jueves, 18 de julio de 2019

LOS INICIOS DE UNA IGLESIA POBRE Y SAQUEADA: 1530-1637


LOS INICIOS DE UNA IGLESIA POBRE Y SAQUEADA: 1530-1637

Mapa de Venezuela para 1599 (Fuente: wikipedia)

I

      La Iglesia venezolana tiene su origen en el proyecto de la “evangelización pura” de los primeros misioneros en la cultura indígena[1]. Con el contraste cultural español, estos misioneros tuvieron que reconocer lo heterogéneo y la diversidad de los naturales. De grupos pacíficos hasta guerreros, la penetración de la fe es lenta y compleja por muchos factores; entre ellos, el maltrato de los conquistadores y la pobreza material, que más adelante estudiaremos. En el período que nos ocupa (1530-1637), la Iglesia experimenta una confusión de poderes entre el obispado y la corona española.

      Antes de conocer la primera Iglesia Parroquial valenciana, en lo que comprende actualmente la Arquidiócesis de Valencia, es importante ubicarnos en los límites del primer obispado de Venezuela. Según la investigación del historiador jesuita Hermann González Oropeza, la primera Diócesis en el actual territorio venezolano se creó en la Provincia de Paria (en el oriente de Venezuela), en 1520. Se llamaría Diócesis de Paria y su primer Obispo fue Pedro de Barvirio[2], quien por diversas razones no llegó a tomar posesión de su cargo (Cf. 1990: 187). Pero la primera diócesis efectiva en Tierra Firme fue la Diócesis de Santa Ana de Coro, erigida por Clemente VII, el 21 de julio de 1530, por la Bula Pro Excellenti Praeminentia (Hernáez, 1870: 115ss).

     Su primer Obispo fue Rodrigo de Bastidas (1532-1542)[3]. Allí se sucederían los 11 primeros obispos de la Diócesis de Venezuela hasta el traslado oficial de la sede episcopal a Caracas en 1637[4]. Desde el tiempo de la fundación se llamaba Diócesis de Venezuela y de Santa Ana de Coro, y al trasladarse la sede a la ciudad de Caracas, se llamaría Diócesis de Caracas y Venezuela. Y como decía el recordado Padre Oropeza, “la Iglesia venezolana nació signada por un ideal que se ha denominado patronato regio, al cual la corona española o el Estado pretendía mantener sometida y subordinada a la Iglesia en su misión evangelizadora, situación que perduró después de la Independencia y en la época Republicana[5].

     En las Actas del Cabildo Eclesiástico de Caracas (1580-1770), el obispo se titulaba: “Obispo de Venezuela y Provincia de Caracas, y de las Islas de Curazao, Aruba y Bonaire” (Pérez Vila, 1963:31). Aunque estas islas no pertenecieron a la jurisdicción política de Venezuela, sin embargo, eclesiásticamente, dependían de la Diócesis de Coro. La ciudad Santa Ana de Coro fue fundada en 1527 por Juan de Ampíes, quien desde su residencia en las Islas Curazao, Aruba y Bonaire, pasa a Tierra Firme y con autorización de la Audiencia de Santo Domingo[6], funda el primer pueblo en las costas venezolanas.

      Una característica de esta fundación era la puesta en práctica de las ideas sobre la conquista pacífica[7], de lo que derivarán los buenos oficios y contactos con los aborígenes caquetíos. Este primer pueblo era mixto, constituido por españoles buscadores de perlas y por los laboriosos aborígenes. En 1541, Juan de Ampíes había dejado la gobernación de la isla de los Gigantes y Coro, retirándose a residir de nuevo en Santo Domingo. Le sucedió en la gobernación de Curazao y de Encomienda Lázaro Bejarano. Con esta designación, la situación con los aborígenes cambió drásticamente, al igual que las condiciones de los diezmos de la Iglesia de Coro[8].

     El obispado de Coro surge en medio de la extrema pobreza material y de las constantes invasiones de los corsarios franceses, ingleses y escoceses. Para el momento de la conquista, los aborígenes en Venezuela comprendían un total de 350.000 habitantes, según los cálculos del investigador Céspedes del Castillo. Para el año 1650, la población era de 370.000 habitantes, compuesta por las diversas castas: 30.000 blancos; 30.000 negros; 280.000 aborígenes; 20.000 mestizos y 10.000 mulatos (Céspedes del Castillo, 1957: 505). Y esto, a pesar de las altas tasas de mortalidad y epidemia de peste y viruela.

      La tarea de la evangelización va a significar la implantación del régimen de las misiones por parte de los misioneros españoles. El territorio va a sufrir gradualmente una transformación en sitios, lugares, villas, pueblos y ciudades. Asimismo, a través de las misiones, la población evangelizada se transforma en Pueblos de Indios o en Pueblos de Doctrinas o de Españoles y, finalmente, en Parroquias con párroco propio. La primera población venezolana nace, como escribía el primer Obispo en carta al rey el 20 de enero de 1520, como una “cosa encantada”. De ahí que se mezcla los buenos deseos de los evangelizadores con las ambiciones de los conquistadores, la defensa de los derechos de los aborígenes con la trata y los abusos de los mismos, y el sueño de El Dorado con la pobreza reinante de estas tierras.

     En 1535 en el territorio de la Gobernación de Venezuela sobresalían dos pueblos Coro y Maracaibo, con 300 españoles entre los cuales 30 estaban casados como Dios manda. Pronto en la población se produce el avasallante mestizaje. Este proceso será otra “cosa encantada” que dará origen a una nueva población, una cultura con su propia idiosincrasia. Esta nueva cultura multiétnica se va a reflejar en los libros parroquiales, como testimonio de una población mestiza originante y originada.

     La presencia de la estructura parroquial, creada a la luz de la reforma tridentina, va a significar la creación de una comunidad orgánica y dinámica en el devenir de los pueblos venezolanos. En esta nueva organización se establecieron elementos fundamentales para la vida parroquial: Se ordenó rigurosamente la obligación de la residencia del párroco. Era el responsable directo y propio de la instrucción religiosa de los fieles, con una catequesis apropiada, sistemática y metódica. Era también responsable de la asistencia a los enfermos y de la celebración de todos los ritos religiosos de la parroquia[9]. Por otra parte, se buscó superar la falta de formación que tenían los presbíteros o párrocos en el servicio parroquial[10]. De ahí la esmerada preparación teológica, espiritual, pastoral y humanística que se pretendía en los seminarios tridentinos.

      Cada parroquia debía tener sus límites territoriales bien definidos para evitar discusiones sobre competencia. Pero no debía ser tan extenso el territorio que le impidiera al párroco conocer personalmente a sus fieles. Si estos fuesen excesivamente numerosos, el párroco se procuraría un número suficiente de sacerdotes para desempeñar todas las obligaciones. Allí donde la parroquia fuese excesivamente extensa, habría que proceder a su desmembración y a la creación de otras nuevas, asignándoles una porción de los bienes de la Iglesia matriz[11]. En fin, como indica Casiano Floristán (1994), “el problema de fondo planteado en tiempos de Trento no era el número de feligreses por parroquia, sino la concepción beneficial y territorial de la Iglesia dividida en parcelas” (p. 16).

     Esta doctrina de la organización parroquial llegó a la Iglesia de América a través de las Leyes de Indias, en las cuales se percibe la preocupación de construir iglesias parroquiales en los Pueblos de españoles o de indios[12]. La famosa obra teológica del obispo de Quito, Alonso de la Peña Montenegro[13] (1995), Itinerario para párrocos de indios, en el libro I, tratado primero, sección I, numeral 10, hacía la siguiente definición:

 [La] parroquia no es otra cosa que una división del cuidado de sus ovejas, reducido a una iglesia, a donde concurren los feligreses a ser administrados, la cual ha de tener señalado distrito, limitado con sus términos. Cuatro condiciones han de tener una iglesia, para que se diga parroquial. La primera es que el cura de ella tenga potestad de ligar y absolver a los parroquianos. La segunda, que la iglesia tenga señalado distrito, con sus términos asignados por el ordinario. La tercera, que el párroco por sí y con jurisdicción ordinaria administre sus súbditos y feligreses. La cuarta, que el párroco sólo sea admitido al servicio de dicha iglesia y sólo él tenga por su cuenta la administración del pasto espiritual de los vecinos sujetos a dicha iglesia (p.81). 

        Era necesario construir el templo y la casa parroquial para lograr y garantizar el servicio pastoral, de ahí que las Leyes de Indias mandaba, que:

Las Iglesias Parroquiales que se hicieren en Pueblos de Españoles, sean de edificio durable y decente, y la costa que en ellas se hiciere se reparta y pague por tercias partes: la una de nuestra hacienda Real: la otra á costa de los vecinos Encomenderos de Indios que hubiere en ella y su comarca: y si en los términos de la Ciudad, Villa ó Lugar estuvieren incorporados algunos Indios en nuestra Real Corona: Mandamos que también contribuya (…) Declaramos y mandamos, que la parte con que han de contribuir los vecinos Encomenderos para fábrica de las Iglesias Parroquiales, se ha de entender con los vecinos y moradores encomenderos de cada Pueblo, siendo Parroquianos y recibiendo en las Iglesias que se tratan de fabricar los Santos Sacramentos, y no en otra forma”. (Tomo I, libro I, título segundo: De las Iglesias Catedrales, y Parroquiales).

       Con esta definición podemos percatarnos de la importancia que adquirió la Iglesia parroquial en los orígenes de la Nueva Valencia. Es indudable que sus orígenes se remontan al primer pueblo fundado en el actual territorio del Estado Carabobo: Borburata. En la actividad episcopal del primer obispo de Venezuela, don Rodrigo de Bastidas, no encontramos información de los inicios del pueblo de Borburata, tal vez por la inestabilidad de su episcopado entre Santo Domingo y Santa Ana de Coro[14]. El segundo obispo, don Miguel Jerónimo de Ballesteros (1543-1556), hace referencia al Puerto de Borburata, como el tercer pueblo de la Diócesis de Venezuela. Este obispo, superando todos los inconvenientes personales y de su extrema pobreza, llegó a la ciudad de Coro en 1547. En una Relación fechada en 1550[15], informaba al Rey del famoso Puerto de Borburata, poblado por comisión del licenciado Juan Pérez de Tolosa, con poder de Teniente en 1546[16]. En dicha Relación el obispo suplicaba al rey que nombrase un alcalde mayor para el pueblo de Borburata, que estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción; el candidato que proponía era don Martín de Arteaga, un hombre que había tenido buenos tratos con los aborígenes del lugar. La población había crecido y en el Puerto tenía lugar la entrada y salida de muchas personas, y el comercio era muy próspero.        

    El Obispo Ballesteros tenía el nombramiento oficial de Protector de Indios, al igual que su antecesor. Por esta razón, denunció ante el rey las incursiones de algunos españoles que maltrataban a los aborígenes de Borburata, y buscaba la perdurabilidad de la población. En su lucha por el desarrollo de la misma, mandó construir un ingenio de Azúcar y una fortaleza con los colonos alemanes que aspiraban descubrir minas de oro[17]. A pesar de estas estrategias de fundar una población segura y estable, los pobladores sufrieron, en varias etapas de su historia, los ataques de los feroces corsarios. De ahí el desplazamiento de algunos de sus pobladores hacia la ribera del Lago de Valencia. La fundación de Valencia tuvo lugar en el tiempo del segundo Obispo de Venezuela.

II

   Los resultados que arroja el libro Orígenes de Valencia del Hno. Nectario María, nos llevan a matizar con mayor profundidad la cuestión de la fundación de Valencia. La reputación de este gran investigador y educador, que se refleja en todas sus publicaciones -la bibliografía consta de más de 100 títulos-, nos lleva a detenernos en su obra histórica para conocer las razones que lo llevaron a escribir los “Orígenes de Valencia”. Llega a decir que:

 Después de muchos años de incesantes investigaciones, hemos reunido un copioso acervo documental que nos permite publicar el presente estudio histórico-crítico, que refleja la verdad de los acontecimientos y esclarece circunstancialmente los orígenes de la floreciente ciudad del Cabriales, cuna de ilustres varones y asiento de un pueblo laborioso y culto, que es honra y gloria de nuestra querida Venezuela[18].

    Señala que los datos que aporta el historiador José de Oviedo y Baños, en su libro “Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela”, publicada en 1723, son falsos[19]. Según el testimonio del cronista Antonio León Pinedo, hace constar que en 1608 existía en el Archivo de Indias un documento del año 1553[20], que contenía los datos de la “fundación” de Valencia, efectuada en aquel año, por el licenciado Alonso Arias de Villasinda. El Hno. Nectario concluye diciendo que quedan así anulados también todos los demás escritos aparecidos después y que repiten el error de Oviedo y Baños.

     El Hno. Nectario vuelve a “polemizar” con el historiador Oviedo y Baños al refutar la fecha de fundación de Borburata, y sostiene que “la verdadera fecha fue el 10 de abril de 1551 y no el 26 de mayo de 1549”. Resalta la figura del capitán Vicente Díaz Pereira, como uno de los fundadores prominentes de Valencia, que había llegado desde la ciudad de Coro a la población de Borburata en 1551. “Fue siempre caudillo” y valeroso conquistador que decidió acrecentar el desarrollo de Borburata buscando un “lote de ganado vacuno y caballar”. Después de una exitosa travesía, logró encontrar un valle apto para la ganadería, pero fuera de aquella población. En aquel lugar fundó un hato y un caserío que, poco después, fue base de la ciudad de Valencia. Pero lo que motivó que un grupo de vecinos de Borburata se radicasen en Valencia fueron las incesantes molestias y asaltos por parte de los corsarios franceses.

     Es importante destacar en este capítulo las fuentes que estudia el Hno. Nectario: los documentos que tienen como fecha 1609 –que son los mismos documentos que hizo referencia el Pbro. Farret Raventós en 1934- y se encontraban en el archivo de la Catedral de Valencia. De ahí extrae, de algunos testigos que conocieron a Vicente Díaz, la siguiente conclusión: Vicente Díaz fue el iniciador y fundador de un hato, que poco después fue erigido en ciudad con el título de Nueva Valencia del Rey, por el capitán Alonso Arias de Villasinda. En fin, no hay duda que el fundador de Valencia fue Alonso Arias de Villasinda y el cofundador Vicente Díaz.

     Cualquier historiador debe tomar en serio estos nuevos planteamientos y volver a retomar un estudio sistemático y cuidadoso sobre los documentos en cuestión. Vale la pena, por ejemplo, volver a releer y a estudiar el famoso documento fechado en 1609 que se encontraba en el Archivo de la Catedral de Valencia[21]. Por dicho texto conocemos los primeros avatares de los orígenes de la ciudad; uno de los testigos, que figura en él, fue Andrés Hernández, de más 80 años, cuya declaración lleva fecha de 28 de agosto de 1609 (Cf. 1970: 126-128). Este testigo nos da una idea de las primeras familias que se establecieron en la ciudad de Valencia provenientes de Borburata:

(…) el Capn. Bisente Dias bino a la ciudad de Coro con la dha. María de las Nieves su lejítima mujer y que en ella fueron reputados y tenidos por personas nobles y principales y que los llamaban los montañeses por ser de las montañas de León y que en la junta de los soldados que se hizo para la conquista y pasificación del pueblo de la Borburata bino este testigo… (p. 126).

    De la conquista y pacificación del capitán Vicente Díaz no se menciona una población de aborígenes en el lugar donde sería el asentamiento de la ciudad[22], pero sí señala que tuvo grandes dificultades en la travesía con los aborígenes ubicados en Mariara, en los valles de Aragua. Todavía la población era pobre. 

(…) y el dho. Capn. Bisente Dias y que en ella se pasaron grandísimos trabajos, hambres y necesidades porque todas las correrías se hasían a pie y en muchas de ellas se comían rayses silvestres por necesidad y que para correr la tierra fue nombrado por caudillo el dho. Capn. Bisente Dias en que se ocupó más de tres meses en bolber al real en que tubo grandes guasabaras de los yndios y en el río de Mariara fue de manera que hirieron al dho. Capn. Bisente Dias y a este testigo y otro cinco o seys soldados que por la necesidad que pasaban siempre se juzgó muriéramos los más eridos y habiendo buelto al real con apuntamiento de la tierra se pobló en nombre de su Mag. en la costa de la mar el pueblo de la Borburata ocupándose en descubrir algunas minas de oro... (p. 126).

      A pesar del sueño dorado de los conquistadores, tuvieron que dedicarse a la siembra y a la cría de ganados para el sostenimiento de sus familias.

(…) y de allí se fue el dho. Capn. Bisente Dias a la Ysla de Margarita a comprar ganado para que el dho. pueblo fuese en aumento y abiendo ydo sabe este testigo compró cantidad de ganado bacuno y algunas cabalgaduras y con sus trasas y buenos modos juntó gran cantidad de soldados y trayendo dho. ganado por los llanos parecerá imposible saliese con él por la mucha suma de caribes yndios de guerra de que estaban llenos todos los llanos y así contaba dho. Capn. y los soldados que muchos días para pasar caminando era forsoso aser grande vanguardia e ir peleando y así le conosió el grande peligro que trajeron pues le mataron cinco soldados en que no se puede poner en duda que el Capn. Bisente Dias era hombre de grandísimo balor pues salió con su yntento… (p. 127).

     A causa de esta gran odisea, el capitán Díaz se va ganando la reputación de ser el primer poblador de la ciudad de Valencia.

(…) y llegó a la dha. Borburata y asi fue resebido con mucha alegría de todos assí por el dho. ganado como por los soldados que abía traydo porque los que allí estaban eran pocos y por el cressimiento que tubo el dho. ganado lo pasó al llano y por el riesgo que en el dho. pueblo abía de enemigos y pobló un Ato con él en el sitio donde oy está  poblada la siudad de la Valencia... (p. 127).

    Es curioso que el testigo Andrés Hernández (y los otros seis testigos) sólo mencione como poblador importante del hato al capitán Díaz, destacando su gran generosidad.

(…) y por el grande agasajo que todos teníamos en el dho. Capn. que del multiplico de dho. ganado les dio a muchos besinos  para que criasen como a este testigo le dio sin ynterés ocho novillas y dos toretes por cuya causa se ha multiplicado de este ganado el sustento de toda esta gobernación de donde ay la gran suma que se sabe…(p. 127).

      Al establecerse en el hato, dicho lugar se convirtió en un paso obligatorio para la conquista y pacificación de la futura ciudad de Caracas.

 (…) y estando este testigo en la siudad de la Balensia en compañía del dho. Capn. llegó a ella el Capn. Diego Lozada con Infantería española para la conquista y pasificación de esta ciudad y sabe él que el dho. Capn. Diego de Losada hiso muchas delijensias por traer en su compañía al dho. Capn. Bisente Dias… (p.128).
 
       Otro testigo, el alférez Juan de Ángulo, de más de 78 años, el 21 de septiembre de 1609, declaraba que después de la conquista y pacificación de los valles de Caracas[23], Vicente Díaz:

 (…) se fue a la Balensia por reparar también no la despoblasen los Jirajaras de la probinsia de Nirva que con mucha delijensia procuraban despoblarla asiendo muchos daños a los besinos y a sus asiendas que por ello se fueron algunos a vivir a otras partes y el dho. Capn. Bisente Dias sus hijos y yernos la defendieron y han defendido asta oy que permanese con mucho lucimiento... (p. 128).

     En cuanto a la pacificación de los aborígenes de Nirgua, todavía a principio del siglo XVII, el capitán Alonso Suárez del Castillo, quien había desembarcado en el Puerto de La Guaira el 25 de julio de 1602, ordenaba a las milicias caraqueñas el sometimiento de dicho aborígenes (Morón, 1971: tomo III: 121). En 1610 “intenta García Jirón reducir a los indios de Nirgua por medio de persuasiones…”. (Ib., 131). En el territorio donde se iba asentar la ciudad de Valencia ya no había presencia significativa de aborígenes, como en las zonas de Vigirima, Yagua[24], Agua Caliente, Mariara, Los Guayos, San Diego y Guacara. Así pues, la ciudad naciente sería un paso estratégico y obligatorio para la fundación de la ciudad de Caracas. De ahí que desde el principio de su fundación, la ciudad de Valencia se consideró como pueblo de españoles por el cual se creaba el curato de Valencia.

      A la llegada del Tercer Obispo fray Pedro de Agreda, de la orden de Santo Domingo (1561-1580) en tierra carabobeña, la situación pastoral seguía siendo precaria. Primero, por la falta de sacerdotes y misioneros para el avance evangelizador de los pueblos; y segundo, por el estado bélico reinante, y es que la conquista armada había hecho sentir todo su peso y los aborígenes prácticamente habían sido aniquilados. Había todo un ambiente de guerra en esta Tierra Firme, las tribus luchaban entre sí y con el poder invasor. Para este tiempo, la ciudad de Coro estaba despoblada y sin el volumen de naturales de los primeros años de la conquista.

      Por la incansable labor pastoral del obispo Agreda, se irá logrando el establecimiento de las doctrinas en el dominio de las encomiendas[25], que de haber sido las tales encomiendas instrumentos de civilización, desterrando de su ámbito el sentido de la esclavitud y del maltrato a los aborígenes, podrían calificarse como el primer intento evangelizador puro[26].

     Según informe del Obispo Agreda al rey, fechado en 1560, en la Gobernación de Venezuela había al comienzo de su pontificado siete pueblos, entre los cuales estaban Santa Ana de Coro, El Tocuyo, Barquisimeto, Nirgua, Nuestras Señora de la Concepción de Borburata y Valencia, sumándose en 1567, dos pueblos más, el uno Santiago de León de Caracas y el otro, a la orilla del mar, Nuestra Señora de Caraballeda. Es de notar que de aquellos siete pueblos que encontró el obispo, sólo en cuatro de ellos había asistencia de sacerdotes. Pero lo más grave, como consecuencia de lo anterior, era que sin presencia de sacerdotes de los otros pueblos, no era posible atender espiritualmente a los naturales que vivían bajo el régimen de las encomiendas, permaneciendo dichos naturales sólo como esclavos de los españoles sin ningún tipo de instrucción religiosa.

      Los primeros evangelizadores en tierra carabobeña fueron del clero secular[27]. Desde los orígenes de Valencia esta presencia significaría un estilo propio en la conformación de la Iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora de la Anunciación. A partir de aquí, esta parroquia se despliega por toda la región valenciana como único centro parroquial en el siglo XVII, hasta que llega a crearse a principio del XVIII las parroquias: San Agustín de Guacara, que venía actuando como tierra de encomiendas; y en el eje occidental de Carabobo, San José de Canoabo, que pertenencia a la vicaría de Nirgua. Más adelante volveremos a escribir sobre estas parroquias.

      En cuanto a la Iglesia parroquial de Valencia, en dos documentos inéditos que reposan en el Archivo de Indias, con fecha 5 de enero de 1562, conocemos su realidad social y eclesial a finales del siglo XVI[28]. Son dos cartas con el mismo contenido donde los alcaldes y regidores de la ciudad le otorgaban poder al señor Gonzalo de los Ríos, vecino de la ciudad de Barquisimeto, para suplicar ante la corona varias consultas, y suplicaban:

… que no se lleve del oro que los vecinos della fundieren e sacaren de minas mas de la veyntena parte por treynta años atento a que las minas son muy pobres y la tierra estar muy neçesitada por los robos de françeses y hultimamente el del tirano lope de Aguirre que en la dicha governacion fue desbaratado...  que su magestad le haga merçed de diez mill pesos librados en el cabo de la vela para propios de la dicha çiudad atento a las cavsas suso dichas e que no tiene ningunos. (…) mill liçençias para poder pasar esclavos a yndias. (…) que en la dicha çiudad aya dos sacerdotes atento a la neçesidad que dellos tiene y por que muchas vezes no se dize misa ni se administran los sacramentos por no aver mas de vno y estar enfermo (…)

      Con esta amarga experiencia de los continuos saqueos de los corsarios franceses, y para completar con la tragedia que ocasionó el paso del tirano Lope de Aguirre, los vecinos de Valencia, que habían trabajado en las minas por 30 años, pedían beneficios del oro extraído de su tierra y manos esclavas para el trabajo. En cuanto a los años de trabajos en las minas volvemos a la cuestión fundacional de la ciudad. ¿Qué ocurrió en 1555 que la historiografía ha tomado como fecha de fundación?[29] Posiblemente en ese año fue elevado el pueblo de la Nueva Valencia del rey al rango de ciudad, porque ya la población existía antes de esa fecha[30]. Asimismo, la Iglesia parroquial ya existía, por lo cual la comunidad cristiana estaba atendida por sacerdotes diocesanos y hacían vida pastoral. Volviendo al texto citado, es posible que aquellas peticiones fueron escuchadas cuando leemos el informe del Obispo Agreda, con fecha de emisión el 23 de agosto de 1574, la ciudad:

() tiene como diez vecinos españoles y está como treinta leguas de Barquisimeto,…cuatro o cinco de estos vecinos españoles de esta Nueva Valencia son los más ricos de toda esta gobernación, porque en su comarca tienen muchas y muy buenas minas de oro y en ellas muchos negros e indios que lo sacan y es tierra toda ella de mucha labranza y crianza, de mucho pescado y miel y grandes sabanas para ganados, en solas las minas tengo un sacerdote que enseñe la doctrina y administre a la gente que está en ellas los sacramentos (Maldonado,1973: 300-301).

      Este texto es muy iluminador para conocer los primeros pobladores de la ciudad de Valencia recién fundada. Ya a finales del siglo XVI, la ciudad tenía diez vecinos o familias españolas, sin contar los aborígenes y los negros que eran traídos de otras partes del territorio para trabajar como esclavos en las minas. A finales del siglo XVII había aumentado la esclavitud en Valencia. Esta ciudad siempre fue considerada como pueblo de españoles. Por consiguiente, podemos deducir que en un principio en estas tierras no hubo una población aborigen homogénea preestablecida. Y más aún cuando dice el obispo Agreda que “tiene pocos indios y esos lo van acabando unos indios caribes que andan por allí cerca, cruelísimo…”. Es probable que por las luchas o contiendas que existían entre los naturales se dispersaran por el territorio carabobeño, específicamente en las zonas de Guacara, los Guayos, San Diego y Yagua. Y además se sumaba la presencia cruel de algunos encomenderos.

     Llama la atención, que la Nueva Valencia, según el obispo Agreda, arranque desde sus orígenes con un potencial económico muy envidiable en relación con los otros pueblos, pues “cuatro o cinco de estos vecinos españoles de esta Nueva Valencia son los más ricos de toda esta gobernación”. Además, la ciudad de Valencia tendría una particularidad que la hace una población heterogénea y multiétnica; es decir, un pueblo donde van a converger muchos hombres y mujeres de diversa condición social y racial venidos de muchos lugares de la gobernación de Venezuela[31]. Aunque a principio del siglo XVII, el crecimiento de la población fue muy lento[32].
     Otro informe, con fecha de emisión el 23 de agosto de 1574, presenta la realidad demográfica y eclesial de aquel tiempo. La Gobernación de Venezuela tenía ocho pueblos: Santa Ana de Coro, Nueva Segovia de Barquisimeto, Tocuyo, Trujillo (Cuica), Santiago de León de Caracas, Nuestra Señora de Caraballeda, Carora (Portillo) y Nueva Valencia. La presencia de la Iglesia institucional sigue siendo precaria por la escasez de sacerdotes y misioneros, y por las continuas invasiones de corsarios franceses o escoceses, que hacían que muchas de estas poblaciones pasaran grandes calamidades. De ahí la situación de pobreza de la Iglesia y de algunas poblaciones costeras de la provincia.

      Es imposible establecer el tipo de población que hubo antes de la fundación de Valencia. El nombre la Nueva Valencia no fue una usurpación, como algunos han opinado, sino un privilegio para el asentamiento de la futura ciudad que se llamaría “Nuestra Señora de La Anunciación de la Nueva Valencia del Rey”. Los testigos de la fundación de Valencia que aparecen en el famoso documento del año 1609 testifican que el lugar siempre se llamó Nueva Valencia desde su fundación. Esto significa que no hubo un nombre anterior en el lugar, como el supuesto nombre de Tacarigua, como pasó con el nombre de Borburata, que era llamada antiguamente así, es decir, desde antes de la llegada de los españoles.

      La Nueva Valencia era uno de los pocos pueblos que tenía desde el inicio poblacional la asistencia espiritual de un sacerdote. En la historiografía se ha sostenido que la creación eclesiástica de la parroquia de Valencia tiene como fecha tardía 1580. Sin embargo, por la importancia que le da el obispo Agreda a los vecinos más ricos de la gobernación, la presencia del sacerdote prueba que antes de esa fecha ya estaba creada la Iglesia parroquial de Valencia. Pues el 10 de octubre de 1555, le fueron consignadas a la Iglesia de Valencia trescientos pesos, procedentes del tanto por ciento que percibía la Real Corona sobre las herencias y bienes dejados por los difuntos, lo que es prueba que existía la Iglesia antes del año 1555 (H. Nectario, 1970: 27)[33]. Hay que señalar la presencia del sacerdote en las minas de oro donde se hallaban “muchos negros e indios” para impartir la doctrina y los sacramentos.

      La preocupación del Obispo Agreda, al igual que sus antecesores, fue atender diligentemente a los pobres de la Provincia. Este mismo obispo, el 6 de enero de 1579, manifestaba en una carta dirigida al rey, que desde el año 1576 el Padre Juan Calado había sido designado por el propio monarca como cura perpetuo de la Nueva Valencia. También informaba en la misma carta, no haberle dado la colación a este cura, porque el gobernador no la había presentado, argumentando ser portugués. Tenemos que aclarar que antes de este padre Calado, hubo en la Iglesia parroquial otros curas que generalmente eran llamados movile ad mutum que podría equipararse a los que hoy se llaman interinos[34]. En 8 de noviembre de 1568 el testigo Juan de Mora, en una probanza promovida por este obispo declaró: “Y sabe este testigo que ha sido a la ciudad de Valencia y a la ciudad de Nirva y que ha visitado sus iglesias”. Puede, pues, afirmarse con toda seguridad que la Iglesia parroquial de Valencia existió desde los mismos días en que allí se empezaron a construir casas.

      Antes de la fecha de 1555 estaba fundada la población de Valencia, que posteriormente había cumplido la acostumbrada ceremonia de fundación como ciudad en aquella fecha: una misa en el lugar y bendición de las tierras, seguidas de la declaración de los presentes de su intención de poblar en nombre de la corona o del rey; se clavaba una cruz en el sitio donde se iba a construir la iglesia y al lado la zona del cementerio, y se ponía la primera piedra de la iglesia; seguidamente, se trazaba el cuadro de la plaza y las calles, con sus respectivos solares, según el número de familias que allí se iban a instalar (Cf. De Armas, 1951: 14-22; Morón, 1994: 51-52). Para que una Iglesia se diga y sea en realidad parroquial se requería cuatro elementos: Primero, que haya sido erigida con autoridad del obispo; segundo, que le haya asignado un distrito determinado, con límites fijos; en el cual debe existir, según el derecho canónico, al menos diez casas o familias; tercero, que tenga un solo rector o párroco perpetuo; y finalmente, que este párroco ejerza, en este distrito, la cura de almas y la jurisdicción en el fuero interno; de manera que ningún otro se atribuya esa facultad ( Cf. Donoso, 1852: 430).

       Aunque no tenemos el acta de fundación de la ciudad, el famoso documento del año 1609 que se hallaba en el archivo de la Catedral de Valencia, certificaba que hubo el establecimiento de un hato que posteriormente sería la Nueva Valencia del Rey, y ponía de relieve la actuación del conquistador capitán Vicente Díaz, junto con otras familias procedentes del pueblo de Borburata. Esto obedecía a una política de organización por parte de los conquistadores, cuya decisión llevaba a una centralización de poderes, económicos, políticos y eclesiásticos. Estos primeros testimonios nos llevan a volver a insistir en que la fecha de erección canónica de la Iglesia parroquial de Valencia es anterior al año 1555, frente a la hipótesis del año 1580, como sostenía el historiador Francisco González Guinán (1981: 25). El primer templo parroquial construido en la Nueva Valencia debió ser hecho de pajas o de bajareque, como los demás templos de la Diócesis de Coro y Venezuela. También podemos afirmar que la evangelización de la ciudad la llevó a cabo el clero secular y no el clero regular[35], como lo atestiguan los informes de los obispos Ballesteros y Agreda[36].

        Volviendo al dato de 1574, la ciudad de Valencia había logrado un amplio desarrollo económico:cuatro o cinco de estos vecinos españoles de esta Nueva Valencia son los más ricos de toda esta gobernación, porque en su comarca tienen muchas y muy buenas minas de oro (Maldonado, 1973: 207). Esto trajo como consecuencia una cierta mejoría en la dotación de la Iglesia parroquial. Monseñor Adam recoge el siguiente dato: “Oi se ha recibido por regalo de María Montes y de orden del Gobernador Mazariego para esta iglesia de la Anunciación de Nueva Valencia una naveta de plata y un relicario para los enfermos, febrero 1576 (1972: 24-25). También menciona, para el año 1630, algunas haciendas productivas en la ciudad de Valencia, como “La Isabelica”, y otras que se encontraban en los valles de Agua Caliente y Guataparo (1972: 11).
   
    Como hemos visto, en este primer período, sólo encontramos como Parroquia canónica en el territorio actual de la Arquidiócesis de Valencia, la Iglesia Parroquial “Nuestra Señora de la Anunciación” de la Nueva Valencia del Rey, o más breve, “Iglesia parroquial de la Nueva Valencia del rey” o Iglesia Matriz de Valencia.   


[1] Veáse González Oropeza H., (1991), La Iglesia en la Venezuela Hispana, en: “Los tres Siglos de Venezuela 1498-1810”, Fundación Eugenio Mendoza, Caracas.
[2] Según el historiador Álvaro Huerga (1992), «lo más curioso –o lo más absurdo- no es la erección de una diócesis en tierra de nadie (o, al menos en tierra aún no cristianizada), sino la seguridad de que Pierre Barbier nunca pensó a pastorear el presunto rebaño sino en esquilmarlo, es decir, en obtener beneficios, que soñaba más pingües que los del deanato de Santo Domingo, que ya disfrutaba y que traspasó, probablemente a venta, a Rodrigo de Bastidas hijo» (p. 375).
[3] El 11 de enero de 1531, el Consejo de Indias decide implantar una diócesis en la provincia de Venezuela, en Coro concretamente, y propone como candidato para obispo a Rodrigo de Bastidas. El 23 de abril del mismo año, se ordena al embajador en Roma para que presente al Papa la súplica de erección de diócesis y preconización de obispo. El 4 de junio de 1532, el Papa crea en consistorio la diócesis de Coro y preconiza Rodrigo de Bastidas, y el 4 de diciembre, después de recibir la ordenación episcopal, erige canónicamente la catedral de Coro, que era una “Iglesia hecha de pajas”.
[4] Es importante conocer las ventajas del traslado, según las Actas del Cabildo Eclesiástico de Caracas: El 7 de marzo de 1638: «…por su naturaleza, habitada de muchos vecinos y forasteros, rica y abundosa de trigo, maíz, cacao, corambre, y otros frutos; de apacible y saludable temele, y de muchos y buenos oficios, con estudio público de gramática y dos conventos donde se leían artes y teología, y donde residía el Gobernador y oficiales reales…». p. 105-106. «…y se acordó que en virtud de ella se tomase la posesión de esta Santa Iglesia constituida en catedral de este mismo día 7 de marzo, bajo el mismo titulo de Señora Santa Ana…». p. 106.  (Pérez Vila, 1963).
[5] «La mentalidad del Nuevo Código de las Leyes de Indias influyó en los hombres de pensamiento de la Primera República» (González Oropeza, 1977: 45).
[6] «La Tierra Firme venezolana dependió judicialmente de la Audiencia de Santo Domingo y durante toda la época de los Austrias estuvo conformadas por una serie de gobernaciones o provincias, independientes entre sí y sin una unidad superior que las aglutinara, por lo cual fue bastante frecuente el cambio de jurisdicción de algunas de ellas, alternativamente bajo la dependencia de Santa Fe de Bogotá o de Santo Domingo» (Gutiérrez Escudero, 2000: 461).
[7] Aunque no fue tan pacífica, ya que «diez años más tarde, cuando Ampíes solicite la capitulación de poblamiento de Coro, declarará que se sacaron entonces más de 2.000 indígenas y fueron vendidos como esclavos a razón de hasta 100 pesos por cabeza, “con letras esculpidas en las casas”» (González Oropeza, 1990: 107).
[8] El Obispo Agreda en una carta enviada al Rey, con fecha 17 de enero 1574, dice, con referencia a los aborígenes, que: «Sería cosa muy necesaria, pues son libres y puestos en la corona real y no están encomendados a nadie, vuestra Majestad mandase que en las dichas Islas que están adjudicadas a este obispado se pusiese un sacerdote con salario siquiera de 30.000 maravedíes en cada un año librados de la Caja  del Nuevo Reino de Granada y sepa V. M. que el gobierno  de las Islas se dio primero al factor Juan de Ampíes y este acudió siempre con los diezmos a la Iglesia de Coro; Tuvo después el dicho Gobierno su yerno Lázaro Bejarano, y está ahora en poder de su mujer, doña María de Ampíes, y en tiempo de marido y mujer, nunca han acudido con los diezmos a la Iglesia de Coro ni a otra parte. Con vendría (sic) que vuestra Merced mandase que pagase el diezmo pasado y por venir a la Iglesia de Coro y que la Gobernadora de las dichas Islas (María de Ampíes) o a lo menos ayudase a pagar el dicho sacerdote» (Citado por Valpuesta Abajo, 2004).
[9] «En la sesión 22 (17 Sept.1563), Decretum de observandis et vitandis in celebratione missarum se manda a los pastores de almas que amonesten a los fieles a que acudan con frecuencia, especialmente los domingos y fiestas principales, a las parroquias » (García y García, 1996: 30).
[10] El decreto De reformatione, correspondiente a la sesión XXI del 16 de julio de 1562, en el capitulo 6 manda que a los párrocos ignorantes se les pongan vicarios interinos.
[11] Mediante el decreto De reformatione, correspondiente a la sesión XXIV del 11 de noviembre de 1563, la parroquia es considerada como el órgano principal de la pastoral y se prescribe que cada parroquia tenga límites bien definidos.
[12] « Declaramos y mandamos, que la parte con que han de contribuir los vecinos Encomenderos para fábrica de las Iglesias Parroquiales, se ha de entender con los vecinos y moradores encomenderos de cada Pueblo, siendo Parroquianos y recibiendo en las Iglesias que se tratan de fabricar los Santos Sacramentos, y no en otra forma. (…) todos los Pueblos de Indios, así los que están incorporados en nuestra Real Corona, como los encomendados á otras cualquier personas, se edifiquen Iglesias donde sean doctrinados y se les administren los Santos Sacramentos, y para esto se aparte de los tributos que los Indios hubieren de dar á Nos y á sus Encomenderos cada año lo que fuere necesario, hasta que las Iglesias estén acabadas (…)» Tomo I, libro I, título segundo: “De las Iglesias Catedrales, y Parroquiales”.
[13] Alonso de la Peña Montenegro (1596-1687) fue el undécimo obispo de San Francisco de Quito. Había nacido en Padrón (La Coruña, España), el 29 de abril de 1596. Tomó posesión canónica el año 1654 y, 14 años después, en 1668 publica el libro Itinerario para párrocos de indios. Falleció en la misma ciudad, a los 91 años de edad, el 12 de mayo de 1687.
[14] Comenta el historiador Rafael Fernández Heres (1999), que este Obispo «no se ve animoso en el pastoreo espiritual de su grey, se posesionó personalmente del obispado en 1534, y fue más el tiempo que estuvo ausente de la sede episcopal, residiendo en Santo Domingo donde tenía bienes y familia, siendo tan notorio su ausencia que el Rey en 1537 le ordenó su traslado a Coro» (p. 72).
[15] Dicho informe tiene como fecha el 20 de octubre de 1550, y explicaba que: «…esta gobernación que está poblada más de veinte años, y que los indios naturales que se habían convertido a Nuestra Santa Fe Católica, no habían oído misa los domingos y fiestas de guardar, ni se habían confesado una vez en el año como eran obligados (…). Hallé en seis pueblos de indios, de esa nación caquetíos, comarcanos a la ciudad de Coro, hasta 400 indios e indias, y entre ellos muchos que habían recibido agua del bautismo, y otros casados a ley y bendición. Y estos pueblos también hallé indios cristianos amigados con indias infieles e indias cristianas con indios infieles, que todos usan de sus ritos y ceremonias…»  (Maldonado, 1973: 110).
[16] Según Fray Pedro de Aguado (1963), «Teniendo ya el licenciado Tolosa la tierra y bullicios de los españoles todo asentado y sosegado, habiendo enviado a su hermano Alonso Pérez de Tolosa… a poblar a Sierra Nevadas (…) como quedase Juan de Villegas en el cargo de Teniente de gobernador y acompañado de mucha gente que aún había quedado en Tocuyo… y como el era hombre que diversas veces, por su antigüedad había andado aquellas provincias y tierras por muchas partes tenían noticias de que en la provincia de la Borburata había algunos naturales donde se podían sustentar y entretener parte de los españoles que con él estaban y así envió un capitán , llamado Pedro Álvarez, con cuarenta hombre a poblar aquella provincia, el cual pobló en la costa del mar el pueblo que comúnmente llaman de la Borburata… por ser así llamada antiguamente esta provincia donde está poblado, de sus naturales y moradores» (pp. 293-294).
[17] La presencia de los colonos alemanes data desde el año 1529. Era una cadena de empresa de los Welser que se dedicaban a trabajar como arrendatarios de minas y como banqueros. Su presencia duró hasta el año 1546. Sin embargo, «a pesar de cesar de hecho la gobernación alemana de Venezuela, ésta fue considerada como existente por sus habitantes y sus gobernadores, pues en el año 1551 una carta de Borburata, en el cual se piden al emperador algunos privilegios, el representante de dicha ciudad, capitán Luis de Narváez, se dirigió a los señores Bartolomé y Antonio Welser, por ser los dueños de la tierra» (Morales, 1982: 600).
[18] Nectario María [Pralón], Orígenes de Valencia (Historia Documental de los Orígenes de Valencia, Capital del Estado Carabobo –Venezuela-), Escuelas Profesionales “Sagrado Corazón”, Juan Bravo, 3, Madrid 1970, 21.
[19] Este historiador fue el que creó la tradición historiográfica en el cual la ciudad de Valencia fue fundada en el año 1555. Los historiadores nacionales (como el escritor venezolano Andrés Bello) y regionales, se acogieron a lo afirmado por Oviedo y Baños. También a nivel internacional, por ejemplo, el historiador Francisco Morales Padrón afirma que «el hombre que realizó la misión de sometimiento y elevó la ciudad de Valencia del Rey (1555) a orillas del lago Tagariagua [Valencia] fue Alonso Díaz Moreno». Historia del Descubrimiento y Conquista de América, Editora Nacional, 4ª edición, Madrid, 1981, 603. Tal tradición historiográfica fue rota por el Hermano Nectario.
[20] Nectario María, Orígenes de Valencia, o. c., 26. En ese mismo documento hace constar que en el año 1555 “a la iglesia de Valencia 300 pesos de difuntos, 10 de octubre”. p. 27.
[21] Hemos cotejado este documento con otro documento del año 1736 sobre la “legitimidad y limpieza de sangre del Capitán Vicente Díaz”, Archivo Nacional, Primera Sección, La Colonia, Nº 17.
[22] Esto significa que no ocurrió como en los grandes imperios de los incas o aztecas, que «con la destrucción de los templos e ídolos comienza a afianzarse institucional y materialmente la Iglesia en los nuevos territorios» (Chocano, 2000: 120). Del mismo modo, dice el padre Hermann González (1990) que «es comprensible que más de un estudioso de nuestro pasado le resulte perturbador el proceso de conquista venezolano, porque no encuentran los rasgos de la epopeya mexicana o peruana. No hubo la toma de poder lograda en esos imperios con el asalto a sus centros urbanos; menos la superposición de un nuevo poblamiento hispano sobre el plan poblacional indígena» (p. 91).
[23] La ciudad de Santiago de León de Caracas fue fundada el 25 de julio de 1567 (Cf. H. Nectario, 1967).
[24] El año 1673, el licenciado Gerónimo Riveros informaba que en el valle de Yagua no había Iglesia y « (….)esta encomienda fue considerable, y por los malos tratos de los encomenderos, irán migraciones a la costa de la mar; se hayan hoy en estado de acabarse pues los varones no pasan de veinte y estos la mitad huidos, con que por su tenicidad parece no tener fuerzas bastantes para fabricar iglesia, y cosa mia, con los más adorantes soy de parecer no hay inconveniente para agregarlos a esta de Guacara, como también no le hay en que todos estos pueblos se uniesen…» (A 45, C 26, D 1).
[25] «La encomienda en sí tenía entre otras razones la de asegurar el servicio de los indios, la explotación de las minas y habituar a los naturales al trabajo, educarlos para la vida civilizada y cristiana, recompensar a los conquistadores por sus hazañas. El indio no era vasallo del encomendero, sino del Rey. La encomienda estaba encaminada a ser el primer núcleo social y religioso de la nueva sociedad de las Indias…» (Maldonado, 1963: XI). A partir de 1696 los reyes habían intentado abolir las encomiendas. Las cédulas despachadas en 1720, 1735, 1776, 1777 y 1801 consiguieron suprimirlas en algunos lugares de América (Cf. Mira, 1977: 94-155).
[26] En el pensamiento de los primeros misioneros, las encomiendas eran necesarias para la cristianización, por ejemplo en la ciudad de México: «Fray Martín de Valencia y otros cinco franciscanos escribieron al Emperador en 1526 emitiendo su juicio sobre la conveniencia de las encomiendas. A su parecer, éstas eran necesarias por lo que suponían de método capilar para la cristianización de los indios. Donde no hubiese encomiendas, argumentaban los religiosos, no habría españoles. La ausencia de éstos imposibilitaría toda comunicación entre infieles y cristianos, siempre provechosa para los primeros (…) Estos traerían españoles a las aldeas de indios, y de entrambos resultaría un solo pueblo cristiano, ya que los infieles se irían paulatinamente convirtiendo bajo la influencia religiosa de los españoles» (Borges, 1960: 425-426).
[27] La publicación de los informes de los obispos Ballestero y Agrada por Monseñor Maldonado (1973) nos lleva a la conclusión que los primeros evangelizadores en el estado Carabobo fueron del clero secular, ya que no se menciona a ningún religioso del clero regular. Según el obispo Agrada en el pueblo de Borburata siempre hubo sacerdote secular pagado de la Caja Real, hasta que se despobló por las invasiones de los franceses (Cf. pp. 105-355).
[28] Copio los textos para los interesados en la investigación: /folio 1/ /Poder de la çiudad de la nueva valencia a Gonçalo de los rios para pedir mercedes a su magestad. Sepan quantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo justiçia e Regimiento de la çiudad de la nueva valençia del rrey de la governaçión de beneçuela de las yndias e tierra firme del oçeano estando juntos a nuestro cabildo segund lo avemos de huso e costunbre conviene a saber juan larios e pedro perez alcaldes hordinarios de la dicha çiudad por su magestad e alonço cabello, lorenço martinez e anbrosio perez regidores della. Otorgamos e conoçemos por esta presente carta que damos e otorgamos todo nuestro poder cunplido segund le avemos y tenemos en nombre de la dicha çiudad y de fecho y de derecho mas puede y deve valer a vos gonzalo de los rios vezino de la çiudad de la nueva Segovia de barquiçimeto de la dicha governaçion especialmente para que en nombre de la dicha çiudad podays paraçer e parescays ante su magestad e ante los señores presidentes e oydores de su consejo de las yndias que rreside en los Reynos despaña e ante quien e con derecho devais e pedir e suplicar a sus magestad atento a ques pobre de minas e a sido robada de françeses dos vezes e agora hultimamente del tirano lope de aguirre que en la dicha governaçion se desbarato el cual baxo del peru con çierta gente e bolvia por ella a se alçar con el, le haga merçed no se lleve el oro que los vecinos fundieren e sacaren de minas mas de la veyntena parte por treyta años e diez mill pesos librados en el cabo de la vela para propios de la dicha çiudad e mill / licencias (sic) para poder pasar a yndias negros, e que en ella aya dos sacerdotes atento a que muchas vezes no ay misa por no aver mas de vno y estar enfermo e todas las demas cosas que os pareçiere ser vtiles e provechosas a la dicha çiudad e çerca y en razon de lo suso dicho en nombre della presentar qualesquier peticiones e provanças e sacar e ganar qualesquier  provisiones que convengan e fueren neçesarias e hazer todas las diligençias que la dicha çiudad haria siendo presente avnque rrequieran poder mas espeçial o presençia personal que quan cunplido e bastante poder como le avemos y tenemos para lo suso dicho otro tal y ese mismo le damos a vos el dicho gonçalo de los Rios con sus ynçidençias e dependençias anexidades e conexidades con poder  de sostituyr en vuestro lugar y en nombre de la dicha çiudad vn procurador dos o mas y los revocar e hazer otro de nuevo los quales ayan este poder segund que vos e vos relevamos a vos e a ellos segund derecho e prometemos de aver por firme e valedero este dicho poder y lo que por virtud del fuere fecho dicho e procurador so espresa obligaçion que para ello hazemos de los propios e rentas de la dicha çiudad avidos e por aver en testimonio de lo qual lo otorgamos antel presente escrivano publico e testigos que fue fecho e otorgado en la dicha çiudad de la nueva valencia a çinco dias del mes de henero / año del nasçimiento de nuestro salvador Jhesuchristo de mill e quinientos e sesenta e dos años testigos que fueron presentes a lo que dicho es vicente diaz e simon lopez e pedro garçia vezinos de la dicha çiudad e lo firmaron de sus nombres los dichos otorgantes en el Registro. E yo el escrivano les conozco. Juan Larios. pedro perez. alonso cabello. lorenzo martinez. ambrosio perez. paso ante mi francisco gomez escrivano. E yo francisco gomez escrivano publico y del cabildo de la dicha çiudad de la nueva valencia del rrey a lo sobre dicho que por mi presençia paso fuy presente en vno con los dichos testigos, y de pedimiento de la dicha çiudad lo escrevi e saque de mi Registro e fize aqui mi signo. En testimonio de verdad (Signo, firma y rúbrica:) francisco gomez escribano /al dorso:/ poder de la çiudad de valencia. (Archivo General de Indias. Sevilla. Audiencia de Santo Domingo. Legajo, 201). El Otro texto: /fol 1/  /los capitulos e instruçion de la nueva valençia. ynstruçion de lo quel señor gonzalo de los Rios e de suplicar a su magestad en nombre de la çiudad de la nueva valencia del rrey de la governacion de benesuela de las yndias e tierra firme del mar oçeano le haga merced es lo siguiente: Consulta – -que no se lleve del oro que los vecinos della fundieren e sacaren de minas mas de la veyntena parte por treynta años atento a que las minas son muy pobres y la tierra estar muy neçesitada por los robos de françeses y hultimamente el del tirano lope de Aguirre que en la dicha governacion fue desbaratado. -Yten que su magestad le haga merçed de diez mill pesos librados en el cabo de la vela para propios de la dicha çiudad atento a las cavsas suso dichas e que no tiene ningunos. -Yten mill liçençias para poder pasar esclavos a yndias. cedula para el obispo que siendo conveniente lo provea y se mande a los oficiales por otra cedula que paguen. -yten que en la dicha çiudad aya dos sacerdotes atento a la neçesidad que dellos tiene y por que muchas vezes no se dize misa ni se administran los sacramentos por no aver mas de vno y estar enfermo. -todas las quales dichas cosas el dicho señor gonzalo de los Rios a de suplicar a su magestad haga merçed a la dicha çiudad e las demas que le parezca convengan expresando las cavsas e sacar los despachos que çerca de lo suso dicho se proveyeren. Fecho en la nueva valencia del rrey de la governacion de benesuela a çinco dias del mes de henero año del señor mill e quinientos e sesenta e dos años. e lo firmaron los señores alcaldes regidores. (Firmas y rúbricas)Pedro peres. Juan larios. Alonso cabellos. Lorenzo martinez. anbrosyo perez. paso ante mi Francisco gomez escribano /al dorso:/ la çiudad de la nueva valençia en la provincia de veneçuela. presenta la ynstrucion que se le manda. ynstruçion de la çiudad de la nueva valencia. (Archivo General de Indias, Sevilla. Audiencia de Santo Domingo. Legajo 201)
[29] La hipótesis tradicional se fundamenta en el texto de Oviedo y Baños: «Noticioso al mismo tiempo el Gobernador de Villasinda de la abundancia de indios que había en la comarca de la laguna de Tacarigua [Valencia], y la conveniencia que ofrecía la hermosura y fertilidad de su terreno para poder poblar en ella una ciudad, y animado aún más con la esperanza de que sujeto y reducido aquel entorno podría de servir de escala para emprender con más facilidad la conquista de Caracas que intentaba ejecutar; juntó el mayor número que pudo de soldados de las tres ciudades de Coro, Tocuyo y Nueva Segovia [Barquisimeto] y nombrando por cabo a Alonso Díaz Moreno, vecino que entonces era de la Borburata, lo despachó con orden de que poblase una ciudad en las cercanías de la laguna; diligencia en que puso tanto cuidado Alonso Díaz, que aunque los indios y procuraron estorbarla a fuerza de sus armas, vencidos siempre y desbaratados por el valor de Alonso Díaz, dieron lugar a que atravesada la provincias, y reconocido el mejor sitio, fundase el mismo año de cincuenta y cinco la ciudad de Nueva Valencia del Rey en un hermoso llano… donde se conserva hasta hoy». Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1967, 223-224. (Nota introductoria de Pedro Grases), Edición Facsimilar de la de Caracas, 1924 de Domingo Navas Spínola que a su vez es reimpresión al facsímil de la de Madrid, Imprenta de D. Gregorio Hermosilla, en la calle de los Jardines Ano MDCCXXIII.
[30]En una Relación que presenta el tercer obispo de la provincia de Venezuela, fray Pedro de Agreda (1561-1580), a la Corona española, con fecha 3 de diciembre de 1567, menciona que al hacer visita pastoral a la ciudad de Valencia, subraya “que había más de 27 años que no se habían confirmado” los vecinos de esta ciudad. Esto nos lleva a deducir que en el año 1540 ya existía la población de Valencia. Esta fecha lo confirma el fraile carmelita Antonio Vásquez de Espinoza (1570-1630), autor de las crónicas Compendio y descripción de las Indias Occidentales, donde describe que “la ciudad de la Nueva Valencia fundó el capitán Villasinda el año de 1540”. Pocos historiadores han hecho referencia a este intrépido cronista colonial. Él mismo cuenta en su obra, que estuvo 14 años en las Indias, por el año 1608.
[31] El estudio realizado de los libros matrimoniales de la Iglesia parroquial de Valencia que datan desde 1660 nos señalan la procedencia de algunas familias de origen española, portuguesa, irlandesa… También sobre el aumento de la esclavitud negra en la misma ciudad.
[32] Así lo indica el historiador Torcuato Manzo Núñez en su libro “Historia del Estado Carabobo”: “La ciudad de Valencia se desarrollaba a un ritmo tan lento que 1634 el Gobernador Juan de Meneses, que la visitó seis años antes, de paso por la fundación de Nirgua, informaba que la Nueva Valencia tenía menos de setenta vecinos… entre 1600 7 1607 el número de personas blancas que había en Valencia era apenas de una veinte, de las cuales siete u ocho eran encomenderos y tenían bajo su explotación trescientos indios” (1981: 57).
[33]Este documento fue verificado en el Archivo de la Real Academia de la Historia, en Madrid-España.  Su nueva signatura es 5705: “Índice General de los registros del Consejo de Indias. Año de MDIX hasta el de MDCVIII”.
[34] El 17 de enero de 1576, el obispo Agreda informaba al rey lo siguiente: «En un pueblo de esta provincia murió un clérigo que fue Cura en la Nueva Valencia y en Borburata, cuando estaba poblada, llamado Andrés Blanco; dejó unas labranzas que montarán como 250 pesos a la iglesia de la Nueva Valencia, conviene porque la iglesia es muy pobre que vuestra Majestad mande por su real Cédula que estas labranzas se paguen a la dicha iglesia en la caja del Nuevo Reino. También murió en la dicha Nueva Valencia otro sacerdote que allí fue cura llamado Vasco Fernández, el cual dejó por heredero a Alonso Cabello, vecino de allí con título que lo procedido de ellas lo diese a unos parientes pobres que dejó. No se pueden cobrar si vuestra Majestad no envía su real cédula para que se cobren en el Nuevo Reino» (Maldonado, 1973: 327).
[35] La historiadora Luisa Galíndez (1984) refiere que “el primer cura de la Iglesia mayor fue un franciscano…” (p. 11).
[36] La publicación de los informes de los obispos Ballestero y Agrada por Monseñor Maldonado (1973) nos lleva a la conclusión que los primeros evangelizadores en el Estado Carabobo fueron del clero secular, ya que no se menciona a ningún religioso del clero regular. Según el obispo Agrada en el pueblo de Borburata siempre hubo sacerdote secular pagado de la Caja Real, hasta que se despobló por las invasiones de los franceses (Cf. pp. 105-355).

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