavos bajo la Ley, sino una vida de hijos, pues han recibido en su corazón al Espíritu del Hijo y pueden exclamar: ¡Abbá, Padre! (Cf. Ga 4, 5-7; Rm 8, 14-16). Escribe el Apóstol: “en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo” (1 Co 12, 13). Con la presencia de algunos sacerdotes seculares de origen portugués, en la Iglesia parroquial de Valencia se cultivó esta altísima devoción al Espíritu Santo. 

      ¡Qué privilegio para estas clases desposeídas tener como patrono al mismo Señor y Dador de vida! Llama la atención el origen humilde de esta Cofradía del Espíritu Santo en Valencia; ellos expresaban: “Nuestro cautiverio y color solo está en el cuerpo, y que en lo demás, por gracia y merced de Ntro. Sr. Jesucristo, comunicada en sus santos sacramentos, somos cristianos, y como tales debemos vivir para ir a gozar de la bienaventuranza en compañía de los que habiendo guardado en este mundo sus santos mandamientos…”. 
 
      La fiesta religiosa del Espíritu Santo estaba contemplada para el segundo día de Pascua, con vísperas, misa cantada y procesión alrededor de la Iglesia, con “danzas y todo género de santo regocijo”, aunque en el Sínodo Diocesano de 1687 se prohibió todo tipo de danzas. En la procesión iba un estandarte o pendón y luego el retablo del Espíritu Santo. También las constituciones mandaban “una procesión de sangre, el miércoles santo, en la noche, después de los maitines, haciendo azotes”. Sólo estaba permitido para el encargo de la procesión: “entre los morenos, indios y mulatos, sin que entre españoles, para que no usen de superioridad y nos quiten la posesión de nuestra santa cofradía”.

       La cofradía estaba obligada a encomendar a sus difuntos cofrades con misas cantadas. En cuanto a la organización se tenía que elegir a un mayordomo, a dos diputados y un escribano. Tenían que ser de color morenos o mulatos, o indios ladinos, eximiendo al escribano. Por ser una cofradía de castas inferiores, no había gente letrada, y las constituciones pedían la elección de un escribano “español, honrado y buen cristiano”, cuya responsabilidad era llevar los libros de cuentas y presentarlo al Juez Eclesiástico.

      Para las elecciones de la junta directiva de nuevos oficiales o de su ratificación, se convocaba un cabildo con presencia de Juez Eclesiástico y un notario para el segundo día de Pascua del Espíritu Santo. Debemos acotar que en esta cofradía había cofrades españoles, pero no tenían ni voz ni voto: “los españoles cofrades no han de votar ni ser dueños en cosa de esta nuestra santa cofradía”. A los nuevos miembros, las constituciones ordenaban: cada cofrade, hombre o mujer, así españoles como negros, indios y mulatos, hayan de dar y den limosna, para la entrada, medio peso de oro en moneda, o frutos que lo valgan…”.

     Para el sostenimiento de la cofradía se mandaba que “se pida limosna por la ciudad, todos los viernes de Espíritu Santo”. Para este oficio se asignaba al escribano o al mayordomo. Se pedía crear un banco con la limosna que se recogiera y del aporte de cada cofrade. Para esto se nombraba un alguacil “de color moreno o indio”. También se tenían de rentas el ganado propiedad de la cofradía. Los gastos principales de la cofradía eran cancelar los estipendios de las misas, el servicio del sacristán, la compra de cera, las procesiones… entre otros gastos.

       Estas constituciones estuvieron vigentes 104 años. Y fueron sus miembros, sobre todo los pardos, quienes cultivaron la devoción a la Virgen del Socorro, y tuvieron la iniciativa de traer la imagen que actualmente veneramos en la Basílica Catedral de Valencia. Debemos considerar que en esta Cofradía del Espíritu Santo fue donde se gestó la devoción maternal a la advocación a Nuestra Señora del Socorro de Valencia. 

III

      A principio del XVII el templo parroquial construido en la Nueva Valencia seguía siendo de pajas o de bajareque, como los demás templos de la Diócesis de Coro y Venezuela. El obispo Juan Manuel Martínez Manzanillo[6] en 1582 informaba al rey, que “todas las iglesias de esta gobernación y obispado de Venezuela son de paja y madera embarradas por de fuera, excepto la de Santiago de Leon que es de teja y se está cayendo” (Maldonado, 1973: 444).

     A pesar del aparente desarrollo económico en la ciudad de Valencia, a finales del siglo XVII, siempre hubo retraso en su construcción, ya sea por el poco interés de los curas y de los fieles, o por la falta de cumplimiento de los mayordomos o albañiles, o por causa de los terremotos[7], o por los continuos saqueos de la ciudad, como el caso de la invasión de los corsarios franceses en 1677[8].
    
     En el siglo XVII, la Iglesia venezolana va a vivir un hecho sin precedente la convocatoria y celebración de dos sínodos diocesanos. Se tiene noticia que el primero se realizó en el pontificado de fray Pedro de Agreda[9], a finales del siglo XVI. Algunos autores han dudado acerca de su realización[10]; y aunque las actas no han sido localizadas, no significa que no se haya celebrado[11]. Lo mismo ocurrió con el segundo sínodo, actualmente desconocemos sus actas[12]. Pero su celebración está exenta de duda. Se celebró en la ciudad de Caracas del 5 al 12 de octubre de 1609, siendo obispo el franciscano fray Antonio de Alcega[13]. A pesar que su pontificado fue corto, visitó, al igual que el Obispo Agreda, todo el obispado donde se percató de la extensión del territorio, la proliferación de ídolos, la pobreza material de las iglesias y la carencia de clérigos[14].

      El autor del tercer sínodo[15], Excmo. Mons. Diego de Baños y Sotomayor[16], tampoco tuvo conocimiento de las actas del segundo sínodo. Leemos en el proemio de las Constituciones Sinodales de 1687:

 Y hallando solo noticias, de que en la primer fundacion de este Obispado se celebró Sínodo, de cuyas Ordenanzas no habia quedado memoria y de la última Congregación Sinodal, que celebró nuestro predecesor el Ilustrísimo Señor Don Fray Antonio de Alzega, con el trascurso de 78 años, era necesario mudar algunas cosas y añadir otras nuevas, por la deformidad que de su observancia hubia en los lugares de este nuestro Obispado y corruptela en lo justamente establecido...

     El Padre Capuchino Cesáreo de Armellada (1981) llega a deducir de este texto, que “muchas de las cosas del III Sínodo fueron repetición de las ordenanzas del II; y también al margen del mismo texto sinodal se ven varias llamadas al texto del II Sínodo” (p.160).  Por consiguiente, la única fuente que tenemos escrita es el del sínodo de 1687, cuyas actas son extensas y minuciosas de artículos que nos describen la realidad social del siglo XVII. En efecto, en el proemio, el tercer sínodo expresaba una enérgica corrección a las corruptelas que presentaba la vida cristiana de la diócesis de Caracas y Venezuela. El estudioso de este sínodo, Gutiérrez de Arce, resume en breves palabras el deterioro social:

La moral pública debía estar desquiciada. Préstamos usurarios, concubinatos, trato inhumano con los esclavos, atentados a su libertad matrimonial y a la de los indios, parece que se encontraban a la orden del día en españoles y criollos; entre los naturales abundaban las bigamias, los perjurios, los tratos carnales prenupciales, las borracheras, los adulterios con conyugicidio, los ensalmos juratorios supersticiosos, etc., en los negros era frecuente el amancebamiento. El mismo culto se encontraba viciado con chanzonetas irrespetuosas en las misas solemnes, danzas de negras, mulatas e indias en las procesiones, bailes en las casas particulares con ocasión de festividades religiosas, peligrosas procesiones, faltas de respeto a los templos con ocasión de romerías y juegos de toros, alhajamiento profano de las imágenes, etc. (1975: 44-45).

     Este desenfreno de la sociedad del siglo XVII no va impedir a los obispos, sacerdotes y misioneros a llevar a cabo el proceso de evangelización. El Obispo Alcega puso todo su dinamismo y tesón por crear escuelas de gramática en las ciudades, y así mismo de imponer una sana regulación de la vida de los naturales en las encomiendas. Por la prematura muerte de este obispo, el 10 de mayo de 1610, estos proyectos se desvanecen. Pero por designios de Dios, en el pontificado del obispo fray Gonzalo de Angulo se logrará concretar la defensa de los naturales y a proyectar la fundación de nuevas poblaciones[17]. Como es sabido, la gobernación de Venezuela, conocida también como provincia de Caracas, fue creada el 27 de marzo de 1528; y en el período de 1616 al 1621, podemos destacar el ejercicio de la jefatura al capitán Francisco de la Hoz Berrío, quien tuvo una estrecha amistad con el obispo Angulo. De este capitán comenta el historiador Ambrosio Perera: 

 Representaba maravillosamente al conquistador americano del siglo XVII que completó en el nuevo continente la grandiosa obra del progenitor hispánico. Era no solo católico de fe inconmovible… sino además persona de una sincera y sólida piedad y de una profunda devoción sacramentina, todo lo cual ha debido influir en su ánimo para llevarlo a poner toda su autoridad de gobernante y todos sus desvelos de cristiano a favor de lo que estaba llamado a dar las mayores garantías a la evangelización de los naturales… (1955: 32).

      A partir de estas décadas, el poblamiento de la provincia de Venezuela se debe en gran parte por la acción de ambas autoridades civil y eclesiástica. Estas buenas relaciones llevaron a una gran empresa humanizadora para los nuevos pueblos naturales. Esto quizás gracias a la residencia del obispo en la ciudad de Caracas. Ya sabemos, que la primera sede episcopal venezolana se asentó en 1531 en la ciudad de Santa Ana de Coro, pero por la proximidad del mar, siempre fue arremetida por los asaltos de los piratas. Esto llevaría a los obispos a trasladar la sede a la ciudad de Santiago de León de Caracas, en 1637. Es interesante conocer las razones por la cual se realizó dicho traslado, según las Actas del Cabildo Eclesiástico de Caracas, con fecha 7 de marzo de 1638; expresaban que:

…por su naturaleza –de la ciudad-, habitada de muchos vecinos y forasteros, rica y abundosa de trigo, maíz, cacao, corambre, y otros frutos; de apacible y saludable temele, y de muchos y buenos oficios, con estudio público de gramática y dos conventos donde se leían artes y teología, y donde residía el Gobernador y oficiales reales…y se acordó que en virtud de ella se tomase la posesión de esta Santa Iglesia constituida en catedral de este mismo día 7 de marzo, bajo el mismo titulo de Señora Santa Ana... (Pérez Vila, 1963:105-106). 

      Al analizar este texto, presumimos que Valencia no gozaba de esos privilegios. Tiene que esperar hasta finales del siglo XVIII, cuando se notan algunos cambios. Escribe el obispo Mariano Martí[18], que la ciudad “es grande, y después de la de Maracaibo, tal vez la mayor de esta provincia… es esta ciudad más cómoda para vivir que otras…[19]. Ya se tenía dos colegios, un hospital, un convento y además una parroquia bien atendida por varios sacerdotes del clero secular.

      Durante el siglo XVII, los valencianos soñarán para la ciudad un templo parecido al de Caracas, pero tardará mucho. Sin embargo, se les va a cumplir el sueño con la llegada de los frailes misioneros franciscanos, con una larga tradición en la evangelización en el territorio venezolano, y su presencia se remonta antes de la creación de la primera diócesis. En los avatares de la historia de la construcción del templo parroquial de Valencia nos encontramos que los fieles cristianos gozarán de un templo “durable y decente” ya avanzado del siglo XVII. Es decir, de un templo de piedra y no de bajareque. Pero en los primeros años de este siglo, el templo parroquial era modesto. Un gran bienhechor de esta obra va a ser el capitán Agustín Sarmiento de Herrera, nacido en la Gran Canaria. Su padre era don Diego de Sarmiento, Alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición en la Isla Canaria y hermano del Marqués don Agustín de Herrera y Rojas, primer Marqués de Lanzarote y Buenaventura[20].

     En un expediente con fecha del 20 de marzo de 1789, encontramos una recopilación de varios testimonios que nos remontan hasta 1602. Los testigos declarantes en tierra Canaria, quienes conocieron a don Agustín de Herrera y a su familia, manifestaban que:

(…) los tiene por cristianos biejos limpios de toda mala rasa, y macula de moros ni judios ni es el dho Dn Agustín de los prohividos para poder pasar a las Yndias, sabe que son todos gente muy principal, y tenidos por cavalleros hijos Dalgo, y por tales respetados, tiene por cosa sierta que el dho Dn Agustín de Herrera es soltero no ha oido que se haya casado ni dado palabra (…).

     Estas aclaratorias eran los requisitos indispensables para embarcarse a estas tierras americanas. Sin esos privilegios no podrían alcanzar los beneficios del yugo de la corona. Estos testimonios tienen como fecha el 24 de diciembre de 1602. Es posible que este Agustín de Herrera pisara tierra venezolana por el Puerto de La Guaira en 1603. Contrajo matrimonio en la ciudad de Caracas con Leonor de Pacheco y Acosta, el 3 de agosto de 1604, quien era natural de la misma ciudad, hija del conquistador capitán Juan Fernández de León, quien acompañó a Vicente Díaz Pereira y Diego de Lozada a la fundación de Valencia y Caracas.

     Un año después, el 11 de agosto, en la ciudad de Santiago de León de Caracas, su hermano Fernando de Saavedra presentaba los recaudos de la hidalguía de su familia al Teniente General de la Gobernación de Venezuela, el licenciado Francisco Rodríguez de Toro.

     El 20 de mayo de 1617, don Agustín de Herrera junto con su hermano piden nuevamente a las autoridades de la ciudad de Caracas testificación de que son hijos hidalgos. Pronto se muda a la ciudad de Valencia, donde nacerán algunos de sus hijos. Había sido encomendero de los aborígenes que estaban ubicados en Guacara. Fue Teniente de Gobernador de Valencia, y adquirió el compromiso de aportar materiales y peones para la construcción del templo parroquial. Y esa inversión era deducible de los diezmos que estaba obligado a pagar en su encomienda. El contrato de dicho capitán comprendía la demolición del primitivo templo y la construcción del nuevo que se siguió modificando y reformando. Todo lo relativo a aquella fábrica cuenta un expediente que reposa en la Academia Nacional de la Historia (Cf. Donación Villanueva, segunda parte, Nº 410).

     Ante los sucesos del 11 de junio de 1641, producto de un violento terremoto que destruyó la Catedral de Caracas y que también arruinó el templo de Valencia; el obispo Manzanillo junto el Cabildo Eclesiástico de Caracas, aprobaron el 7 de diciembre 1660, un contrato para las respectivas reparaciones de los templos parroquiales. Ya para 1664, el capitán Herrera había comenzado la obra de construcción de un nuevo templo de tejas y paredes de rafa, pues se había decidido tumbar el viejo templo de pajiza y bajareque.

    El año siguiente, el Pbro. Lic. Gaspar Sánchez de los Reyes, Vicario Foráneo de la Iglesia parroquial de Valencia, fue llamado por el obispo fray Alonso Briceño[21], que estaba residenciado en Trujillo, para que informase sobre la vida pastoral. Y antes de salir, por ante el Notario Público Domingo López de Serpa, intimó al licenciado Agustín de Palma, mayordomo de la fábrica y al encargado capitán Herrera de que “acudan sin omisión y con la brevedad posible en la prosecución de la dicha fábrica”.

    En 1668 el Pbro. Andrés Arias Altamirano tomó declaraciones al maestro de obra, Bernabé Barranco, acerca de la construcción del templo y hacía constar el costo de ladrillos, cal, tejas y piedras. Es posible que este trabajo constituyera las bases, donde se haría un proyecto de culminación con el maestro de carpintería don Blas Vicente Núñez, bajo la tutela del capitán Antonio Pérez Saavedra, mayordomo en aquel tiempo de la Iglesia parroquial de Valencia[22].

    Es muy significativo el trabajo realizado por el capitán Herrera, en cuanto que es el primer templo de piedra y tejas que se inició en 1664. A partir de esa fecha, los curas párrocos junto con los mayordomos de fábrica procurarán embellecer el templo.    

    Del mencionado expediente, también encontramos un testimonio de un hijo del capitán Herrera, Juan Sarmiento de Herrera[23], Alférez mayor, nacido en Valencia, que pretendía presentar al Consejo de Castilla la solicitud de marquesado de Lanzarote y Buenaventura, testificando que era hijo legitimo de dicho capitán, y nieto de don Diego Sarmiento de Rojas y Sandoval, su abuelo paterno, quien era hermano del marqués don Agustín de Herrera.

     También en el expediente se menciona a dos sacerdote de la Iglesia parroquial de Valencia: Primero al licenciado Diego Guerrero de Torres, cura y vicario y juez eclesiástico, y tutor de las constituciones de la Cofradía del Espíritu Santo en 1616, donde se cultivó la devoción a la Virgen del Socorro. Sabemos que entró a Venezuela en la armada de Domingo Vera, como capitán de infantería, y luego fue nombrado por el rey Comisario Proveedor general. Estuvo en El Dorado y en la isla de Margarita, y a consecuencia de muchas aventuras quedó tullido. Llegó a la ciudad de Valencia en 1598.

    Después de una larga reflexión decidió hacerse sacerdote. En 1600 el obispo Salinas lo ordena al ministerio presbiteral y lo asigna a Valencia. Presta el servicio de visitador de los pueblos San Sebastián de los Reyes y San Juan de la Laguna de Uchire, nombrado por el Padre Pedro Graterol, el 12 de diciembre de 1604, quien ejercía la gobernación de la diócesis. El historiador Caracciolo Parra nos dice que ejerció el curato en Valencia casi toda la mitad del siglo XVII[24]. En 1635, bajo su protección y autorización abre el estudio de Gramática en la ciudad. En 1643 tenía más de 75 años de edad.

    El otro sacerdote es el licenciado Gaspar Gutiérrez de Sotomayor, natural de Santiago de León de Caracas. Sabemos que estudió gramática desde la edad de 13 años. Estaba acompañando al padre Diego Guerrero, y durante cinco años ejerció la docencia como preceptor de Gramática (latines) cuando tenía 19 años, y además enseñó “canto llano y órgano”, pues era un buen músico, según informe enviado al Consejo de Indias, el 26 de julio de 1636[25]. En 1643 tenía 45 años de edad. También conocemos otro sacerdote llamado José Arechederra, quien ejercía como sacristán Mayor de la Iglesia parroquial de Valencia[26].

     En fin, la labor del capitán don Agustín de Herrera fue determinante para la construcción del primer templo de piedra y ladrillo en la ciudad. Ya a finales del siglo XVII, entre los años 1668 y 1681, los valencianos procurarán levantar un templo parecido a la Iglesia parroquial de Santiago de León de Caracas[27]. El capitán Herrera murió en Caracas, el 28 de noviembre de 1695.

     La población valenciana anheló durante mucho tiempo la presencia de los misioneros franciscanos. No era suficiente la labor del clero diocesano, por la extensión del territorio. Es la primera vez, que llega a nuestro territorio una orden religiosa tan entrenada en el campo de la evangelización. La familia valenciana quería que se estableciese un convento que serviría como centro de estudio de gramática y nuevo estílo de evangelización y catequesis.

    El 30 de marzo de 1630, el gobernador Juan de Meneses escribía al rey manifestando aquel anhelo de los valencianos:

Y para que estas conversaciones se hagan con más comodidad, convendrá que en la dicha ciudad de la Valencia se funde convento de la dicha Orden, pues hasta agora (sic) no tiene otro alguno y la dicha ciudad lo á pedido y pide y les tiene ya echo casa y una hermita para la dicha Orden donde sus religiosos se podrán hospedar de peresente y desde allí entrar a predicar a los dichos indios… y ante mi han parecido los dichos indios guaymonteses y de la Valencia a pedir el baptismo; y asimismo la dicha ciudad de la Valencia pide con instancia la fundación del dicho convento y la tengo por conveniente y necesaria para lo dicho… (AGI. Santo Domingo, 27-B, citado por Odilo Gómez Parente, en Torrubia, 1972:476).

    Por lo visto, ya los vecinos de Valencia tenían todo adelantado para la fundación del Convento franciscano, y la misma Orden en una junta definitorial de 1 de octubre de 1634, acordaba lo siguiente:

Los vecinos de la ciudad de Valencia de esta Provincia de Venezuela con grandes ruegos pedían que fundase convento en la dicha ciudad para su consuelo y por la devoción que tenían de tener un convento de nuestra Orden, lo qual visto por los Padres Definidores, todos unánimes y conformes, nemine discrepante, dijeron que se fundase el dicho convento atento a la devoción de los dichos vecinos y los muchos años que ha que lo desean… (Fondo Franciscano, Libro de Provincia, 1º, citado por Odilo Gómez Parente, en Torrubia, 1972:476-477).

    La entrada de los franciscanos a la ciudad también significaría el inicio de la formación intelectual y cultural de las familias valencianas y carabobeñas. En el capítulo 3, de las segundas constituciones de la provincia franciscana de Santa Cruz de Caracas, 1538, con el título: “Del estudio de las letras”, mandaba: “Que en el convento más conveniente… siempre haya estudio de Gramática y, por consiguiente, de Arte si se pudiere hazar, guardando siempre el da la Gramática que nunca se dexe…” (Gómez: 1997, 839).

    Este convento fue la última fundación franciscana en la Gobernación de Venezuela durante el siglo XVII; y tiene como fecha 18 de septiembre de 1634[28]. Para esta fecha era regidor de la Nueva Valencia del Rey, Francisco Sarmiento[29]. La ciudad de Valencia ya solicitaba en 1630 la presencia franciscana, y parece que no era la primera vez, pues manifestaba que ya tenía hecha casa y una ermita para los religiosos. El historiador franciscano Lino Gómez Canedo nos da a entender, posiblemente, el motivo de dicha fundación:
       
    No sé a que indios se referían los franciscanos de Caracas en 1631, cuando, al condenar ante el gobernador Núñez Melián (Francisco; 1630-1637) las aprehensiones de indios en los Llanos con el pretexto de campañas contra los caribes, le excitan a que envíe predicadores apostólicos a más de mil indios que están mansos y humildes ocho leguas de la Valencia, que piden el bautismo y fundar en contorno de su situación sus pueblos... (1974: 297). 

    Era urgente la presencia de los frailes franciscanos para predicar a los naturales que moraban en los llanos próximos a la ciudad. Recordemos que el desplazamiento de estos grupos aborígenes estaba motivado por evadirse de la crueldad de los encomenderos o conquistadores. Era necesaria esta presencia para reforzar la labor que venían haciendo los curas doctrineros, pero eran insuficientes para las demandas y dificultades que presentaban las encomiendas. A finales del siglo XVII había más de 30 encomiendas en Valencia, en comparación del año 1582 que había 5; y esto a pesar de que partir de 1696, la corona había intentado abolir este régimen[30].

    La construcción del convento franciscano era garantía de salvaguardar las vidas de los naturales y se buscaba aprovechar una evangelización cristiana y humanista. Uno de los bienhechores de la construcción de este convento va a ser el capitán Rodrigo Alonso Cabañas[31], quien se comprometió a construirlo el 5 de abril de 1650, a cambio de varias condiciones, entre ellas la celebración perpetua de dos misas semanales a su intención. Este capitán murió el 19 de octubre 1669. Era natural de la Fuente del Maestre, villa de la Extremadura, en los reinos de España. Fue mayordomo de la cofradía “Nuestra Señora de la Limpia Concepción y del Rosario” en la Iglesia parroquial de Valencia.

    En el mencionado testamento del capitán Rodrigo Alonso, otorgada el 1 de septiembre de 1668, presentaba su última voluntad. Recordemos que el testamento era un documento notarial por el cual un individuo manifestaba y hacía asentar su voluntad sobre aspectos materiales y espirituales. De ahí que se debía leer por los herederos o albaceas después de la muerte del testador. En fin, era un documento con valor jurídico y espiritual. Acerca de la construcción del convento franciscano:

 el testador declaró haber hecho de su costa y de sus bienes, el convento del Seráfico San Francisco de esta ciudad de Valencia, con la siguiente aclaratoria: al tiempo cuando lo empezó a fabricar, otorgaron escritura él y el Padre Fray Miguel Maestre, que a la sazón era Guardián, y aunque las dichas escrituras otorgadas fueron y se llevaron a los Capítulos que celebraron, nunca jamás hubo resultas de ello, hasta que llegó el Muy Reverendo Padre Fray Pedro de Aponte, Ministro Provincial, y anuló y dio por ninguna y de ningún valor esas escrituras, por lo cual desde entonces quedó desobligado de hacer dicha fábrica, pero mirando a ser una obra tan piadosa y del servicio de Dios, prosiguió en ella sin obligación ninguna y por amor a Dios; y que si los Padres Guardianes no quisieran decirle Misa, no tenían obligación de ello por cuanto lo hecho y lo por hacer, lo hizo y lo haría por Dios. Al mismo tiempo dispuso que toda la cal y ladrillos que se hallaren en su casa, lo dieren al dicho convento.
     
    Este texto es muy revelador; su otorgante afirma haber colaborado en la construcción del convento, pero fue anulado el contrato que lo comprometía[32]. El contrato existe en el Archivo Diocesano de Caracas. Según Lino Gómez Canedo, dicho documento contiene, como mencionamos ut supra: “Obligación de Rodrigo Alonso Cabañas para hacer a su costa dicho convento con varias condiciones y entre ellas dos misas cantadas en cada semana que se le deben aplicar perpetuamente los lunes y los sábados; en 5 de Abril de 1650” (1974: 297). Más adelante, el autor nos dice que en esa fecha fue construido otro convento mejor, quizás es a lo que hace referencia en el testamento.

    Los primeros religiosos fundadores del Convento fueron: fray Juan de Gálvez y fray Manuel Álvarez. Es a partir de 1638, cuando el nuevo convento es elevado al rango de Guardianía[33], bajo la advocación y título de San Buenaventura, siendo nombrado como su primer Guardián fray Ildefonso de Mora. Quizás el segundo Guardián haya sido el padre fray Miguel Maestre. En 1647, este padre dio fe como Guardián del convento por las honras fúnebres realizadas por el alma del Príncipe D. Balthazar Carlos, hijo de Felipe IV. En cuanto al Ministro General fray Pedro de Aponte, tenemos como dato que ejerció dicho cargo desde 1651.

    En este convento falleció el padre fray Juan Bautista, el 25 de septiembre de 1671. Debemos mencionar la muerte trágica del padre fray Bartolomé de la Rosa, siendo provincial, quien fue asesinado por un hermano de religión, con el nombre Alonso Carrasqueño, sacerdote, el 19 de noviembre de 1684. También fallecieron los padres Juan Carrillo y José Lozano, en 1690; y en 1692, el padre José Jiménez[34]. 

    El estudio eclesiástico del siglo XVII, sigue siendo un tema para investigar con más hondura y dedicación. Muchos sacerdotes y misioneros, religiosos, religiosas y seglares no aparecen en nuestra historiografía. Lo cierto es que para este siglo, la Iglesia parroquial de Valencia vivió este período como un momento decisivo para echar raíces y sembrar lo que luego va a recoger en los siglos posteriores. Es una parroquia viva y encarnada en las comunidades y cofradías, donde muchos fieles sin condiciones de clase social y racial encontrarán su santificación. Todas las actividades y situaciones que ocurrían en la geografía carabobeña se ventilaban en la Iglesia de Valencia, pues como hemos visto, el párroco ejercía además de la cura pastoral, la función de vicario y de juez eclesiástico.

    Gracias a la presencia del convento de San Buenaventura en Valencia, a finales del siglo XVII, muchas vacantes en las iglesias de los Pueblos de Doctrina fueron asistidas diligentemente por los frailes franciscanos. Sabemos que algunos pueblos de Carabobo fueron atendidos por otras órdenes religiosas, como los frailes dominicos, agustinos, entre otros, pero no se establecieron como orden religiosa en nuestra Iglesia valenciana. Es decir que la primera orden religiosa que se implantó en Valencia fue la de los frailes franciscanos.

    Muchos de los fieles de Valencia vivirán la espiritualidad franciscana creándose la Tercera Orden de seglares. En nuestro archivo histórico abundan en la sección testamentaria las peticiones del testador de vestir el traje de San Francisco, como el caso del capitán Rodrigo Alonso Cabañas que pidió “que fuese enterrado con el Hábito del Padre san Francisco”. Esta Espiritualidad enriquecerá la fe de los valencianos.

      Hoy, lamentablemente, el convento Franciscano no existe, como tampoco la presencia de la comunidad de los frailes Capuchinos en la Iglesia de San Francisco, pero su espiritualidad en los seglares subsiste en muchos corazones en la Tercera Orden Franciscana. Quedaron huérfanos, como escuché en boca de un viejo fraile capuchino, pero la Iglesia de San Francisco sigue siendo para los valencianos el templo acogedor de la sencillez de aquel que inspiró a los primeros misioneros al llegar a Valencia en el siglo XVII.

     A partir del año 1677, existe un repunte migratorio en toda América Latina. Muchos viajan con la esperanza de alcanzar riqueza y promoción social. Y esto debido a la crisis económica del siglo XVII español[35], y unido a los deseos de mejoras económicas, persistía entre los emigrantes una imagen del Nuevo Mundo bastante idílica. El asentamiento de los colonos españoles tenía como objetivo fundamental arraigarse en estas tierras. Y la garantía era llevar consigo a su familia, y en caso de ser vecino soltero se recomendaba casarse, y así constituir familias en las nuevas fundaciones.

    Las primeras familias españolas harán vida cristiana según la costumbre de los pobladores de la península. A pesar del poblamiento en la Provincia de Venezuela, la territorialidad del obispado es compleja y difícil de conocer en contraste con la unidad actual. El proceso territorial eclesial fue lento, al igual que en el campo civil, lentitud que culminó en el año 1777. A partir de esta fecha comienzan a surgir nuevas diócesis. La zona occidental de la actual Venezuela, específicamente los estados andinos (a partir de Tunja, Bogotá), estuvo bajo la jurisdicción de la Arquidiócesis de Santa Fe de Bogotá. Y la zona del oriente venezolano, [Nueva Andalucía (Cumaná), Guayana, Trinidad y la Isla de Margarita], conocida con el nombre de “anexos ultramarinos”, dependía del Arzobispado de Puerto Rico. El obispado de Venezuela, como el de Puerto Rico, pertenecía a la misma Provincia Eclesiástica de Santo Domingo.     

     La primera Diócesis de Venezuela en su ámbito territorial, tanto en su sede catedralicia en Coro como en Caracas, fueron modificadas en su extensión con la creación de la Diócesis de Mérida de Maracaibo (Cf. Borges, 1992: 411-422). Ésta fue creada por el Papa Pío VI el 17 de febrero de 1778, y comprendía, además de Mérida y Maracaibo, Barinas, San Faustino, La Grita, San Cristóbal, Gibraltar y Coro. Esta diócesis siguió como sufragánea del arzobispado de Bogotá. Para ocupar la mitra se presentaba, en 31 de agosto de 1780, a Roma al franciscano Juan Ramos de Lora, misionero para el momento en México. El Papa Pío VI lo nombra el 24 de septiembre de 1782, consagrado en Puebla de Los Ángeles, y entraba a Maracaibo en marzo de 1786, iniciando el gobierno episcopal. El año 1790, a petición del obispado de Puerto Rico, fue erigida la Diócesis de Guayana, que comprendería las Provincias de Guayana y Cumaná con las islas de Trinidad y Margarita (Cf. Borges, 1992: 389-407). La Provincia de Guayana para el año 1720 tenía 20 o 24 casas, como dato curioso. El primer obispo va a ser Francisco de Ibarra, nativo de Guacara.

IV
  
      A principio del siglo XVIII, todavía estaba en construcción el templo parroquial de Valencia. En 1717 el Cura Rector Interino de Valencia, el Pbro. Pedro Thamarón presenta cuenta de liquidación de fábrica del templo, al Notario del Juzgado de la Nueva Valencia, el señor Francisco Yánez.  En 1720 se habían hecho las reformas de las constituciones de la Cofradía del Espíritu Santo aprobada en 1616, y el 6 de noviembre de 1723, el Obispo Juan José de Escalona y Calatayud (1717-1729) la había aprobado canónicamente con el nombre de Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro, siendo Cura y Rector de Valencia el Padre Thamarón. Pero había transcurrido el tiempo y todavía no se habían hecho los trámites pertinentes a la aprobación y confirmación por parte de la Corona Real. Habían transcurrido 32 años. A partir del 26 de noviembre de 1752, recibe su aprobación con el título de “Pontificia Real y Muy Venerable Cofradía”. La cofradía sigue, como dicen las nuevas constituciones, “rendidamente constituida por esclavos. En su primer artículo se refiere el motivo principal de la reforma de las constituciones de 1616:

que muchos años después que se fundó esta Sta. Cofradía, consiguiésemos la milagrosa imagen de la Virgen Santísima con la advocación del Socorro, y desde entonces haber mantenido a expensas, su culto y veneración, y poseído esta imagen sin contradicción alguna, y es nuestra voluntad, que en adelante se intitule esta cofradía, del Espíritu Santo y Ntra. Sra. del Socorro, por convenir así para la mayor veneración de la Madre de Dios y Señora nuestra, y atractivo de la devoción a esta santa cofradía.

      He aquí el origen de la devoción a “Nuestra Señora del Socorro de Valencia”, y el artículo 17 de las nuevas constituciones nos señala quiénes trajeron la venerada imagen:

habiendo sido los pardos de esta ciudad los que principalmente concurrieron y coadyuvaron (aunque como hermanos de esta cofradía) pidiendo limosna y con otras agencias para que se trajese la milagrosa imagen de Ntra. Sra. del Socorro, queremos, y es nuestra voluntad, se les mantenga y continúe la costumbre y posesión en que han estado, de sacar a esta Soberana Señora, sobre sus hombros…

       La Cofradía Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro es la artífice principal de la propagación la devoción a la Virgen del Socorro. La importancia de esta cofradía se manifiesta en la cantidad de papeles que existen en el Archivo de la Arquidiócesis de Caracas. Hay un voluminoso expediente que contiene las cuentas de dicha cofradía[36], que he tratado de resumir de la siguiente manera: Hay 16 recibos firmados por Simón Judas Vásquez, como Mayordomo de las rentas y gastos de la Cofradía antes citada, situada en la Iglesia parroquial de la ciudad de Valencia. Dicho Vásquez fue electo para ejercer tal cargo en 1746 (Según el Lcdo. Leopoldo Fadul Buysse, este Mayordomo ejerce el cargo en el período comprendido 1743-1745)[37]. Existe un diario que está formado por 16 folios que contienen todas las partidas de cargos. Ajuste y liquidación de cargos y descargos hecha por Francisco Yañez, Notario Público, de las cuentas que debe dar Vásquez como Mayordomo de la Cofradía.

   En los folios 50-86 hay 10 recibos de pago otorgados por trabajos y misas efectuados en la Cofradía en cuestión. Existe un cuaderno manual de diario firmado por Pedro Isidoro Tovar, para la buena cuenta y razón que debe tener de la administración de las rentas y gastos de la Santa Cofradía, como Mayordomo administrador de ella, electo por su hermandad en 24 de mayo de 1747 (Según Fadul se llama Pedro Isidro Tovar y comprende un período comprendido 1753-1756).
     
     Hay un cuaderno manual de diario que Juan Francisco Páez formó para la buena cuenta y razón de la administración de las rentas y gastos de la Santa Cofradía, como Mayordomo Administrador de ella, electo por su hermandad el 4 de junio de 1748 (En el libro de Fadul no aparece este Mayordomo). En dicho cuaderno se hallan “todas las partidas de cargo que debo hacerme y las de el abono que debo haber a mi favor”. Encontramos un testimonio auténtico de las cuentas que dio el Capitán Juan Vicente Franco, como Mayordomo de la Cofradía que administró sus bienes, dado de mandato judicial a pedimento del subsecuente Mayordomo. (Este Capitán Franco ejerció el servicio de Mayordomo, según Fadul, en el período comprendido 1749-1750).

     En los folios 141-157 aparecen las cuentas dadas por Juan Ambrosio Páez, del primer año que fue Mayordomo de la Cofradía. Hay 8 recibos de pago otorgados por el citado Mayordomo por concepto de trabajos realizados en la Cofradía. Cuentas dadas por Juan Ambrosio Páez del segundo año que fue Mayordomo de la Cofradía. Hay diez recibos de pago otorgados por concepto de diversos trabajos efectuados en la referida cofradía. Cuenta general y corriente seguida por el Alférez Agustín de Villegas, de cargo y descargo para la administración de los bienes y rentas de la cofradía, de la cual ha sido Mayordomo nombrado por la hermandad desde el 23 de mayo de 1753 hasta el 12 de junio del mismo año (En el libro de Fadul aparece un Agustín de Villegas que comprende el siguiente período 1745-1749).

      Encontramos un cuaderno en que se hallan asentadas las cuentas por el Capitán Pedro Isidro de Tovar del año que fue Mayordomo de la Santa Cofradía desde el 12 de junio de 1753 al 4 de junio de 1754 (En el libro de Fadul aparece Pedro Isidro de Tovar en el período comprendido 1753-1756, quien debe ser el mismo). También encontramos un segundo cuaderno en que están las cuentas que da el Capitán Pedro Isidro de Tovar del segundo año de la administración que tuvo de la Cofradía desde el 4 de junio de 1754 hasta el 23 de mayo de 1755.

     También aparece la cuenta general y corriente que ha seguido Francisco Blanco Velos (sic) de cargo y descargo como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía de que fue nombrado en el Cabildo que se celebró por la hermandad el 20 de mayo de 1755, y ejerció dicho cargo hasta el 8 de junio de 1756 (En el libro de Fadul no aparece este Mayordomo). Cuenta general y corriente seguida por Francisco de Paula Araujo, de cargo y descargo para la administración de los bienes y rentas de la cofradía, situada en la Santa Iglesia parroquial de la ciudad de la Nueva Valencia del Rey, de la cual ha sido Mayordomo nombrado por la hermandad desde el 8 de junio de 1756 hasta el 8 de junio de 1757. Hay 11 recibos otorgados por concepto de gastos ocasionados en la cofradía.

     En los folios 292-326 se asienta la Cuenta general y corriente que ha seguido el Alférez Luis Antonio Araujo, como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, electo por su hermandad desde el 31 de mayo de 1757 hasta el 16 de mayo de 1758. Cuaderno manual general y corriente en donde se hallan asentadas todas las cuentas de cargo y descargo llevadas por Lorenzo José de Loaiza, como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, desde el 16 de mayo de 1758 hasta el 6 de junio de 1759 (Según Fadul este Mayordomo tuvo un período comprendido entre 1759-1763). Cuenta general y corriente en donde se hallan asentadas las partidas de los gastos que tienen hechos Lorenzo José de Loaiza como Mayordomo de la cofradía. 18 recibos relativos a gastos ocasionados en la referida cofradía.

     En los folios 380-409 se copia las cuentas llevadas por Lorenzo de Guevara, como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, desde el 6 de junio de 1759 al 27 de mayo de 1760 (En el libro de Fadul no aparece este Mayordomo). Copia donde quedan asentadas todas las cuentas llevadas por Lorenzo José de Guevara como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía. A continuación hay 14 recibos de pago por ciertos trabajos efectuados en la cofradía. Cuaderno primero en el cual se hallan asentadas las cuentas dadas por el Alférez José Espinoza del primer año cuando fue Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, desde el 12 de mayo de 1761 hasta el 1 de junio de 1762 (Según Fadul este Mayordomo “Alférez José Espinoza y Tejada” estuvo en el período comprendido 1763-1769).

     En los folios 474-506 aparece en el cuaderno segundo donde están las cuentas que da el Alférez José Espinoza del segundo año de la administración de la cofradía, desde el 1 de junio de 1762 hasta el 24 de mayo de 1763. Hay 12 recibos relativos a gastos ocasionados en la cofradía.  Cuentas dadas por el Capitán Bernardo Páez, Mayordomo de la cofradía. Encontramos la manifestación que Francisco Velos (sic) hace de las cuentas de la Mayordomía de la Cofradía, cargo que ejerció durante un año. Hay 12 recibos relativos a gastos ocasionados en la cofradía. Cuenta y razón sacada del cuaderno general y corriente que siguió el Capitán Luis Antonio Araujo, de cargo y descargo como Administrador de los bienes y rentas de la Cofradía en la parroquial de la ciudad de la Nueva Valencia del Rey, electo por su hermandad el 16 de mayo de 1769. Hay 32 recibos por concepto de gastos ocasionados en la cofradía. Cuaderno general y corriente que siguió el Capitán Luis Antonio Araujo de cargo y descargo como Mayordomo de los bienes y rentas de la cofradía. Hay 27 recibos de pago por trabajos realizados en la cofradía.

    En los folios 654-935 aparece la lista de cargos llevado por Bernardo José Páez, como Mayordomo Administrador que ha sido de la cofradía durante el tiempo de dos años comprendido entre el 10 de junio de 1775 y el 26 de mayo de 1777. Hay 43 recibos relativos a gastos ocasionados en la cofradía. Cuenta general y corriente que sigue el capitán Luis Araujo de cargo y descargo como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, electo como dicho administrador el 1 de junio de 1773. Hay 22 recibos de pagos relativos a gastos ocasionados en la cofradía.  Cuenta general de cargo y descargo que formó José Espinoza y Tejada, Capitán del Batallón de Pardos de la ciudad de Valencia. Como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, reelecto por su hermandad para ejercer dicho cargo entre el 16 de mayo de 1780 y el 4 de junio de 1781 (Según el Lic. Fadul este segundo mandato de Espinoza estuvo en el período comprendido 1777-1784).

     Hay 26 recibos relativos a pagos por trabajos efectuados en la cofradía.  Cuenta general de cargo y descargo que formó el Teniente del Batallón de miliciarios pardos de la ciudad de Valencia, José Espinoza y Tejada, como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, desde el 20 de mayo de 1777 hasta el 20 de mayo de 1778. Hay 26 recibos de pagos relativos a gastos ocasionados en la cofradía. Cuenta general de cargo y descargo llevada por José Espinoza y Tejada como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía. Hay 30 recibos de pago relativos a gastos ocasionados en la cofradía. Cuenta y razón de cargo y descargo que formó José Espinoza y Tejada como Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de la cofradía, comprendida desde el 25 de mayo de 1779 hasta el 15 de mayo de 1780. Hay 33 recibos relativos a trabajos realizados en la cofradía durante el tiempo de dicho mayordomo.

     En otro expediente de cuentas, asignado “Tomo V Cuentas y Cofradías”, lo resumimos de esta forma: Año 1790 (Folios 1-298): Segunda pieza de cuentas. Cuenta general de cargo y data de la administración de los bienes y rentas de la cofradía, situada en la Iglesia parroquial de la ciudad de Valencia, formado por el Teniente José Francisco Villegas desde el 25 de mayo de 1790 cuando fue electo Mayordomo hasta el 14 de junio de 1791, cuando fue reelecto por su hermandad para continuar en el mismo cargo. Hay 28 recibos de gastos relativos a la cofradía. Cuenta general de cargo y data de la administración de los bienes y rentas del Mayordomo mencionado, del segundo y tercer año de su administración, corridos desde el 14 de junio de 1791 hasta el 29 de mayo de 1792. Hay 24 recibos de pago por concepto de diversos trabajos efectuados la cofradía. También aparece las adicciones del Mayordomo Luis Antonio Araujo de las cuentas que ha entregado su antecesor el Capitán del Batallón de pardos, José Francisco Villegas, desde el 22 de mayo de 1793 hasta el 26 de febrero de 1794. El Mayordomo Araujo participa al Comandante Militar que para efectos que le son convenientes debe hacer comparecer al dicho capitán para que declare si es cierto que habiéndose celebrado Cabildo para elegir Mayordomo de la Cofradia en 1793, así quedó suspenso los bienes depositados por el Capitán Villegas. En las especificaciones de las adicciones Araujo manifiesta que se le ha hecho saber “una violenta e intempestiva providencia en que se mandan remitir los autos al Superior Tribunal de su Señoría señor Provisor y Vicario General, para su determinación”. El Capitán Villegas concede poder a los señores Andrés Mosquera y Luis Antonio Medina para que puedan seguir y concluir el pleito con Araujo en el Tribunal Eclesiástico. 

     En 1794 (Folios 291-627): Sigue el juicio anterior. Tercera pieza del juicio de cuentas del Capitán Villegas, del tiempo de 3 años, 9 meses y 4 días que administró la Cofradía. El Mayordomo Araujo se dirige al Vicario General suplicando revocar sus poderes y mandar se le conceda dicha vista por el término del derecho que es justicia. Aparace un auto mediante el cual don Lázaro Ignacio de Paiva, Vicario Foráneo, ordena hacer inventario formal de los autos y diligencias relacionadas con dicho pleito. Encontramos un dato importanre: El Capitán de Infantería Española, don Salvador Muñoz, Teniente Justicia Mayor de los pueblos de naturales de la ciudad de Valencia, concede a Mateo de Rojas, Oficial de Platero, para que pueda tener en la ciudad una tienda pública de platería. Siguiendo el pleito anterior, el Mayordomo Araujo presenta su protesta ante el cura y juez Comisionado por cuanto las diligencias del proceso se están praticando en la casa de don Diego Malián, amigo y compatriota del Notario Juan José Ochoa, quien tiene contacto con el capitán Villegas. Andrén Mosquera, apoderado de Villegas, solicita ratificar ciertas declaraciones de testigos. Informe de don Esteban Valenciano, apoderado de Araujo, especificando las adicciones hechas a las cuentas.

    El Capitán Villegas se dirige al Vicario General y dice que sustanciada esta causa se le ha pasado el escrito de Araujo en que pide se le condene en 1.522 pesos, 7 reales. Declara ante el Tribunal que no debe ser permitido “arrancar al ramo de limosna a nadie, y menos a los pulperos, como asegura Araujo que lo ha hecho”, y que le consta que ciertos pulperos arrendadores de limosnas tienen personas para que les pidan en la ciudad y los campos todos los días del año, en lugar de los domingos y miércoles señalados por la Constitutición de la Cofradía. El Fiscal de Obras Pías se dirige al Vicario contestando la vista que se ha comunicado de los Autos sobre las cuentas que como Mayordomo que fue de la Cofradía del Rosario y el Espíritu Santo de Valencia, ha dado el Capitán Villegas, y dice que todas las adicciones puestas por Araujo de la primera pieza sólo encuentra justa y legales dos de ellas, “las demás adicciones son impertinentes, apoyados de un genio díscolo y sostenidos en puro capricho”. Don José Sebastián Orellana, Abogado de la Real Audiencia, envía comunicación al Vicario General manifestándole que en la oficina del Notario reposan los autos del pleito de Araujo y Villegas. La sentencia resultó en contra de Araujo y sus abogados alegan nulidad o reposición de la sentencia.

     En 1798 (Folios 629-822): Luis Antonio Araujo concede Poder a don Nicolás de Alvarenga y don Antonio Viso para seguir la causa ante el tribunal. Villegas se dirige al Comandante del Batallón de Pardos diciéndole que ha sido citado para comparecer a Caracas, ante el tribunal, por lo cual le suplica hacer constar que no puede comparecer porque ningún individuo puede apartarse de su respectiva compañía. La sentencia definitiva revela que se declara sin lugar la nulidad pedida por Araujo. Don José Francisco Fernández, Teniente Notario de Valencia, certifica que compareció ante el Tribunal el Pbro. Bachiller Juan Ignacio Diez Velasco, Vicario Foráneo, el cual declaró que Araujo entregó ante el tribunal “setecientos y pico” de pesos a que ascendían las costas. Diligencias praticadas ante el tribunal en cumplimiento de los mandados en el auto de 30 de enero de 1798. El Dr. Andrés de Mnzanares, Visitador de este Obispado hace saber al Vicario de Valencia que en visita de lo presentado por Villegas en los autos sobre cuentas de la Cofradía se regularon las costas según especificación que de ellas se hacen, y que ascienden a la cantidad de 5.187 reales.

      Los cofrades de las cofradías de Iglesia parroquial de Valencia serán los primeros colaboradores en la construcción de un templo duradero. En 1722 se fijaron edictos convocatorios para la Mayordomía de Fábrica del templo. Se presentaron en oposición el Capitán José Clemente Araujo y el Sargento Mayor Luis Rodríguez Guzmán, resultando electo el referido Sargento Mayor. Tres años después, el Mayordomo Administrador, el Alférez Francisco Lozano Velásquez, presenta cuenta de la fábrica.

    En 1726 queda vacante el curato de Valencia por el ascenso del Pbro. Pedro Thamarón y Romeral. En la posición del cargo, queda elegido el Pbro. Francisco de Grasela. El año siguiente, por el fallecimiento del Pbro. Pedro Rodríguez Baldívez, se elige el Pbro. José Felipe Martínez.

    En 1729 encontramos que los Pbros. Francisco de Ayesterán y José Felipe Martínez, curas de la Iglesia parroquial de Valencia, presentaron al Teniente Gobernador de Venezuela al Lic. José López Merchán como apoderado ante el Tribunal de Caracas, en conflicto con el Sargento Mayor Luis de Guzmán, Mayordomo de dicha parroquia, quien también presentó como apoderado ante el Tribunal al señor Juan de la Peña y Montalbán.  En 1740 fallece el Pbro. Ayesterán, siendo elegido para el cargo el Pbro. Dr. Carlos de Herrera.  

    Ya en 1742 el Pbro. Herrera deja la parroquia por ascenso, y después presentar oposición del curato, quedó electo el Pbro. Juan de Mendoza Colmenares. En 1747 fallece el Pbro. Gabriel Rengifo Pimentel, Sacristán Mayor de la Iglesia parroquial. Lo desplaza después de hacer oposición el Pbro. Lic. José Santiago de Figueroa. 

     El Gobernador y Capitán de la Provincia de Venezuela, Gabriel de Zuloaga, nombra al señor José Luis Felipe, para que liquide las cuentas de las rentas de la Iglesia parroquial de Valencia. Asimismo, el señor Obispo de Caracas y Venezuela, Mons. Juan García Abadiano, ordena a localizar en los Archivos de Valencia el testimonio de Escritura de obligación y fianza que debió otorgar para la seguridad de las rentas del Hospital de la ciudad al señor Luis Rodríguez de Guzmán. 

      En la vida pastoral de la Iglesia parroquial de Valencia a mitad del siglo XVIII tendrá mucha influencia la Cofradía de Las Benditas Animas del Purgatorio. En 1752 ejerce como Mayordomo de dicha cofradía el señor Francisco Romero, quien fue elegido el 21 de febrero.

   En 1754 queda nuevamente vacante la Iglesia parroquial de Valencia por la promoción al Puerto de La Guaira del Pbro. Dr. José Atienza de Castillo. Después de la convocatoria y oposición queda electo el Pbro. Dr. Pedro de Herrera. Asimismo, el año 1755 queda vacante uno de los beneficios de la Iglesia Parroquial por ascenso del Pbro. Dr. Luis José de Vargas, y quedó electo el Pbro. Lázaro Ignacio de Payba.

    En 1756 encontramos un curioso conflicto en relación a la celebración de la misa de dos fieles de la Iglesia parroquial de Valencia, Juan Antonio de Aponte y Miguel Fernández del Rincón; ellos exponen al Vicario General de la Diócesis algunos puntos en relación a la celebración de la misa por parte del cura de Valencia, Pbro. Lázaro Paiba. El Pbro. Dr. Pedro de Herrera, abogado de la Real Audiencia y Cura Rector de Valencia, Juez Eclesiástico y de Diezmos, Comisario Subalterno de la Santa Cruzada, contesta a la consulta. Por parte del Obispo dicta sus órdenes, lamentando la falta de reflexión de sus palabras, por lo cual los amonesta.

    En el Libro de Gobierno Nº 2 (1752 (1766)- 1797), de la Iglesia Parroquial de Valencia, folio 3 vuelto encontramos un Despacho con fecha 2 de mayo de 1753, acerca de “permitir, como permite el huso de todo genero de Carnes, de toda las partes de qualesquier ave, y animal para lo pasado, bedadas en los días simples de Sabado de todo el año, esto es, en aquellos que no son de Cuaresma...”. Está inserto un Despacho sobre la celebración y requisitos para contraer matrimonio, por el cual los Curas:

por ningun motibo ni pretesto, casen, ni presencien por si, ó sus The[nient]es, ú, otros Saserdotes de su licencia, Matrimonio alguno de noche, ni fuera de las Puertas de su Iglecias Parroquiales... ni tampoco casen dispensando amonestacion alguna en ningun caso sin dár cuenta primero a su Señoría Ylustricima ... a exepcion del peligro de muerte tan urgente que no diere lugar...; y asi mismo para que los Vicarios Foraneos dentro de las dos dietas, docientos mil pasos de esta ciudad, no resivan  informacion  de Solteria de los vagantes, estrangeros, o de partes distantes, ni los Curas Casen a las tales personas, ni los que aunque sean sus Feligreses, y oriundos en dho. territorio hubieren estado ausentes fuera de el por tiempo de seis meses, sin licencia de esta Curia; ... pena de excomunion mayor, Late sentenciae, ipso facto, incurrenda (…)[38].

    En 1759 fallece el Pbro. Dr. Pedro de Herrera, y como era costumbre de la época se hicieron edictos de convocatorias y se presentaron 23 clérigos para la oposición, entre las cuales quedó elegido el Pbro. Luis Antonio Méndez Quiñones.   

      Existe un Auto de fecha 25 de enero de 1760, que versa sobre diligencias remitidas al Tribunal Eclesiástico[39] por el Cura de San Juan Bautista del Pao, por lo cual se aprobó  lo operado por dicho Cura en no haver pasado a presenciar el Matrimonio que pretenden contraher Pedro Martín de Aular y María Seledonia...[40]. Aular era feligrés del Valle de Canoabo, y María Seledonia era natural de El Pao y feligrés de Valencia.

    Un documento fechado el 12 de junio de 1766, el Capitán Bernardo Joseph Páez efectuó el reconocimiento de un censo por la cantidad de quinientos cuarenta pesos (540 Ps.), a favor de la Iglesia, para la celebración de las misas de aguinaldo. Al momento del reconocimiento solicita cargar sobre su persona y bienes la citada suma, en virtud del censo que dejó Don Salvador González, para que se celebrasen con sus réditos, las mencionadas misas, cifra ésta que obtuvo en su poder Don Francisco Vicente Cazorla[41]. La exposición precedente nos da una idea de la antigüedad del oficio religioso de las misas de aguinaldo o la novena del Niño Jesús en las Pascuas de Navidad, en esta ciudad de origen netamente colonial.

    En este mismo año, el Pbro. Juan Domingo Córdiva, vecino de Valencia, apoderado del Pbro. Carlos Monagas, se dirge al Previsor y Vicario General del Obispado para manifestarle que hace años que ejerce el empleo de Mayordomo y Administrador de las rentas de la Fábrica de la Iglesia de Valencia, pero que en la actualidad le es imposible “atender con la vigilancia que desea al cuidado de su administración”, por la cual solicita sea nombrada otra persona. 

      Siguiendo con el estudio del mencionado libro de gobierno, encontramos un Despacho con fecha 25 de noviembre de 1766, que se refiere a los reos que buscan refugios en los templos parroquiales, puede leerse:

Despacho en el Cual Su Señoría Ilustrísima Don Diego Antonio Diez Madroñero, Obispo de Caracas y Venezuela, hace saber que ‘en cumplimiento de dos Cédulas Reales de Su Majestad (que Dios gue) fechas, una en sinco de Abril de mil Septecientos, sesenta y quatro sobre la extraccion de los reos que haviendo cometido delitos enormes, y gravícimos de la clace de los que por notoriedad, y por sus circunstancias se concive que son de los exceptuados, se refugian  al asilo de la sagrada Ynmunidad,  y la otra de dies y ocho de Abril de mil septesientos sesenta y seis, sobre los soldados que se retraen en la Yglecia con el fin de deducir desde ellas sus quexas o pretenciones: mandamos... librar... las presedentes letras... a fin de que si  susediere, que alguno, ó algunos Soldados se refugiaren a las Yglecias Seculares, ó regulares... sin haver cometido delito presedente luego que seais requeridos por algunos de sus xefes Miltares (sic), unais a la de estos buestra dispocicion, para que vajo la caucion que daran, sean extraidos con el respecto a la Yglecia...  Pero si acaeciere que alguno, o algunos Soldados, u otra persona de qualquiera estado, calidad que fuere refugiare a la Yglecia, haviendo cometido Omicidio, u otro delito, mandamos que immediatamente que de éllo sepais, o tengais noticia, procedais de oficio a inquirir, e indagar por Sumaria Ynformacion de testigos el caso con todas las circunstancias en el ocurridas, conducente a la gravedad del delito cometido, y formar concepto sobre la extraccion que deva hacerse según la dispociciones de dro. y Bulas Apostolicas que corresponde... y con toda brevedad nos la Remitireis... a efecto de decretar si ha, o no lugar a la extraccion de los tales Reos quando fueremos requeridos para ellos...[42].

     En 1767 muere el Sacristán Mayor de la Iglesia Matriz de Valencia, el Pbro. José de Figueroa; para el cargo fue elegido el Pbro. Antonio Remigio Landaeta.       

      El Obispo Diego Antonio Diez Madroñero falleció en esta ciudad de Valencia en 1769, cuando efectuaba su Visita Pastoral, tal como consta en el acta de sepultura:

Oy Savado quatro de Febrero de este año de mil Septecientos Sesenta y nueve. yo el Dr. Luis Antonio Mendes Quiñones [Cu]ra Rector de esta Parroquial de la Ciu[dad] de la Nueva valencia del Rey. Di Sepultura en la Capilla de Nra Sra del Socorro de ella, con entierro mayor Cantado al Cuerpo del Yllmo Señor Dr Diego Antonio Dies Madroñero. Dignissimo obispo q[ue] fue de esta Diocesis, el q[ue] murio recividos los Santos Sacramentos de la Penitencia, Sagrada Eucaristia y extrema uncion: de q[u]e certifico[43].

     En un Edicto de fecha 2 de enero de 1767, conocemos la noticia de un terrible terremoto acaecido el 21 de octubre de 1765: 

(...) con grande consuelo de Nuestra Alma, tributandole al mismo tiempo las alavansas de sus Misericordias; pues que no nos consumió, dejandonos enterrados segun en lo natural... la accion de gracia a Dios, y continuacion de  Rogativas,... cantar en todo los dias de la Semana siguiente a el resivo de este nuestro edicto, cada Cura en su Parroquia Misa progracianum actione... mas fervorosa devocion de los Gloriosos San Carlos Borromeo, y San Phelipe Neris, nuestros protectores, y  especialissimos fiadores y Abogados a quel contra la peste, y este en los terremotos...y ademas de estos santos Patronos... elijan los Padres, o cavesas de cada familia otro que lo sea [de la] Casa, y en élla se perpetue, como su defensor...[44].

       En este mismo edicto se dispuso, en cuanto al gobierno de la feligresía con la formación de matrículas, y donde podemos notar la mentalidad barroca del momento:

 (…) ordenadamente pondrán en primer lugar la calle de la Santicima Trinidad, y despues las avocaciones de Nuestra Señora en el titulo de cada quadra, Santos Patronos de sus casas y familias pasando con el mismo orden y formalidad á la segunda Calle de la Encarnacion del hijo de Dios, de esta á la del Nacimiento del  niño Dios; de esta á la de la Presentación de el niño en el templo, de esta á la de Santicimo Sacramento, de esta á la del Corason de Jesus de esta á la de la Oracion en el huerto de esta á la del Prendimiento de Christo de esta á la de Christo Crucificado de esta á la del Perdon de esta [a la de] Injurias de esta á la de la Muerte y Calvario de esta á la de la Resurreccion de Christo de esta á la de la asencion del Señor y de esta á la del Juicio universal, omitiendo de estos Misterios de la Vida, Pación, Muerte y resurreccion de Christo, donde tantas calles no huviere, los que les paresca y añadiendo los omitidos en los intermedios donde huviere mas...[45].

      Para llevar a cabo estas disposiciones del Obispo, la Diócesis de Caracas y Venezuela contaba con el siguiente clero secular en territorio carabobeño, en el año 1768[46]: Dos curas para atender la Iglesia parroquial de Valencia: el Pbro. Luis Antonio Méndez, de 40 años de edad, oriundo de Caracas, había estudiado en el Seminario Santa Rosa de Lima de Caracas, se graduó de Maestro de Filosofía y Doctor en Cánones; y el Pbro. Lázaro Ignacio de Paiba, quien tenía 62 años, oriundo de las Islas de Canarias, tenía como Cura de propiedad 36 años, 9 años en el pueblo de Morón, 8 años en la ciudad de Nirgua y los restantes en la ciudad de Valencia. Había estudiado en el Seminario Santa Rosa de Lima donde cursó Teología Escolástica y Moral.

    En el eje del oriental de Carabobo, la Parroquia San Agustín de Guacara la atendía el Pbro. Joseph Antonio Sabino Gómez, de 42 años de edad, y 12 años de cura, antes de venir a Guacara atendió los curatos Carayaca y Naiguatá, y era bachiller en Filosofía y estudió Teología Moral. En la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Güigüe, la administraba el Pbro. Eugenio Perea, quien tenía 38 años de edad y 13 años de cura en la población de Güigüe. Estudió en el Seminario de Caracas Teología Moral. En el eje occidental, en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Montalbán, atendía el Pbro. Antonio Joseph González, de 40 años de edad y 15 años como cura en el pueblo de Montalbán. Estudió en el seminario de Caracas Teología Moral.

    En la zona costera de Carabobo, el Párroco de la Iglesia parroquial de Borburata era el Pbro. Andrés Domingo de Vargas, quien tenía 44 años de edad y 19 años ejerciendo el curato en dicha parroquia; había estudiado en el Seminario Santa Rosa de Lima Teología Escolástica y Moral. El Cura de San Esteban de Puerto Cabello era el Pbro. Juan De Ascanio, de 40 años de edad, y 12 años de cura, y también estudió en el Seminario de Caracas Teología Escolástica y Moral, y era Bachiller en Filosofía. El Cura de Morón y Alpargatón era el Pbro. Lorenzo Bayas, de 34 años de edad y 9 años de cura; estudió en Caracas Teología Moral. Y finalmente el Cura de Patanemo era el Pbro. Joseph González, quien tenia 34 años de edad y 9 años de cura, y estudio en Caracas Teología Moral.  

    En 1773 se convoca concurso para la provisión de uno de los beneficios del curato de la Iglesia parroquial de Valencia, siendo elegido el Pbro. Pedro Villamediana.

     En 1775 la Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro reclamaba la propiedad de la campana que estaba en la torre del templo parroquial de Valencia, pues se había comprado con el fin de guardarla para cuando la divina imagen tuviera ermita o templo. Su Mayordomo, el Comandante Bernardo José Páez, manifestó que la campana fue costeada por la cofradía, y por ende se mandó que el Mayordomo de la Iglesia parroquial pagase 192 pesos y siete reales del costo total de la campana. En 1779, el Teniente de Milicias de Pardos y Mayordomo Administrador de los bienes y rentas de dicha cofradía, José Espinoza y Tejada, manifiesta al Vicario y Juez Eclesiástico de Valencia que la imagen de Nuestra Señora del Socorro no tiene un vestido decente como corresponde y le hace falta lámpara para su capilla, estandarte y faroles para las procesiones.

     En ese mismo año, el Pbro. Lic. Juan José Mora, a nombre del Pbro. José Antonio Páez, actual mayordomo de la fábrica de la Iglesia Matriz de Valencia, se dirige al Provisor y Vicario General del Obispado para solicitar licencia necesaria para la construcción de una nueva capilla bautismal y la destrucción de la antigua.

    En 1776, el feligrés José Manuel Julián de los Monteros se dirige al provisor y Vicario General del Obispado solicitando la licencia necesaria para crear una Escuela en una de las casas de la ciudad de Valencia, argumentando que los niños necesitan de quien les instruya en el catecismo de la doctrina cristiana, y “primeros rudimentos de leer, escribir, y demás cosas conducentes a la buena educación de la cristiana juventud”.

     El Pbro. José Antonio Páez, Administrador de los Bienes de la Iglesia Parroquial de Valencia, en 1777 solicita licencia para comprar un Órgano para la Iglesia, indicando que el antiguo no puede componerse por estar muy viejo “y los materiales de que está compuesto, del todo inútiles y enteramente corrompidos”.

    En el libro de gobierno mencionado arriba se alude por primera vez, que esta ciudad de Valencia se le llama “ciudad de la Anunpciacion de Nuestra Señora de la nueva Valencia del Rey. Respecto a una fecha que nos sirva de referencia toponímica, para ratificarle su nombre y apellido, la tenemos en el folio número 39 vuelto; esto es importante, ya que de esta forma se aclara la creencia de algunos historiadores y de otros amantes de la historia que dicen que a esta ciudad se le denominó Anunciación de Nuestra Señora o Nuestra Señora de la Anunciación, a partir de la Visita Pastoral del Ilmo. Obispo Dr. Mariano Martí Estadella[47], realizada desde el 18 de marzo de 1782. Es parte del tenor escrito en el folio mencionado, lo siguiente:

 ….proveyó el Ylustricimo Señor Don Diego Antonio Dies Madroñero... ciudad de la Anunpciacion de Nuestra Señora de la nueva Valencia del Rey a dies de Noviembre de mil Septecientos sesenta y siete. Luego, en el folio 40 podemos leer: En la Ciudad de la Anunciacion de Nuestra Señora de Valencia del Rey, a veinte de Henero de mil Septecientos sesenta y Ocho el Ylustricimo Señor Don Diego Antonio Diez Madroñero... en consequencia del Auto proveydo en beinte y sinco de Noviembre del año pasado de mil septecientos sesenta y siete... en cuya fe doy la presente que firmo en esta Ciudad de Valencia a veinte y tres de Henero de mil septesientos sesenta y ocho... (Negrillas mías).

     No hay duda que el primer patronazgo de la Iglesia parroquial y de la misma ciudad de Valencia era “Nuestra Señora de la Anunciación”, que posteriormente, a mitad del siglo XVIII, es desplazada en el sentir popular por la avasallante devoción que se venía despertando en la advocación de Nuestra Señora del Socorro.        

     En la vida ordinaria de la gente, especialmente en los asuntos matrimoniales, se aconsejaba lo siguiente: Para evitar los contratos de esponsales y matrimonios que se efectuaban sin consentimiento de los padres, abuelos y deudos o tutores, de que resultaban grandes ofensas a Dios, discordias, escándalos y otros graves inconvenientes en lo moral y político, se dispuso el cumplimiento de la Real Pragmática de fecha 23 de marzo de 1776:

  ...los tales... menores de veinte y sinco años deban... pedir y ostentar el Consejo, y consentimiento de sus Padres, y en su defecto de la Madre; y falta de ambos de los Abuelos por ambas lineas respectivamente; y no teniendolos de los dos parientes mas sercanos que se hallen en la mayor edad... Que esta obligación comprenda desde las mas altas clases del estado, sin execion alguna, hasta las mas comunes del Pueblo... Si llegase a selebrarse el Matrimonio sin el referido consentimiento… los que los contrageren como los hijos, y desendientes que provenieren del tal Matrimonio, queden inhabiles y privados los efectos siviles, como son el dro. a pedir dote, o legitimas, y de suceder como herederos forsosos... para que no puedan pedir en Juicio...[48].

     Un Edicto del Obispo Martí, fechado en la ciudad de Guanare, a 30 de septiembre de 1778, para su debido cumplimiento expresa:

hemos encontrados algunos abusos por no observarse en diferentes puntos lo que aserca de éllos está dispuesto... lo prevenido en el Sagrado Concilio de Trento... mandamos principalmente a los Curas y sus Tenientes, así de españoles, como de Doctrineros de Yndios  y Micioneros ... guarden en lo venidero... que en cada Yglecia, haya los sinco (sic) Libros que debe haver: Uno de Bautismo, otro de Confeciones, otro de Entierros, y otro de Statu Animarum, de suerte que  este ultimo, contenga la universal descripcion  de sus feligreses, poniendo en él con claridad, y distincion, los de cada familia, los que son de sola confecion, y notando lo que estan admitidos a la Sagrada Comunion, los que estan confirmados, y los que han mudado Domicilio y vecindad...[49].

      Este Edicto revela una de las razones por la cual no poseemos algunos libros parroquiales, y es que los Curas y sus Tenientes no cumplían con la obligación de llevar al día dichos libros. El 18 de marzo de 1782, llegó a la Ciudad de la Nueva Valencia del Rey, el Obispo Mariano Martí. En esta visita él señala los linderos de la Parroquia de Nuestra Señora de La Anunciación:  

consiste en diez Leguas de Oriente a Poniente, y diez y seis de Norte a Sur, poco más, o menos: Al Oriente confronta con el Pueblo de Los Guayos, distante Legua, y media; al Poniente con el Pueblo de Montalván del Vicariato de la Ciudad de Nirgua, distante quince Leguas; al Norte con el Pueblo de Guaiguáza del Vicariato de Puerto Cabello, distante nueve Leguas, poco más, o menos, en que intermedia una alta Cerrania; y al Sur con el Pueblo del Tinaquillo del Vicariato de la Villa de San Carlos, distante once Leguas[50].

    En este extenso territorio parroquial había 1.082 casas, con unas 1.264 familias y un total de 7.237 habitantes sin distinción de castas. En el cuidado pastoral había siete Sacerdotes Seculares, inclusive los dos Curas y el Sacristán Mayor. Entre los años 1767 a 1782 no se había revisado el estado de cuentas de la fábrica de la Iglesia y de los Libros Parroquiales:

 Se recivieron Cuentas a los tres Mayordomos que Succesivamente havian administrado las expresadas rentas de Fabrica desde Marzo de mil setecientos cinquenta y seis, que no se havian aprobado algunas, por que aunque en el mil setecientos sesenta y siete, comenzó a practicar su Pastoral Visita en esta Ciudad el Illmo. Señor Dn Diego Antonio Diez Madroñero immediato antecesor de Su Señoría Illma, no se recivieron Cuentas en ella, ni aun se visitaron los Libros Parroquiales, por haver llegado enfermo dicho señor Illmo, y fallecido despues de una dilatada enfermedad el dia tres de Febrero del año de mil setecientos sesenta y nueve…[51].
     
    El Obispo Martí menciona en su Visita Pastoral los siguientes libros más antiguos, cuando visitó la Cofradía del Santísimo Sacramento, el 22 de marzo de 1782, y encontró “que en el único Libro antiguo que existe se hallan cuentas del año de mil seiscientos, y sesenta, y algunos asientos de hermanos[52]. Ya para esta época habían desaparecido muchos libros o documentos anteriores a esa fecha. Luego visitó la Cofradía de la Inmaculada Concepción, en donde:

 Solo se han conservado tres Libros antiguos, los dos de Cuentas, y el uno de asientos de hermanos; y de ellos consta que esta Cofradía fue fundada con el Titulo de la Inmaculada Concepción  de Nuestra Señora, y que despues se le agregó la Cofradía del Rosario por el Illmo Señor Dn Frai Juan de Bohorques con facultad del Reverendíssimo Padre General del Orden de Santo Domingo: Que en veinte y tres de Octubre del año de mil seiscientos ochenta y seis fue visitada por un Comisionado del Illmo Señor Dn Diego de Baños Dignissimo Obispo que fue de esta Diocesis…[53].
  
    El Pbro. Antonio Páez, “Teniente de Vicario Foráneo de la Nueva Valencia del Rey”, recibe facultades del Obispo Martí para visitar el Oratorio del Valle de Chirgua, acompañado del encargado, el Pbro. Lorenzo Blanco, quien era hijo doña Isabel Clara de Herrera, dueña de la hacienda donde estaba ubicado el oratorio. En el inventario se encontró:

(…) Entre las cosas revisadas están la Sta. Cruz del mismo altar, un cáliz de plata con la copa dorada, una patena y una alacena que está inmediata al altar, embutida en la pared en que se guarda los libros y papeles de este oratorio y habiéndola abierto, no halló ningún libro, ni papeles y pregutando el referido Pbro. Contestó, no los ha habido nunca a pesar de que se bautizaba, se preciaban matrimonios y se sepultaban difuntos con expresa licencia de los curas rectores….[54].
   
     Volviendo a la Parroquia de Valencia, el Obispo Martí realiza inventario de los libros parroquiales: “se visitaron los Libros de Bautismos, Casamientos, y Entierros, reconociéndose las partidas que en ellos se han extendido desde la citada Visita del año mil setecientos quarenta y cinco…”[55]. Un despacho fechado el 1 de junio de 1782, dado en “nuestro Palacio Episcopal de la Ciudad de Valencia[56] por el Obispo Mariano Martí, ordena: “Para que los curas... y otro qualquiera Sacerdote que residiere en esta Parroquia, guarden gravedad, circunspeccion, y modestia en su porte: les ordenamos, y mandamos, que fuera de sus casas, y en publico, anden siempre con cuello y ropa talar negra, que manifiesten su estado y buen exemplo al Pueblo...[57]. Se ordenó también formar: “un Libro de asiento de todas las pias fundaciones, á sí de Misa cantadas, y resadas, como de los legados condicionales á favor de la Yglecia...”[58] Se exigía prevalencia a la moralidad; se combatía la promiscuidad; a tal efecto veamos la siguiente disposición:

 Por quanto ha llegado a nuestra noticia... que los Padres permiten tratarse los hijos, é hijas ya adultos de una familia con los hijos, e hijas de otras con el motibo de ser entre si parientes persuadiendose que el parentesco le da livertad para un trato lisencioso de lo que se siguen muchisimas ofensas contra la Divina Magestad: Ordenamos y mandamos a los Padres de familias, que pongan el mayor cuidado y esmero en prohivir semejante comunicacion; y al mismo fin de evitar pecados; no deberán consentir que sus hijos, e hijas... en llegando a la edad de la discrecion, duerman en una misma pieza, y mucho menos en una propria (sic) cama... Para evitar las obscenidades de palabras y acciones lisensiosas entre los que han combenido casarse les prohivimos, el que el uno entre á la casa del otro, vaxo la pena de quatro rreales por cada vez que se contraviniere a esta prohivicion que deberan cobrar los curas para la fabrica, o sacristia...[59].

      Respecto a los cadáveres, estaba dispuesto “que antes de las beinte y quatro horas, no se entierre los cadaveres menos en un caso particular que sus circunstancias no permitan esta dilación[60]. Y sobre las Primicias, impuesto que se debía retomar en los labradores, se asentó:

 Siendo las Primicias de los frutos de la tierra un reconocimiento especial que se consagra a Dios, y cuya paga debe por derecho hacerse a los Parrocos que corresponden con las Oraciones y sacrificios... Entendidos de que la mayor parte de los Labradores de este feligresado no las pagan... Mandamos que... pagen dichas Primicias (a excepcion del Cacao por haver pleito pendiente) de todos los demas frutos que cogieren segun por antiguicima costumbre se observa en los demas lugares de este Obispado, de cuyo modo quedarán... exoneradas las conciencias de los mismos Labradores...[61].

       Y acerca de la moral y buenas costumbres de la mujeres, tenemos como referencia: “informados de que muchas Mugeres no solo entran a la Yglecia con redecillas, las sayas altas, y poco tapados los pechos, si no aun lo que es mas reprehencible, y abominable que con esta misma profanidad se lleguen al confisonario, y aun á la Sagrada Mesa de la Comunion Eucaristia: Ordenamos que los Curas... amonesten y reprehendan severamente estos usos tan impropios al recato...[62]. Con relación a la falta de respeto a los altares y a la antiquísima devoción de la Santa Cruz realizada por los mulatos o zambos o negros, llamada gente común, se menciona:

(…) informados de qe en las casas fuera de esta Ciudad, y en los campos del territorio de esta Parroquia con pretesto de debocion á la Santicima Crus de la fiesta de su Ynvencion, se hacen Altares, a que con motivo de velarla concurren asi de dia, como principalmente de noche, personas de ambos sexos de cuya mexcla y confucion resultan Bailes vevesones, y otros excesos lamentables en que pasan las noches... prohivimos los mencionados velorios de la Santicima Cruz...[63].

     Esto fue lo dispuesto en la Visita Pastoral del Ilmo. Obispo Martí; su Secretario y Notario de Visita fue Joseph Joachin (José Joaquín) de Soto Las medidas anteriores se complementan con esta:

Por quanto es notorio las frecuentes embriagueses de muchas personas de la gente comun de esta Ciudad y su territorio, ocasionadas de la bebida del guarapo que se permite vender en tiendas publicas, con tal fortalesa que los que usando de dicha bebida llegan a perder el sentido, con notable daño de su salud espiritual y temporal... y mediante a que para reprimir este desorden, y abuso no han vastado las exortaciones de los curas... Pongase en noticia del Señor Governador y Capitan General de esta Provincia...[64].

     Estas medidas eran muy frecuentes en los pueblos carabobeños. Acerca del Archivo parroquial, el Obispo Martí dispuso:

 ... transcriban autenticamente en este Libro todos los Edictos, Despachos, y providencias de govierno que se libraren con el t[iem]po cuios originales que deban existir en el Archivo de esta Iglesia, irán acumulando por el orden de sus fechas a los hasta ahora expedidos, de que formarán un Legajo, ó mas con cubierta  correspondiente en modo de Libro que se custodiará en dicho Archivo con los demás parroquiales, teniendo especial cuidado de recorrerlos y sacudirlos generalmente con frecuencia para evitar la introduccion del comegen, ó Polilla, con apercivimiento de que se les hará cargo en visita, ó fuera de ella... Valencia a primero de Junio de mil setencientos ochenta y dos... Mariano Obispo de Caracas” (Negrillas del autor)[65].

      En 1785 fallece el Pbro. Lázaro Ignacio de Paiva, y como costumbre de la época se libraron edictos de convocatorias, donde se presentaron nueve opositores, de los cuales fue elegido el Pbro. Joseph Antonio Callejón.

    En 1787, un grupo de devotos de la parroquia de Valencia manifiestan su iniciativa de crear la Cofradía “Nuestra Señora de Aránzazu”. Asimismo mandaron a construir una imagen de dicha advocación a similitud de la aparecida en el Monte y laderas de Alona, jurisdicción de la Villa de Oñate, España, la cual colocaron dicha imagen provisionalmente en el Convento de San Francisco, con el fin de construir una capilla u oratoria “en la parte del poniente, inmediato al lugar que llaman Los Corrales, a la salida del Camino Real para la tierra adentro, en cuyas inmediaciones habitan algunos vecinos”. 

    En 1788 hubo un intento de crear la Parroquia Eclesiástica “Nuestra Señora del Carmen”, en el sitio de Las Manzanas, territorio asignado a la Parroquia Eclesiástica de Tocuyito. Los feligreses Blas de Lamas, Comisario; Bartolomé Cazorla, el Capitán Carlos Monagas y Windevoxhel, “vecinos del otro lado del río Pao”, manifestaban al Vicario y Juez Eclesiástico de la Santa Cruzada, Pbro. José Antonio Páez, lo siguiente:

del prejuicio de no poder disfrutar del pasto espiritual, por tener una legua de distancia de sus haceindas en los valles de Paya, Mucayra, Queipa, Aguacates y maruria a la ciudad y al nuevo pueblo de San Pablo una legua más y porque en tiempo de invierno son dos leguas de barriales y dos ríos de por medio, que son el Pao y el Guataparo  Por todo lo expuesto, los señores referidos, piden a S. S.: ser desmembrado del Curato de San Pablo y hacer su iglesia en el sitio de Las Manzanas con el título de Ntra, Sra. del Carmen, sin perjudicar al nuevo Curato de San Pablo, ya que su feligresía consta de 1.520 almas… (…)[66].

    A pesar de los argumentos y los testigos presentados (Subteninte Pedro Lorenzo Guevara, Félix Páez y Teniente Coronel José Cornelio Hidalgo), el 21 de mayo del mismo año, reciben respuesta que “dicho sitio corresponde al territorio señalado a la nueva Parroquia de San Pablo… por tanto no hay lugar por ahora la erección de dicho Curato”.

      En Auto fechado 20 de septiembre de 1788, copiado por el mismo Pbro. Callejón, tenemos una carta orden con este texto “consequente al Real Decreto de S. A”, expresando: 

La Real Audiencia de esta ciudad en Auto de dose de Henero, ultimo, y primero del corriente febrero ha acordado que... los Parrocos... que asienten las Partidas de los casamientos, y Bautismos de personas Blancas, y sus hijos, sean o no sirvientes, en Libros determinados a estos fines, sin mescla de otras personas, y sin la expreccion superflua y equivoca de Gente de servicio que para los Mulatos sambos, y demas castas tengan otros Libros distintos, en que asienten las Partidas de Bautismos, y Casamientos de los Esclavos; sin que en este Libro pueda mesclarse otra especie de Personas...[67].

      Sabemos que los Párrocos no cumplieron cabalmente con este mandato, pues el mestizaje biológico y cultural era abrumador ante la nueva cultura emergente. Este otro párrafo es de gran importancia en cuanto a las transformaciones que va sufriendo el templo parroquial, y su tenor puede leerse en los folios 91 vuelto al 92:

 Caracas. dose de julio de mil septecientos noventa y dos. Visto con lo informado por el Vicario Foraneo Juez Ecco. de la ciudad de Valencia: no ha lugar a la pretencion del Bachiller Dn Antonio Landaeta Sacristan Mayor de aquella Parroquial: Mantengase al pie de la Cruz de Jesucristo Crucificado en el nuevo Tavernaculo sostituido el antiguo que tenia la misma Yglecia, y  en el Altar en que ella siempre se ha venerado la Ymagen de la santicima Virgen Maria, en el Misterio de sus Dolores como propria que es dicha Yglecia. Pero si el referido Bachiller Dn Antonio Landaeta sin perjuicio de la colocacion y culto publico, ya dado a la expresada Ymagen de Dolores quiere (como se espera) continuar en su devocion a la de la Soledad que recientemente ha manifestado, y colocarla en la Yglecia para la publica veneracion, podra hacerla, prosediendo la anuencia de sus Curas y del mencionado Vicario... Doctor Luis Antonio Mendes Quiñones. Ante mi Francisco Antonio de Sanz, Secretario de Cavildo.

           Podemos observar ahora algunas Licencias de Hábito conferidas por el Obispo Fray Juan Antonio:

 Nos el Doctor Don Frai Juan Antonio de la Virgen Maria Viana... Por quanto por Ynformacion que hante nos ha presentado Dn. Jph. Franco Melian hijo legítimo de Dn Diego Melian y de Da Maria Josefa Quiñones... nos consta su legitimidad limpiesa de sangre, buena vida y constumbres. Por las presentes le consedemos nuestra lisencia para que pueda vestir, y vista los havitos clericales, y le encargamos que en todo se porte con la compostura y modestia...; y le acignamos la Yglecia Parroquial de la ciudad de Valencia, donde a cudirá con esta nuestra Lisencia a su Cura Rector para que tome rason de élla: sin que en el interin pueda usarla; ni le valga: hacistiendo de sobrepellis y bonete... Dada en proprio Palacio Episcopal de Caracas... a nueve de Noviembre de mil setecientos noventa y tres. Frai Juan Antonio Obispo de Caracas[68].

     Posteriormente, el 4 de julio del siguiente año, se dio licencia para el mismo fin, a don Joseph Francisco Tegera, hijo legítimo de don Francisco Tegera, y de doña Ramona Dias, asignándosele la misma Iglesia Parroquial[69]. La tercera licencia se concedió el 7 de octubre de 1794, resultando beneficiado don Domingo Armas Padrón, hijo legítimo de don Juan Armas Padrón y doña Isabel Ramos Cancines[70].

    En 1795 fallece el Pbro. Callejón, y el Obispo Juan Antonio de la Virgen María Viana mandó fijar los edictos convocatorios, y fue elegido el Pbro. Francisco Antonio Hidalgo.

      El 20 de junio de1795, el señor don Pedro Carbonell, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, Presidente Gobernador y Capitán General de esta Provincia, participa que la Iglesia parroquial de Valencia se encontraba vacante:

 haviendo visto la carta consulta del... Doctor Dn Juan Antonio de la Virgen Maria Viana... por lo que participa... que hayandose vacante uno de los beneficios curados de la Yglesia Parroquial de la ciudad de Valencia por fallecimiento del Bachiller Jph. Callejon... se expidieron... Edictos... hicieron opocicion entre otros el Bachiller Don Francisco Antonio Hidalgo, el Presvitero Dn Lorenso Lovera, y el Doctor Don Andres Tovar... comparecieron... a examen Sinodal de que obtubieron aprovación, por lo que se sirve su Señoria Ylustrisima, proponer para dicho Curato, a los tres opositores, nominados por el orden, referido para su presentacion: en cuya inteligencia su señoria... elige al referido Bachiller Don Francisco Antonio Hidalgo...[71].

     En las Oficinas Generales de Real Hacienda se tomó razón “quedando satisfecha en ella el importe de quarenta y nueve pesos, real y medio de mesada Eclesiástica...”. El 30 de junio del año citado, “en el Pueblo de la Vitoria”, ante don Francisco Albunguergue, Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, Sargento Mayor de Milicias, Comandante Militar de los Valles de Aragua, y Teniente Justicia Mayor de ese pueblo, compareció el Bachiller don Francisco Antonio Hidalgo, Cura Doctrinero del pueblo de San Mateo, y dijo:  
   
 que su Señoría Ilustrísima, se ha servido, colocarle en el Curato... en la Yglecia Parroquial de la ciudad de la nueva Valencia del Rey... y desiando tomar posecion de dho. curato, e, impedirselo algunos embarasos con que se halla... da todo su poder... el Presvitero Bachiller Dn Pedro Hidalgo, y por su falta al Señor Cura Bachiller Dn Pedro Villamediana... para que a  su nombre... tome y aprehenda la Real, actual, y Corporal Posesion, sea quasi de dicho Curato haciendo los actos que le denoten,  judicial, o extrajudicialmente[72].

     El 3 de noviembre de 1795, el Pbro. Hidalgo, Cura Rector de la Santa Iglesia Parroquial de esta ciudad, requirió de doña María Antonio Páez como heredera del Bachiller don Joseph Antonio Páez; a don Francisco y a doña Rita Cazorla, como herederos del Bachiller don Bartolomé Cazorla; y, a Don Gerónimo Rodríguez Callejón y a doña Lauriana Callejón, herederos del Pbro. Joseph Antonio Callejón, presentaran las respectivas cuentas que los dichos llevaron como Mayordomos interinos de la Fábrica de esta Iglesia Parroquial[73]. Hechas las diligencias, quedaron en conocimiento los afectados.
  
      El Obispo Fray Juan Antonio, en una carta con fecha 27 de mayo del citado año, explica la razón por la cual poseemos dos copias del segundo libro de Gobierno en la Iglesia Matriz de Valencia, deja esta constancia: 

Estoi informado que el Bachiller Don Antonio Jph Callejon, y su antecesor en la administracion de la Fabrica de esta Yglecia, Don Bartholome Casorla, murieron de enfermedad contagiosa de Lazarinos, de resultas del manexo de los Libros de ella qe quedaron infestados por fallecimiento de Don Jph Antonio Paez. Para evitar, en lo succesivo semejantes desgracias, prevengo a Vmd que valiendose de Notario copie en testimonios las providencias y demás que contengan dichos Libros usando de las posibles precauciones para no contaminarse, y concluido quemarlos imediatamente; quitandose desde luego el uso de la piesa donde hayan estado, y tomando todos los posibles adbitrios para desarraygar el peligro que con el tiempo se pudiese aun siquiera sospechar...[74].

     El Obispo Fray Juan Antonio expresaba, en letras dadas en Caracas el 19 de diciembre de 1796, que  porparte del Mayordomo, y hermanos de la Cofradia de Nuestra Señora del Socorro, establecida por el gremio de Pardos libres de la ciudad de Valencia en su Yglesia Parroquial”, se le había representado, en presentación de documentos, que por sus Constituciones (aprobadas y confirmadas en Real Cédula de fecha 26 de noviembre de 1752) el establecimiento de esta Cofradía en aquella Iglesia era en calidad de depósito mientras adquirían u obtenían edificio para su Iglesia. La Cofradía participaba tener rentas sobrantes. Por lo tanto:

se ha servido prestar, como Vice Patrono Regio, su consentimto en Auto de Diez y seis del mismo mes; Por las presentes Concedemos licencia para que en la referida ciudad de Valencia se edifique un templo en calidad de Yglesia filial... con bastante capacidad, y de materiales fuertes, y de duración, Conforme al Plan que por Auto de este dia hemos mandado se levante por Arquitetos, vajo la imbocacion, y  titulo del espiritu santo, y de Nuestra Señora del Socorro, adonde a su tiempo se trasladará la espresada Cofradía, sus imagenes, y Altares... y damos la facultad necesaria al Vicario foraneo de dha. Ciudad de Valencia para la vendicion del terreno, e imposicion de la primera piedra... El día veinticuatro de abril del año siguiente, el Cura Rector Juan Antonio Hidalgo pasó al solar contenido en la diligencia de doce de Enero de este presente año (No está asentada la mencionada diligencia).  en que consta el reconocimto de aquel sitio; y puesto de sobrepelliz y estola vendijo el terreno sobre que ha de fundarse la Yglesia... e impuso la primera piedra... el Notario doy fe, Como tamvien de haver quedado puesta una Santisima Cruz de madera en el propio sitio vendecido[75].

      El origen y los avatares que va tener esta obra de construcción de la Iglesia filial, se remonta al día 13 de enero de 1797, cuando el Capitán del Batallón de Pardos, Eusebio López, por permuta efectuada le cedió a la mencionada Cofradía una “casa y solar” para que ésta construyera el templo para la colocación de sus imágenes. En esa misma fecha, María Josefa Gutiérrez le vendió a la Cofradía por el precio de 25 pesos, cuarenta varas de solar con el mismo fin de construir el templo, interponiendo la precisa condición de que se le diese sepultura a ella y a sus descendientes en el lugar. El 9 de junio, Juan Pedro Borges, Maestro Alarife de la Républica, recibió de la Cofradía la cantidad de 3 pesos por haber alineado y repartido el terreno donde de fabricaría la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro.
    Ese mismo año, el Mayordomo Dr. José Sebastián Orellana solicita licencia para la erección de la Iglesia filial. Se concedió la licencia solicitada para llevar a efecto lo pedido. Todos los componentes del cuerpo de la Cofradía en cuestión hacen un pedimento al Capitán General manifestándole que en virtud del permiso que les fue concedido para la creación de un templo en la propia ciudad de Valencia, ellos ordenaron levantar un plano y eligieron el terreno en el lugar más apropiado, pero es el caso que el Vicario ordenó al Mayordomo la suspensión de los trabajos y le manifestó que eligieran un nuevo terreno en otro sitio, a pesar de que el sitio estaba aprobado por los comisionados. Manifiestan que se dirigen al Vicario quien como Vice-Patrono Real toca el conocimiento de esa materia y se sirva tomar las providencias necesarias a fin de que no se perjudique la cofradía y pueda ser construida la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro en el sitio ya elegido. El Gobernador se dirige al Vicario y le manifiesta que deben solucionar amigablemente la controversia sobre el terreno y aceptar el sitio previamente aprobado por los comisionados.

    En ese mismo año fallece en la ciudad de Valencia el Pbro. Francisco Hidalgo. Se le otorgó el beneficio al Pbro. Juan Ignacio Diez Velasco.

     En 1798 el Teniente Coronel Francisco Ramón Páez manifiesta que tiene una posesión de tierras en el valle de Guataparo, en que tiene fundada una arboleda de cacao y hacienda de trapiche y en ella suficiente número de esclavos para su beneficio, y que debido al invierno y las crecidas de los ríos Tocuyo y Guataparo queda imposibilitada su familia, al igual que muchas otras personas, de cumplir con el precepto de oír Misa, por la cual solicita la licencia necesaria para construir un oratorio en su hacienda. El Pbro. Bachiller José Antonio Páez recibe licencia para bendecir dicha hacienda. 


V

     Antes de concluir este segundo período, no podemos dejar de mencionar las parroquias creadas en tierra carabobeña. Al principio del siglo XVII se crea la parroquia de San Agustín de Guacara. En sus inicios fue una encomienda de españoles que pronto se convirtió en “Pueblo de Indios”, y posteriormente, como era habitual de aquel tiempo, pasó a ser “Pueblo de Doctrinas” o Iglesia parroquial. Es difícil, siendo lo más objetivo posible, llegar, por ahora, a una fecha de Erección Canónica de la Parroquia, pues, como muy bien lo afirmaba el historiador carabobeño Torcuato Manzo Núñez: “es un grave error cometido por muchos de nuestros historiadores que confunden la existencia de cuadernos de bautismos en las Iglesias de algunos pueblos, con la erección de esas mismas Iglesias en Parroquias[76]. Sin embargo, el mismo autor llega a decir que el Arzobispo Ibarra “dispuso que el pueblo de Guacara no fuera más Doctrina de Indios… y lo elevó a parroquia el 8 de octubre de 1803[77].

     No sabemos por qué llega a esta conclusión dicho historiador, cuando en la Visita Pastoral el Obispo Martí, el 29 de octubre de 1781, menciona que la Iglesia es Parroquial: “La Iglesia Parroquial de este dicho Pueblo de Guacára está dedicada a San Agustín…[78]. Es más, en esta misma fecha ya no se menciona el tercer anexo de la futura Parroquia San Joaquín de Mariara, que es la primera desmembración de la Parroquia de Guacara. A diferencia de los pueblos de San Diego y de Los Guayos, no existía una Iglesia en el sitio de Mariara o en el sitio de Cura, sino un Oratorio privado. Igualmente, esto lo podemos verificar cuando se dice que “en la supradicha Iglesia Parroquial celebró Confirmaciones Su Señoría Illma, y confirmó mil quinientas y treinta personas, á que agregadas cinquenta y dos que tambien confirmó en el Supradicho Oratorio del Sitio de Cura; y quarenta y quatro que assimismo Confirmó en el Oratorio del Sitio de Mariára de este Territorio Parroquial…”[79]. 

     Ante esta dificultad, al no poder fijar una fecha exacta de la Erección Canónica de la Parroquia, no podemos rechazar otras hipótesis - aunque en la historia no podemos presumir nada -; por ejemplo, en un informe elaborado por el Pbro. Delfín Lozano en 1929, en cuyo título leemos: “Datos curiosos obtenidos por un detenido estudio de todo su archivo y tradiciones cuidadosamente recogidas de personas honorables por el Pbro. Dr. Cesar  L. Castellanos”, se señala lo siguiente:

Perdido en grán parte el archivo antiguo de esta parroquia conservase afortunadamente parte de un libro de Gobierno comenzado el año de mil setecientos sesenta y seis y fué hecho por mandato del Ylmo. Señor Dr. Francisco Diez Madroñero en Sta. Pastoral Vicita al cura propio que lo era el Br. Dn. José Ato. Sabino Gómez. En ese documento importanticimo hay datos acerca del origen de esta parroquia y sus curas en el siglo XVII. Fué erigida canónicamente antes del año de mil seiscientos veinticuatro (1624) y la formaban junto con Guacara los pueblos de S. Antonio de los Guayos y San Diego, siendo su primer cura el Pbro. Dr. Manuel Pèrez…El primer templo que hubo aquí era muy regular y estaba dotado de ricas alhajas según se deduce del primer inventario que se conserva en el Archivo hecho el año de mil setecientos sesenta y cinco por el Padre Muñoz y aunque se encuentra muy roto y comido he podido leer con gran dificultad[80].

      Con este texto se vuelve a poner en el tapete la cuestión de la fecha de fundación de la Parroquia. En nuestro Archivo no existe la parte del Libro de Gobierno e inventario a que se hace referencia en el texto antes citado. Lo más probable es que se haya deteriorado por factor tiempo, o dañado por trazas o comejenes.

     En el eje occidental de Carabobo se crea la Parroquia San José de Canoabo. Cuando llegó el Señor Obispo Mariano Martí en la Visita Pastoral practicada el 22 de noviembre de 1781, la mayoría de los fieles eran pardos libres. Esta Parroquia pertenecía al Vicariato de la ciudad de Nirgua, y tenía como territorio “seis Leguas de Oriente á Poniente, y cerca de cinco de Norte á Sur: al Oriente con declinacion al Sur confronta con la Ciudad de Valencia, distante mas de quince Leguas; al Poniente con declinación tambien al Sur con la Ciudad de Nirgua, distante por linea recta doce Leguas; al Norte con el Pueblo de Uráma, distante ocho Leguas; y al Sur con el supradicho Pueblo de Moltalván…”. En este extenso territorio parroquial había 191 casas, con 230 familias y un total de 1.122 habitantes, sin distinción de castas. Lo más antiguo que encontró el Señor Obispo Mariano Martí fue“un Libro de Matrimonios, que no se sabe si es el primero, cuyas Partidas comenzaron en diez y ocho de Mayo de mil setecientos, y doce, siendo Cura un Presbytero Secular, quien en la inscripcion del mismo Libro apuntó que havia entrado al exercicio de tal Cura el año de mil setecientos, y once…”[81].
      De esta anotación del Señor Obispo Mariano Martí, llegó a la conclusión el historiador Torcuato Manzo Núñez: “Damos por seguro, debido a la incuestionable autoridad del Obispo Martí, que  el primer Cura de Canoabo fue, a raiz de su fundación en 1711 el Pbro. Don Andrés Páez de Bargas[82].  Para el historiador Dr. Ambrosio Perera, la anotación hecha por el Obispo Martí “No quiere decir esto que el pueblo estuviese constituido ese año, pues bien podía tratarse de un cura capellán o de un párroco del valle que prestase a sus moradores los servicios religiosos en una capilla o iglesia del lugar[83].

     También encontramos la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Güigüe, que debió pasar por el mismo proceso explicado en el origen de la Parroquia de Guacara. Al principio sus primeros habitantes fueron españoles con sus encomiendas, hasta darse las condiciones indispensables para la creación del “Pueblo de Doctrinas”. Desconocemos su fecha de erección canónica. Pero por su vieja data es la tercera Iglesia parroquial de la Arquidiócesis.

     El Libro de Bautismos más antiguo, abarca el período comprendido entre los años 1724 – 1743[84]. Faltan los dos primeros folios, y en el número 3, en su parte superior, el asiento corresponde a una partida que viene desde el folio anterior, ignorándose por lo tanto el nombre del bautizado. Las partidas se inician así: “En el Valle de Guigue Juridicion de la Nueba Valencia”, y las primeras las firma el Licenciado “Matheo de Oxeda y Armas”, Cura Capellán de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario.

     A partir del 23 de julio de 1724 hasta el 13 de enero de 1726, están firmadas por el Cura Capellán Pbro. Nicolás Pardo de Lago. El 5 de octubre de 1726 firma el Cura Capellán Pbro. Miguel Silueta. Como Cura Interino se menciona al Pbro. Andrés Núñez, el 8 de abril de 1727; en esta constancia aparece el nombre de la Parroquia como Curato de Occidente. El 27 de diciembre de 1727 aparece como Cura Interino el Pbro. Marcos Pereyra, Comisario del Santo Oficio. Como Cura Capellán el Agustino Fray Carlos Alfonzo Montes de Oca, el 11 de julio de 1728. Para el 17 de noviembre de 1730 tomó posesión del Curato como Cura Capellán, el Pbro. Francisco de Grezala y Aguirre. El 8 de abril de 1731 aparece como Cura Capellán el Pbro. Pedro Regalado de Medina.

    Otra parroquia del Occidente de Carabobo es la Parroquia Nuestra Señora la Inmaculada Concepción de Montalbán. La actual Cronista del Municipio Montalbán, Profesora Mary Acuña, ha realizado una gran labor sobre los orígenes de esta parroquia. Con referente a la fecha de Erección Canónica, la cronista consulta el Archivo Arquidiocesano de Caracas, carpeta 55, sección parroquias, y presenta el siguiente texto: “La Iglesia tarda 4 años en edificarse –1732-1736 - y fue bendecida antes de ser terminada su construcción. La autoridad eclesiástica autorizó su bendición antes que finalizara su construcción y en el mismo sitio de la fábrica bajo enramada previamente adornada tuvo lugar la celebración de una misa, 23 de junio de 1733 en que se elevó a Parroquia Eclesiástica y se realizaron bautizos”.

      Hemos visto en el estudio de las primeras parroquias, que, a partir del siglo XVIII, se venía dando un crecimiento vertiginoso de la población. Según las encuestas hechas por el titánico obispo Martí en su visita pastoral, a finales del siglo XVIII había 2.235 casas, 2.598 familias y 15.396 habitantes en todo el territorio carabobeño, en lo que actualmente constituye la Arquidiócesis de Valencia. Estaban dadas las condiciones pastorales para crear nuevas parroquias, cuyas fundaciones serán las últimas del siglo mencionado y tendrán sus orígenes en el pontificado de este obispo, el cual al conocer toda la realidad socio-pastoral de su feligresía iniciaba la proyección de la futura Iglesia diocesana. Podemos observar en este período que las mayorías de estas parroquias conservan los libros parroquiales, no obstante los primeros libros de gobierno han desaparecido, y esto en principio nos impide conocer sus orígenes. 

      Al estar constituidas las primeras parroquias, los curas párrocos buscarán mejorar la asistencia espiritual de su feligresía a través de la creación de nuevas parroquias. La Parroquia de San Agustín de Guacara, la segunda parroquia más antigua de la Arquidiócesis, será la primera en desmembrarse por su extensión territorial y, más aún, por la necesidad pastoral de los fieles que se encontraban distantes de su parroquia matriz. El 3 de noviembre de 1781, el Cura Doctrinero de Guacara, don Lorenzo Lovera, expresaba su preocupación pastoral al obispo Martí:

que desde donde termina la Legua de este pueblo por la parte del oriente hasta el sitio que llaman de Cabrera hay distancia de siete leguas poco más o menos, y en este territorio viven cerca de mil almas, de gente española entre blancos, pardos, negros y zambos todos los que por necesidad estan agregados para la administración de sacramentos a este dho pueblo, lo que impide el mas exacto cumplimiento en la doctrina de los indios por la distancia y multitud de feligreses como V.S.I. ha visto en la presente visita por tanto = AV. SI sup°. que mediante lo representado y ser yo cura doctrinero de indios tributarios se sirva disponer lo que fuere servido dhos feligreses españoles y juro no ser de malicia[85].

     Como respuesta a esta petición, el obispo Martí reconoce la situación el 3 de diciembre del mismo año:

Vista la representación del cura doctrinero del pueblo de Guacara atendiendo a los motivos que expone y a que en la Sta. Visita que hemos practicado de aquel territorio reconocimos la necesidad de establecer hacia el oriente parroquia distinta y separada de la de dho Guacara con sacerdote aprobado que administre los Santos Sacramentos y demas socorros eclesiasticos a los muchos feligreses blancos, pardos, negros y zambos que tiene agregados y havitan fuera de la legua destinada pa los indios de dho pueblo de Guacara hacia la referida parte del oriente, pues de otra suerte carecen del pasto espiritual asi por el numero de almas como por la distancia y dificultades de camino en tiempo de llubia, siendo tambien conveniente relevar de este cargo adho cura de Guacara para que emplee toda su atención y cuidado en la doctrina y asistencia de los indios como primera obligación desu ministerio; Desde luego declaramos ser util y necesaria la referida nueva erección del curato, que tenga por término al oriente[86].

       Todo esto terminó, cumpliendo los requisitos de la ley, con un nuevo curato con el nombre San Joaquín de Mariara, “que se verificó en el Ber. (Bachiller) Dn. Juan Rafael del Barrio Clerigo Presbytero, á quien se dio colación en primero de Marzo de mil setecientos ochenta y tres…”[87]. La fecha de Erección Canónica de la Parroquia está fechada el 18 de noviembre de 1782, y el primer Párroco fue don Juan Rafael Ferreira del Barrio, quien tomó posesión el 4 de abril de 1783[88].

     Cuando el obispo Martí llegó a la ciudad de la Nueva Valencia del Rey, el 10 de marzo de 1782, se percató de la necesidad de Pasto Espiritual que padecian los habitantes en el Sitio de Naguanagua, y sus contornos de este Territorio Parroquial[89]. Estos habitantes pertenecían a la jurisdicción parroquial de la Nueva Valencia del Rey. La extensión territorial del nuevo Curato: “havia de consistir en nueve Leguas de Oriente á Poniente, y siete de Norte á Sur, en que á mas de dicho Sitio de Naguanágua, se comprehenden tambien los que llaman el Portachuelo, Rio de San Esteban, Tarapio, Trigal, Agua-Linda, Agua-Caliente, y Guatapáro arriba[90].

      La Iglesia debía construirse “en la Sabána que llaman del Bucáre; y que todos aquellos habitantes debian contribuir annualmente cinquenta mil maravediz para Congrua del Cura mientras no la tuviere de los Diezmos...”[91]. Al tener todos los requisitos necesarios, el consentimiento e intervención del Señor Gobernador y Capitán General Vice Patrono Regio de la Provincia, hiso la ereccion de este nuevo Curato bajo el Titulo de Nuestra Señora de Begoña de Naguanágua, en auto de primero de Agosto de mil setecientos ochenta y tres[92]. El primer Cura se verifico en el Ber [Bachiller] Dn. Vicente Seixas, Clerigo Presbytero á quien Su Señoría Illma dio colación en trece de Septiembre del mismo año[93].

     El 17 de mayo de 1782, el obispo Martí reconoció por medio de un Auto, la necesidad de pasto espiritual que padecían los habitantes del sitio de Mucuraparo, zona perteneciente al inmenso territorio parroquial de la Nueva Valencia del Rey:

declaró assimismo ser necesaria la desmembracion de dicho Sitio para la ereccion de otro nuevo Curato, cuyo Territorio havia de consistir en ocho Leguas de Oriente á Poniente, y Veinte de Norte á  Sur, en que á mas dicho Sitio de Mucurapáro, se comprehenden tambien los que llaman el Tocuyito, Cocuizas, Chirgua arriba, Chirgua abajo, Rincon de aguacáte, Queipa, Marúria, Trompillo, Payíta, y el Vallecito de los Sandovales: Y assimismo se declaró que la Iglesia Parroquial se havia de edificar en la Sabána que llaman de San Pablo, para cuyo  Costo, Congrua del Cura, y Oblata, y tambien para solicitar el consentimiento, é intervención del Señor Gobernador…se dieron iguales providencias que las dadas al mismo efecto en el auto antecedente para la ereccion del Curato de Naguanágua[94].
     
     La nota que hizo el secretario de visita versa sobre las causas que retardaron la erección canónica de Tocuyito, y fue la razón por la cual la providencia con fecha 16 de mayo de 1782 no aparece en el libro de providencias del obispo Martí: Que la ereccion, y provision del nuevo Curato promovido en el auto antecedente, no ha tenido efecto hasta ahora á causa de la oposicion hecha por los Curas de la supradicha Ciudad de Valencia, y por algunos de los Vecinos comprehendidos en la demarcación del Territorio de dicho nuevo Curato…[95].

    Aunque ya se tenía el consentimiento delSeñor Gobernador, y Capitan General Vice Patrono Regio de esta Provincia, para la funcionalidad de esta parroquia, la misma se prolongó hasta el año 1790, pues debemos recordar que la Ley de Patronato “que vino a presidir a la Iglesia hispanoamericana tuvo características sumamente amplias hasta llegar a una ingerencia invasora de la Corona española sobre toda la vida de la Iglesia en América y por consiguiente en Venezuela”(González Oropeza: 1988, 7), por lo cual, sin el consentimiento de la Corona (o el Estado) no podía erigirse una parroquia.  
   
     Es interesante destacar que la providencia con fecha 16 de mayo de 1782 sobre la necesidad de un curato en Tocuyito, no aparezca en el libro de las providencias del obispo Martí en lo relativo a su visita a la Iglesia parroquial de Valencia, pero sí que aparezca la providencia de la necesidad de crear el curato de Naguanagua, con fecha 14 de mayo de 1782 (Cf. Martí: 1969, tomo V, 410-412). El documento que estudiamos tiene la misma estructura de contenido de dicha providencia, con la diferencia del día. El libro personal del obispo Martí destaca la erección provisional de una capilla perteneciente a la futura parroquia

He concedido a don Francisco Páez, Teniente Justicia mayor de esta ciudad, la licencia de Oratorio o Capilla pública en su hazienda de trapiche, y creo que también de cacao, en el sitio llamado Guataparo, distante de esta ciudad como cerca de tres leguas, y se le ha concedido por quatro años, y que todos los concurrentes cumplan con el precepto de oir Missa, sin embargo que se ha  erigido la nueva Parroquia de la Sabana de San Pablo, en cuyo territorio está comprehendido Guataparo (Martí: 1969, tomo II, 424) [96].

       El primer cura propio tomó posesión el 8 de febrero de 1790, es decir, siete años después de su erección canónica. La parroquia se erigió bajo la advocación de Nuestra Señora de Los Dolores. El sitio o lugar de la Iglesia, se llamó el Pueblo de San Pablo de Tocuyito, por la “sabana de San Pablo” a que hizo referencia el obispo Martí. Es muy probable que el nombre de San Pablo se refiera al Apóstol[97], y no a El Ermitaño[98], desde un principio[99]. Al transcurrir el tiempo, hubo el cambio o transposición patronímica hasta nuestros días. Hoy se conoce como la parroquia de San Pablo Ermitaño. Así son las cosas. Sin embargo, podemos afirmar que la denominación patronímica de la parroquia ha de ser “Nuestra Señora de Los Dolores y de San Pablo Apóstol El Ermitaño”.

    Finalmente las últimas parroquias creadas por el Obispo Martí fueron de los pueblos de San Diego y Los Guayos. En sus inicios fueron “Pueblo de Indios”. En el libro de matrimonios de la Parroquia de la Nueva Valencia de Rey de 1660, ya aparecía una Iglesia en el “valle de Don Diego”[100]. Este nombre era del encomendero mayor, que, posteriormente, se llamaría San Diego de Alcalá como “Pueblo de Doctrina”, y luego como futura Iglesia parroquial.

     La Parroquia de San Diego nace por la necesidad pastoral que tenía el Cura Doctrinero don Lorenzo Lovera, de la Parroquia de San Agustín de Guacara. La extensión del pueblo la hace notar el mismo obispo:

El Territorio de este solo Pueblo de San Diego consiste en dos Leguas de Oriente a Poniente, y en quatro, y media de Norte a Sur: Al Oriente con alguna declinación al Sur confronta con dicho Pueblo de Guacara, distante cerca de quatro Leguas; al Poniente con el Pueblo de Taría, del Vicariato de la Ciudad de Nirgua, distante como veinte, y dos Leguas, en que intermedian muchas Cerranías inaccesibles; al Norte con el Pueblo de Patanémo, que está en la Costa del Mar, distante ocho Leguas; y al sur con el citado Pueblo de los Guayos, distantes tres Leguas[101].

      Ante la extensión de este pueblo, el obispo, estando en el pueblo de Los Guayos, nombró a un Sacerdote para el pueblo de San Diego en calidad de Teniente de Cura. El pueblo tenía, sin distinción de castas, 113 casas con un total de 140 familias. Había 794 habitantes para el año 1.781. La desmembración de la parroquia, a petición del Cura Doctrinero de Guacara, se llevó a cabo el 22 de septiembre de 1785. Su primer Cura en Propiedad fue el Pbro. Esteban Ignacio de Quero, a quien se le dió Colación de la Parroquia el 17 de febrero de 1786.

      El pueblo de Los Guayos era el segundo anexo que pertenecía a la Iglesia parroquial de Guacara. En sus orígenes perteneció, al igual que San Diego, a la Iglesia parroquial de Valencia[102]. Es muy seguro, que en sus inicios fue un “Pueblo de Indios”, siguiendo la costumbre de la época[103]. Para el año 1781, cuando el obispo Martí efectuó su visita pastoral, esa localidad tenía por territorio, una superficie y linderos que, según su testimonio: 

consiste en Legua, y media de Oriente á Poniente, y cerca de cinco de Norte á Sur: Al Oriente confronta con dicho Pueblo de Guacára, distante dos Leguas; al Poniente con la citada Ciudad de Valencia, distante Legua, y media; al Norte con el Supradicho Pueblo de San Diego, distante cerca de tres Leguas; y al sur con declinación al Poniente con la Villa del Páo del Vicariato de San Carlos, distante Veinte Leguas, poco mas, ó menos[104].

      En ese pueblo había, para esa época, 121 casas, con 140 familias y un total de 1.224 habitantes, sin distinción de castas. De ahí la urgencia que existía por crear una nueva parroquia con el nombre San Antonio:

En vista de lo representado por el Cura Doctrinero del Supradicho Pueblo de Guacára, haciendo dimision del de San Diego, y de este de los Guayos, sus anexos, y teniendose presente lo expuesto por un Vecino de dicho Pueblo de San Diego, y lo que Su Señoría IIlma vio, y reconocio en el transito á los mismos Pueblos, y en la visita de cada uno; y con atencion assimismo á lo prevenido, y dispuesto en las Leyes de estas Indias; declaró ser útil, y necesaria la dismembración  de dichos Pueblos de San Diego, y los Guayos, y su erección en dos Curatos distintos, bajo el Territorio que cada uno tiene señalado…[105].

      El acto de erección canónica se llevó a cabo 22 de septiembre de 1785, siendo su primer Cura Párroco don Joseph Francisco Gutiérrez, a quien se le dio Colación (asignación) el 13 de diciembre del citado año.

    Como hemos visto, en el acontecer histórico del siglo XVIII, el territorio carabobeño va a cosechar nuevas parroquias, que serían las bases para la creación de otros curatos. Pero, como veremos en el siguiente período, por las tragedias de las guerras y la pobreza de los pueblos, tenemos que esperar mucho tiempo por la creación de nuevas parroquias.


[1] Los diez pueblos eran: Santa Ana de Coro, El Tocuyo, Nueva Segovia (Barquisimeto), Trujillo, Zamora, Carora, San Pablo de Nirgua, Nueva Valencia, Santiago de León de Caracas y Caraballeda.
[2] Debemos aclarar que «es un hecho histórico que lo que hoy llamamos el “territorio venezolano” no fue un todo integrado sino en una fecha tardía del período hispano y que esa integración tuvo que asimilarse y cristalizarse durante el período republicano. Por esta razón tenemos que estar conscientes del abuso del termino “Venezuela”, para abarcar territorios que ni siquiera era designados con ese nombre…» (González Oropeza, 1990: 86-87).
[3] Archivo Arquidiocesano de Caracas, sección parroquias, Patenemo.
[4] Entre las obligaciones que tenía el vicario y juez eclesiástico en las Constituciones Sinodales encontramos: “Tendrán cuidado nuestros vicarios de inquirir como viven los doctrineros y clérigos de su distrito; y siendo necesario, vayan en persona à remediar lo que le pareciere conveniente “(318). “En cada un año hagan los Vicarios parecer ante si a los sacerdotes à examen de ceremonias y de los defectos de la misa, è inquieran, si faltan al cumplimiento de la obligación del rezo, y cómo y de qué suerte; y hallando defecto culpable, los suspendan de decir misa; y a los que hallaren defectuosos en el rezo, los harán acompañar con otro sacerdote hábil, de quien puedan aprender hasta tanto que estén perfectamente enterados en el modo de rezar; y si así no lo hicieren, el tal sacerdote que le enseñe dé cuenta al Vicario para que aplique el remedio conveniente” (319). “Asimismo mandamos, que en cada un año todos nuestros Vicarios y jueces eclesiásticos, hagan sumaria breve, sobre el estado en que se hallan las memorias, aniversarios y capellanías; sobre la puntualidad de los sacerdotes en celebrar las misas de su obligación y sobre los recorrido de los tributos; sobre si se han pagado ò no; y en todo ponga suma diligencia, para se administren y corran: y si hubieren faltado fincas, ò estuvieren deterioradas ò hubiere faltado los fiadores, ò no se hubieren padago los corridos, procedan según derecho, obligando à todos: pena de que no haciéndolo así se le hará cargo por las mas leves omisiones” (320). “Cada Vicario de su partido enviará un sacerdote en cada un año à esta ciudad, que llegué à tiempo, que luego que se consagren los Santos Óleos, los lleve à dicho vicario, para que los reparta entre los Curas de su distrito: y los costos, que causare el dicho sacerdote, se paguen  (321).
[5] En 1720 se habían hecho las reformas de las constituciones de 1616, y el 6 de noviembre de 1723, el Obispo Juan José de Escalona y Calatayud (1717-1729) la había aprobado canónicamente con el nombre de Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro, siendo Cura y Rector de Valencia el Pbro. Pedro Thamarón y Romeral. Pero había transcurrido el tiempo y todavía no se habían hecho los trámites pertinentes a la aprobación y confirmación por parte de la Corona Real. Habían transcurrido 32 años. A partir del 26 de noviembre de 1752, recibe su aprobación con el título de “Pontificia Real y Muy Venerable Cofradía”. Ver del autor la obra: “Orígenes de la devoción de Nuestra Señora del Socorro” (2010), y los artículos del libro Publicado por el B.O.D.: “Yo soy el Socorro de Valencia” (2011).
[6] De la Orden de los Predicadores. Estaba de superior en la Provincia de Santa Cruz, cuando fue nombrado obispo en 1580, y tomo posesión canónica en 1581 y gobierno el obispado hasta el 1 de enero de 1592.
[7] En las Actas del Cabildo Eclesiastico de Caracas, en la sección del año 1660, recoge que “en 7 del mismo [diciembre] se acordó un contrato acerca de reparar la Iglesia parroquial de Valencia, que permanecìa arruinada desde el terremoto” p. 129. 
[8] Un dato importante que llama la atención en un documento sobre la construcción del templo parroquial lo expone el albañil Blas Vicente, referente a la invasión de los corsarios franceses en la ciudad de Valencia: “con la invasión q[ue]  iso en esta si[u] d[ad] el enemi[go]  franses el año de setenta y siete (1677), abiendo q[ue]mado [en] esta suidad numero de casas en el quemo tambien la mia en laqual se q[ue]mo todo lo q[ue] llebo rreferido...” (A1-Carp. 1-doc. 17). Esto nos indica que la ciudad de Valencia a pesar de estar alejada de la costa no escapó de los saqueos de los feroces filibusteros.
[9] Perteneció a la Orden de los Predicadores y fue electo obispo en 1558. Su ministerio episcopal se inició en 1561 y muere en el ejercicio el 13 de mayo en 1579. En 1574, este obispo informaba al rey la convocatoria: «(…) yo proveeré en un sínodo que tengo de tener este verano, tenientes de estas dignidades para poder celebrar el sínodo que a esta causa no lo he celebrado cuatro años ha y  viendo que tanto se tardan, usaré de este remedio para poderlo celebrar, que va mucho en que se celebre, porque será el primero que se ha tenido en esta tierra por no estar antes las cosas asentadas, los caminos peligrosos y los pueblos muy derramados» (Maldonado, 1973: 298).
[10] El historiador Maldonado (1973) afirma de «no haberse nunca podido efectuar, a causa no sólo del poco personal eclesiástico, como lo dice el mismo señor Agreda cuando se refiere a que no hay dignidades que presidan el dicho Sínodo, sino sobre todo porque faltaba el consenso y la presencia de los Oficiales reales empezando por el Gobernador, quienes representaban al Rey (…)» (p. 305). Asimismo, el franciscano Odilo Gómez Parente en su libro “Los franciscanos en Venezuela” (1997) defiende esta tesis (pp.142-143). El historiador José Llevador Mira (1969) desconoce el primer sínodo, cuando escribe: «El primer Sínodo que se celebró en la provincia de Venezuela fue durante el pontificado del obispo don fray Antonio de Alcega, franciscano, que había sido casado y había ejercido el oficio de Contador de la Real Hacienda en una provincia indiana» (pp. 43-44).
[11] Para el historiador capuchino Cesáreo de Armellada (1981) «no cabe duda que sí se efectuó. Y está muy claro que una de las preocupaciones a que iba dirigido era la organización de las doctrinas para los indios» (p. 156).
[12] En el segundo tomo de la obra titulada “Gran Recopilación geográfica, estadística e histórica de Venezuela”, que fue editado el año de 1889 y cuyo autor es el general Manuel Landaeta Rosales, se lee: “de estos trabajos (las constituciones sinodales) se conservaba una copia manuscrita en el archivo arzobispal hasta hace algunos años”. Ahora bien, en “El Catálogo general del Archivo Arquidiocesano de Caracas”, publicado en 1964, el padre Jaime Suriá comenta que “de Antonio de Alcega se conservan algunos documentos, pero ninguna noticia del sínodo diocesano que realizó y cuyas constituciones fueron el Derecho hasta el obispo Baños y Sotomayor…” (p. 26).
[13] Fue electo obispo el 12 de diciembre de 1605, después de ser Contador de la Hacienda Real en Yucatán (México).
[14] En carta desde la ciudad de Trujillo, el 2 de junio de 1608, informa este obispo de 1114 santuarios destruidos personalmente y otros 400 destruidos por comisión suya; y propone la división del obispado y la creación de un seminario (AGI., Santo Domingo, 193).
[15] El obispo Baños y Sotomayor hizo convocatoria el 26 de junio de 1686, y en la Santa Iglesia Catedral de Caracas se congregaron para determinar el Sínodo, el 2 de julio de 1687. El 31 de agosto del mismo año, se apertura oficialmente el sínodo.
[16] Obispo de Santa Marta y promovido obispo de Caracas y Venezuela, el 10 de abril de 1683. Muere en la misma ciudad el 15 de mayo de 1706.
[17] Perteneciente a la Orden de los Mínimos. Presentado por Felipe III en junio de 1617; Paulo V expedía la Bula de Institución canónica el 20 de noviembre del mismo año, siendo despachadas las ejecutoriales por el rey el 5 de febrero de 1618, y está en Caracas en 1619. Muere en el ejercicio el 25 de marzo de 1633. Es interesante el trabajo realizado por el padre Carlos Rodríguez Bouquet, titulado: “Fray Gonzalo de Angulo (1617-1633). Obispo defensor de los indígenas”. Universidad Santa Rosa de Lima. Boletín CIHEV. Año XV. Nº 24. Enero-Diciembre 2003. Ver también: Donis Ríos, M., “Fray Gonzalo de Angulo: Poblador de la Provincia de Venezuela”: En Boletín CIHEV. Año XI. Nº 20. Enero-Junio 1999, 34-116.
[18] Obispo en Puerto Rico y promovido al obispado de Caracas y Venezuela en 1769. Después de 22 años de intenso apostolado, muere el 20 de febrero de 1792.
[19] Martí, M., (1969), Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas 1771-1784, II, Libro Personal, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, Caracas, 27.
[20] Cf. Lobo Cabrera M., y Bruquetas de Castro F., (1995), Don Agustín de Herrera y Rojas. I Marqués de Lanzarote, Servicio de publicaciones del Cabildo de Fuerteventura y Lanzarote.
[21] De la Orden Franciscana, obispo de Nicaragua (1644-1659), y es promovido a la Diócesis de Caracas y Venezuela, el 15 de septiembre de 1659. Entró en la ciudad el 14 de julio de 1661. Murió en la ciudad de Trujillo el 2 de diciembre de 1668.
[22] Cf. Hernández Peralta, F., (2003), El carpintero de la catedral de Valencia Blas Vicente Núñez, Obra inédita, sin publicar.
[23] Existe un expediente en el AGI., con fecha 1628 sobre la confirmación del oficio de Aguacil mayor de Nueva Valencia del Rey, a Juan Sarmiento (Santo Domingo, 32, N.59).
[24] Parra, C., (1932), La Instrucción en Caracas 1567-1725, Parra León Editores, Caracas, 101 y 127
[25] Cf. AGI. Santo Domingo, 22, N7: Informaciones de oficio y parte: Gaspar Gutiérrez de Sotomayor, presbítero, cura de Nueva Valencia del Rey, natural de Santiago de León de Caracas (1636).
[26] Cf. AGI. Expediente de méritos y servicios de José Arechederra, clérigo presbítero, Sacristán Mayor de Nueva Valencia del Rey (Indiferente, 121, N50).
[27] Reposan en el Archivo Histórico “Mons. Gregorio Adam” tres documentos sobre este tema: el primero está fechado el 13 de enero de 1668, faltándole el primer folio; el segundo está datado del año 1671, del cual, por estar incompleto, no nos es posible conocer el día y el mes en que fue dado; y el tercero, tiene como fecha el 5 de mayo de 1681. Respectivamente les corresponde las cotas: A1-Carp. 1-doc. 8, A1-Carp. 1-doc. 12 y A1-Carp. 1-doc. 17.
[28] Actualmente se conservan en el Archivo Histórico de Caracas, en el Cajón del Convento de Valencia, la Licencia del Ordinario para la fundación de dicho Convento, del 12 de noviembre 1634; un legajo encuadernado de escrituras antiguas del referido convento; una cláusula del testimonio de Bartolomé Ayllada del 10 de marzo del 1661, y una razón de las Memorias Perpetuas del mismo Convento, elaboradas por el Padre Fray Juan Sedeño, con fecha 18 de febrero de 1699. «En el Archivo de la Provincia, Cajón del convento de Valencia, figuraba en primer lugar “licencia del ordinario para la fundación de dicho convento en 12 de diciembre de 1634”» Gómez Parente, O, (1997), Los Franciscanos en Venezuela. Labor educativa y cultural durante los años de la colonia. UCAT, Caracas.
[29] Cf. AGI., Santo Domingo, 33, N45. Expediente de Confirmación del oficio de regidor de Nueva Valencia del Rey.
[30] A finales del siglo XVI,  en el pontificado del obispo Martínez Manzanillo en un informe con fecha 30 de enero de 1582 al rey, indicaba: “Hay otro pueblo de españoles que llaman la Nueva Valencia, que es de cinco encomenderos; hay sola una doctrina, en la cual está un clérigo (…) no hay hospital ni capellanía alguna” (Maldonado, 1973: 4444). Las Cédulas despachadas en 1720, 1735, 1776, 1777 y 1801 consiguieron suprimirlas en algunos lugares de América Cf. Mira, 1977: 94-155.
[31] En el Archivo de Indias existe un documento fechado en 1670: “Autos sobre bienes de difuntos de Rodrigo Alonso Cabañas, nautral de Fuente del Maestre (Badajoz) y vecino de la Nueva Valencia del Rey (Venezuela), hijo de García Hernández y de Leonor Merino. Difunto en la Nueva Valencia del Rey, con testamento y codicilo. Albaceas: Antonio Pérez de Saavedra, regidor, Blas Ascanio y Guerra, vecino de Santiago de León, el Capitán Manuel Pérez de Aguiar y Lupercio Curbelo, vecinos de la Nueva Valencia del Rey. Herederos: su alma. Deja cierta cantidad de dinero para Catalina González, casada con Andrés García Cordillo y María Zambrano, casada con Miguel García de la Cubera, sus hermanas. Nota: funda tres capellanías de misas en la Iglesia parroquial de la Nueva Valencia del Rey” (AGI., Contratación, 973,N3, R5)
[32] Este texto va a desdecir al historiador Jesús Maduro, cuando afirma, en su libro “Anales de Carabobo Apuntes” (1982): que fué concluido otro de mejores condiciones, edificados á expensas de don Rodrigo Alonso Cabañas, por contrato celebrado con los padres del convento… Por este contrato se obligó Cabañas á construir un convento…” (44).  
[33] El decreto dice lo siguiente, con acuerdo unánime de los Definidores: “la casa y convento de San Buenaventura de la ciudad de Valencia por su capacidad, buena disposición que tiene para ello y la petición y súplica que sobre este caso hace toda aquella ciudad, se erigiese y crease para su mayor aumento y duración en guardianía y que lo fuese y el prelado que de hoy más lo regiese y gobernase tenga nombre de guardián y goce de los mismos honores y preeminencias de los demás guardianes que tiene esta Provincia mientras los son actualmente, al qual se le señala y da por sello la imagen de nuestro glorioso Padre y Patrón seráfico San Buenaventura. Y tendrá la antigüedad entre los demás conventos conforme a lo dispuesto y ordenado por la orden de la Tabla” (Fondo Franciscano, Libro de Provincia, 1º, citado por Odilo Gómez Parente, en Torrubia, 1972:478-479).
[34] “Necrología de la Provincia de Santa Cruz de la Española y Caracas desde el año 1617 hasta en año 1700”. Cf. Gómez Parente, O., (1997), Los Franciscanos en Venezuela, 913-922.
[35] Comenta Troconis de Veracoechea (2002): «La decadencia económica de España en el siglo XVII repercutió notablemente en su población, habiendo aumentado la pobreza en forma alarmante. Esta situación obligó a mucha gente a emigrar. Por tanto, los emigrantes españoles que se dirigían a América lo hacían en condiciones muy precaria, con la esperanza de que la nueva vida iniciada en estas latitudes pudiera resultarles más beneficiosa que la que dejaban en la Península» (p. 14).
[36] Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección Cuentas y Cofradías (Valencia).
[37] Documentos para la historia de la Pontificia Real y Muy Venerable Cofradía del Espíritu Santa y Nuestra Señora del Socorro” (2008).
[38] Ib., folio 8 vto. y  9.
[39] La Iglesia de Valencia siempre gozó de una gran simpatía por los Obispos de Venezuela y de Caracas. Esta deferencia se manifestaba, a principio del siglo XVII, al tener su propio Tribunal Eclesiástico. De ahí la gran cantidad de documentos relativos a los casos matrimoniales, los testamentos de algunas familias importantes de la ciudad, los casos judiciales de asesinatos o pecados públicos, los litigios de terrenos, entre otros.
[40] Libro de Gobierno Nº 2, folio 9 vto.
[41] AHAV. A-12, C1, D1.
[42] Libro de Gobierno Nº 2, folio 26 y su vto., y folio 28.
[43] Libro de entierros Nº 9. Años 1762-1769, folio 162 vto. al 163.
[44] Libro de Gobierno Nº 2, folio 29-30
[45] Ib., 32 vto.
[46] Expediente sin clasificar del Archivo Histórico “Mons. Gregorio Adam”.
[47] Este Obispo nació en Brafim, pequeña población del arzobispado de Tarragona, España, el 24 de septiembre de 1721; hijo de José, médico de la población, y de María. Murió en Caracas el 20 de febrero de 1792. Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Puerto Rico y de sus “anexos insulares” y continentales del oriente venezolanos, en 1761, cargo que desempeñó hasta el año 1769. Entre los años 1770 y 1792, ocupó el obispado de Venezuela, lo que le permitió realizar una amplia y pormenorizada Visita Pastoral al territorio actual de Venezuela, con excepción de los Llanos barineses y de los estados Mérida y Táchira. Cf. J. Suría, Pbro., El Eximio Prelado Doctor Mariano Martí Obispo de Caracas y Venezuela, Imprenta, Juan Bravo, 3- Madrid, 1962, 17.
[48] Libro de Gobierno Nº 2, folio 47 y su vto.
[49] Ib., folio 61 y su vto.
[50] Martí M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 99.
[51] Ib., 100.
[52] Ib., 102.
[53] Ib., 105.
[54] Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección Parroquias, Parroquia de Tocuyito, Documento 1, año 1782.
[55] Martí M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 111.
[56] Llama la atención, y quizás era la costumbre, de datar los documentos en su propia sede, el Obispo Martí distinguió en ese momento como “Palacio Episcopal”, a la Iglesia Matriz de Valencia. Podría existir también la posibilidad de que simbólicamente le diese el rango de Palacio Episcopal a la Iglesia Matriz de la ciudad donde efectuaba la Visita Pastoral, ya que desde allí debían despachar lo concerniente a su Ministerio.
[57] Libro de Gobierno Nº 2, folio 79.
[58] Ib., folio 70 vto.
[59] Ib., folio 72 vto.
[60] Ib., folio 75 vto.
[61] Ib., folio 76 vto.
[62] Ib., folio 77 y su vto.
[63] Ib., folios 77 y vto. y 78.
[64] Ib., folio 79 y su vto.
[65] Ib., folios 78 vto. y 79.
[66] Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección Parroquias, Parroquia de Tocuyito, años 1788 al 1790.
[67] Libro de Gobierno Nº 2, folios 90 vto. y 91.
[68] Ib., folio 93 y su Vto.
[69] Ib., folio 93 vto.
[70] Ib., folio 94.
[71] Libro de Gobierno Nº 2, folio 96 y su vto.
[72] Ib., folio 95 y su vto.
[73] Ib., folio 103 vto.
[74] Ib., folio 105.
[75] Ib., folios 107 al 108 vto.
[76] Manzo Núñez, T., Historia del Estado Carabobo, Ediciones de la República, Caracas 1981, 178.
[77] Ib., 178-179.
[78] Martí, M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 27.
[79] Ib., 29-30.
[80] AHAV. A-Ig., C5, D1.
[81] Martí M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 42.
[82] Manzo Núñez T., Abrevadero II, Editorial Guadalupe Ltda., Bogotá-Colombia 1979, 196.
[83] Perera A., Dr., Historia de la organización de pueblos antiguos de Venezuela, o. c. 55.
[84] Libro de Bautizos Nº 1.
[85] Documentos: Archivo Arquidiocesano de Caracas, Carpeta Nº 58, documento Nº 13, folio 539.  Cf. Díaz E., García A., y  Coronel E., La parroquia  Eclesiástica de San Joaquín, Publicación del Fondo Editorial “Dr. Marco Brito Hernández”, del Centro Social Cultural San Joaquín, Impresos Edumal, SRL., Mariara, Estado Carabobo, 1998.
[86] Ib.
[87] Martí M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 31.
[88] Cf. Díaz E., García A., y Coronel E., La parroquia  Eclesiástica de San Joaquín, o. o., 22.
[89] M. Marí, Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 112.
[90] Ib.
[91] Ib.
[92] Ib.
[93] Ib., 112-113.
[94] Martí M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 113.
[95] Ib.
[96] También aparece en el tomo III:A instancia de un Vecino de la sobredicha Ciudad de Valencia, se dio por lo tocante á la jurisdicción Eclesiástica la correspondiente licencia por tiempo de quatro años, para la ereccion de una Capilla, ú Oratorio publico  en el Sitio de Guatapáro, bajo el Territorio asignado para la Supradicha nuevo Curato de la Sábana de san Pablo, mediante la distancia que hai de dicho Sitio al Señalado para edificarse aquella Iglesia Parroquial, entendiendose  sin prejuicio de esta, la erección de dicha Capilla, ú Oratorio  publico, y con calidad de que el Sacerdote que alli celebrase, explique en los dias festivos un punto de Doctrina Cristiana: Según consta del Decreto expedido en veinte y tres de Mayo de mil setecientos ochenta y dos…” p. 113. 
[97]  Era de origen judío, nacido en Tarso de Cilicia. Había recibido educación romana. Desde su experiencia de conversión, cuando Jesús, el Hijo de Dios, le preguntó desde el cielo por qué lo perseguía, Saulo pasó a ser, de un perseguidor implacable de los cristianos, al predicador Apóstol Pablo, y desde entonces fue el apóstol más universal, el más viajero, el que propagó la fe por más zonas distintas. Su fiesta litúrgica se celebra el 29 de junio (Cf. Holzner, J.: 1986,  558).
[98] “Nació en Tebas, en el bajo Egipto, y perdió a sus padres cuando sólo tenía quince años de edad. Cristiano fervoroso, tuvo que vivir escondido mientras duró la persecución de Decio. Al fin, cuando tenía veintidós años, temeroso de que alguien pudiera traicionarlo, decidió refugiarse en una cueva del desierto”. Su fiesta litúrgica se celebra el 15 de enero. (Melgar Valero, L.: 2002, 15).
[99] Sin embargo, en los inventarios no parecen una imagen del Apóstol San Pablo, sino de San Pablo El Ermitaño.
[100] En el AGI., existe un expediente con fecha 1667 de confirmación de Encomienda de río de Don Diego, Nueva Valencia del Rey de Venezuela, a Juan de Ybarr. (Santo Domingo, 45, N3). 
[101] AHAV. A8, Carp. 3, doc. 3.
[102] En el AGI. existe un expediente que data de 1646 sobre la confirmación de Encomienda de Valle de Los Guayos en Nueva Valencia del Rey, a Domingo Vásquéz de Rojas. (Santo Domingo, 43, N34).
[103] Existe un expediente matrimonial del año 1678 donde se menciona a «Martín, indio natural del pueblo de Los Guayos, marido de Margarita, india de la encomienda del Alférez Thomás Matute de Aguiar…» A45, carp. 9, doc.1.
[104] MARTÍ M., Obispo, Relación de la Visita General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 34.
[105] Ib., 36.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario