ENTRE SUEÑOS Y CALAMIDADES: 1803-1922
Plaza Bolívar año desconocido
I
A finales del siglo XVIII, como
hemos dicho en páginas anteriores, es creada la Capitanía General de Venezuela
(1777), y esto suponía la unificación en lo administrativo, político y militar,
dando paso a la unificación eclesiástica con la creación de las diócesis de
Mérida (1778) y Guayana (1790), las cuales, al ser elevada Caracas a
Arquidiócesis, el 27 de noviembre de 1803, pasan a ser sufragáneas. Fue un
hecho trascendental en la unificación religiosa de la Provincia de Venezuela. En
1810 la Arquidiócesis de Caracas contaba con 347 sacerdotes y 200 religiosos
repartidos entre los tres conventos de dicha ciudad, los de Valencia, Carora y
Guanare. En el largo período de la Independencia, solo en 1819 el número de
sacerdotes había descendido a 110. El seminario de Caracas fue cerrado en 1814
cuando los seminaristas fueron a combatir en la batalla de La Victoria.
Esta es la situación que encontró el
Arzobispo de Caracas, Mons. Narciso Coll
y Prat[1]. Su pontificado será como
una barca con muchos oleajes ante las pasiones entre los bandos realistas y
patriotas, quienes en nombre de los ideales de libertad e igualdad
transgredieron los derechos elementales de los vencidos, en nombre del Derecho
de Conquista. En este torbellino de pasiones causó gran dolor al Arzobispo al
ver a sus sacerdotes tomar bando y abandonar su misión.
El Arzobispo Coll y Prat llega a La Guaira
el 15 de julio de 1810, y se encuentra con la Junta Patriótica, “que se decía conservadora de los derechos
del Rey Fernando VII”. El Arzobispo permaneció 15 días en el puerto de La
Guaira. La Junta rechazó al Provisor y al Secretario que lo acompañaba, y a
pesar de los oficios enviados al Cabildo ante la Junta el 19 de julio, debió presentar
personalmente la decisión de jurar obediencia al nuevo orden establecido, y así
poder llegar a Caracas, hasta tomar posesión de la sede episcopal el 31 de
julio. Estamos ante la presencia de un hombre formado en las ideas
tradicionales y en las nuevas que presagiaban el cambio de la historia.
Este arzobispo va ser testigo, durante los
seis años y medio frente a la Arquidiócesis, de los acontecimientos de la
proclamación de la Independencia (1811), del asolador terremoto de 1812,
asistirá a la agonía de la Primera República y la penosa política del soberbio
Monteverde, y al renacimiento de la República, con la entrada de Simón Bolívar
a Caracas como Libertador. Ante la proclama de la Guerra a Muerte, intentará
suavizar los ánimos de uno y otro bando. Todo esto le valió para ser acusado de
traidor.
Para comprender la posición del arzobispo
Narciso Coll y Prat, debemos meternos en el acontecer histórico. Había mucha
lluvia de ideas y muy complejas acerca de la independencia de los pueblos, la
liberación de las clases oprimidas, y sedientas de igualdad y libertad, que ya
habían aflorado en las manifestaciones: entre los “blancos de orilla”
(españoles y canarios llegados a la hora nona) y los “blancos Criollos” (los
Mantuanos) dueños del poder económico.
La
conquista por parte de los Criollos de Orilla y Pardos de la Cédula Real
“Gracias al Sacar” (1798), por la cual podían aspirar a títulos de nobleza,
hasta el presente reservados a los mantuanos de limpia sangre; las revueltas
sociales protagonizadas por los esclavos contra los dueños de las plantaciones
de cacao, café, caña. Como la rebelión del zambo libre José Leonardo Chirino, en Coro en 1795, que se valió del nombre del
negro José Caridad González para ganar adeptos.
Las ideas de la Revolución Francesa de
libertad, igualdad y fraternidad, fueron acogidas por los primeros propulsores
de la revolución, Picornell, prisionero español en el Puerto de La Guiara, presenta
los primeros esquemas de una constitución, copiada de la francesa, a los
cabecillas de los primeros intentos de Independencia: Gual y España (1797), y
la de Francisco Miranda (1806), cuyo
movimiento fue abortado por los mismos mantuanos.
¿Cuál fue la
interpretación que le dio el Arzobispo Coll y Prat a los hechos acontecidos del
19 de abril? A pesar que Mons. Coll y Prat no haya sido testigo
presencial de los sucesos del 19 de abril, su versión nos aproxima a una
opinión autorizada, tal como figura en sus memoriales de su puño y letra del
año 1818. Y como explica el académico Manuel Pérez Villa, en su introducción a
“Memoriales sobre la Independencia de
Venezuela”, que los hechos narrados son veraces, aunque sean expuestos en
defensa de su inocencia ante el Rey.
Lo primero que llega a informar a la
Corona, en sus memoriales, es que: “la
revolución del diez y nueve de Abril, según lo que se me informó y después he
confirmado, fue obra de pocos y aquel lamentable acontecimiento vino sin plan
fijo, ni sistema determinado”. Estos pocos son los mantuanos caraqueños,
los defensores del principio de la desigualdad, que, a pesar de muchos ideales,
mantenían el estamento social. Su abierto rechazo a la revolución de Gual y
España, y su reacción contraria a la aventura libertaria de Miranda,
mantuvieron su incuestionable fidelidad a la monarquía. He aquí que son
expresiones de mantener inalterable el Antiguo Régimen.
Todo parece indicar que el 19 de abril de
1810 no fue una revolución de las clases oprimidas con el fin de modificar la
hegemonía de los blancos criollos (mantuanos), tampoco se buscó una ruptura con
España. Ahora bien, si ni los mantuanos ni las clases oprimidas alentaban un
proceso de liberación del yugo español, y tampoco aspiraban modificar el orden
de la sociedad. ¿Qué ocurrió entonces el
19 de abril de 1810? A mi manera de ver considero que fue un “golpe de
Estado” del Ayuntamiento o del Cabildo de Caracas, de unos pocos mantuanos,
ante el vacío de poder que tenía lugar en España por la invasión francesa.
Además dice el arzobispo Coll y Prat al
Rey, que: “el diez y nueve de Abril, ni
fue sólo obra de vuestros vasallos nacidos en América, pues dejo dicho y es
notorio que la mayor parte de la oficialidad fue ganada”. Recordemos que
unas de las medidas de la Junta fue darles doble paga a las tropas que
intervinieron el 19 de abril. El pretender hacernos creer hoy, que el 19 abril
de 1810 fue la participación de un pueblo revolucionario en busca de la
independencia española, es un craso error histórico.
“La
revolución del diez y nueve de Abril –dice Mons. Coll y Prat- no fue la que en su momento causó estrago
[…], no hizo más que alzar la compuerta a las aguas corrompidas”. En primer
término encontramos la persecución del clero, las acusaciones, choque entre
familias, inquietud en las clases inferiores, espionaje por parte de la Junta,
prohibición de tener armas los ciudadanos para usos particulares, creación de
un tribunal de vigilancia, registro de las casas, despedida de algunos soldados
españoles, exaltación de los ánimos, profundización de la división entre los
revolucionarios, considerando enemigos a los que no estaban de acuerdo con sus
ideales. Esta realidad, insinúa el arzobispo, fue causa predominante en el
desenvolvimiento de los hechos que provocaron la llamada Contrarrevolución de
los Linares, en octubre de 1810. La finalidad de esta contrarrevolución era
restituir la Junta nacida en 20 de abril, por otra que reconociese la Regencia
del Reino, hasta que Fernando VII tomase una decisión final.
El Arzobispo hace una descripción de los
años que precedieron a su llegada: la Arquidiócesis, vacante durante cuatro años,
queda a falta de ministros dedicados a los auxilios espirituales, afligida al
ver que muchos se habían dejado seducir por la división y por la filosofía del
libertinaje, que amenazaba la estabilidad de la Iglesia, y en el olvido de
conservar y propagar la fe. Durante el período de 1800 a 1806, habían ordenado
165 nuevos sacerdotes. Mientras que en los seis que van de 1810 a 1816, las
ordenaciones se redujeron apenas a 73 nuevos pastores.
El 22 de octubre de 1810, el
Arzobispo es testigo del tumulto de los pardos, negros y zambos a causa de
haber sido marginados por la Junta General, y no habiendo sido tomados en
cuenta el 19 de abril, y al no tener sus representantes en el Ayuntamiento,
pidieron la prisión a los españoles y americanos disidentes. Aquella Junta para
calmar a los amotinados puso presos a José
Félix Ribas, a su hermano el padre Francisco José Ribas, y al zambo José
María Gallegos, autores confesos del movimiento.
Las causas de estas manifestaciones, las
atribuye el Arzobispo a los años que precedieron a su llegada: “más de veinte años hacía que los estudios
serios, eran despreciados; el Seminario y la Universidad habían injustamente
perdido su crédito”; el filosofismo propagaba el libertinaje y la libertad
de cultos era propagada en las islas del Caribe; Dios era sustituido por la
diosa de la Razón; la vigilancia sobre control de entrada de todo tipo de libros
fue deficiente por sus antecesores.
Llamado por el Rey Fernando VII a España
el 8 de diciembre de 1816, para dar cuenta de su actuación al frente de la
Arquidiócesis acusado por los autoridades realistas de imparcialidad. Al
participar la Orden Real a sus canónigos en una pastoral de despedida explicaba
las razones de las oscilaciones que hayan podido haber en su vida:
“Mantener la pureza de la fe, la
integridad de la moral y las vidas de tantos vasallos del rey, a quien no
dejaban de pertenecer, a pesar de
hallarse envueltos en revoluciones”.
El mejor elogio de la conducta de este
Arzobispo está en el hecho mismo de que los
Patriotas lo acusaron de Realista y los Realistas de Patriota; Que no
agradara a nadie, cuando imperan las pasiones, y esto es signo innegable de su
espiritualidad evangélica y entrega a la causa de la Iglesia, como Sacerdote y
Obispo. Fue un hombre de caridad, siempre se le vio en aquellos días de sangre,
al lado de los que sufren. Intercede ante Bolívar en favor de los españoles y
canarios. Fue un hombre inteligente y austero. Estando en España, fuera de su
querida Arquidiócesis, expresaba con toda sencillez: “he vuelto de América con las mismas camisas y lienzos que saqué de
Cádiz”.
Batalla de la Victoria, 12 de febrero de 1814 (Ilustración)
A principio del siglo XIX, se erige en la
ciudad de Valencia un nuevo cementerio, lo cual era una necesidad imperiosa por
causa de la “epidemia pestilencial” que azotaba a la ciudad. En toda la ciudad
reinaba “la corrupción del aire debido a
los cadáveres que se entierran en la Iglesia parroquial”. Por tal motivo,
el Arzobispo Francisco Ibarra ordenó
“que se empedrase y cubriese de cal el
antiguo cementerio de aquella ciudad y se cercase el nuevo campo santo
establecido en ella”. El Mayordomo de la Iglesia parroquial, Pbro. Clemente de Andraca y Ugarte, solicita
certificación de los médicos de la ciudad en la cual manifieste, “si es cierto y verdadero que la epidemia pestilencial
que acometió a esta ciudad el año pasado, se halla extinguida enteramente”.
Por mandanto del Azobispo Ibarra,
con fecha 11 de diciembre de 1800, “de
que luego se aviso la enfermedad epidemica fallacìan muchos en esa ciudad se dio
la providencia de que sentarse los cadáveres de los que fallecieron de ella en
el cementerio contigua a esa Yglesia parroquial; como por la multitud de
muertes según se ha informado al Sr. Presidente Gobernador y Capitàn General de
esta Provincia, no sea ya bastante este remedio para ocurrir (roto) se experimenta especialmente por la
corrupción del aire: habiendo en prevenir a U., como lo hago por esta, que con
intervención y acuerdo del Theniente
Justicia mayor de esta ciudad se elija y
demarque sin perdida de tiempo algún terreno fuera de la ciudad el qual bendigo
por U. con arreglo al Ritual Romano en virtud de la facultad que efecto le
concedo, y cercado de manera que no puedan entrar a èl animales; sea sepultados
sin disticiòn de personas cualquiera cadáveres; prohibiendo como proveo el que
en adelante a ninguno se de sepultura, ni en la Yglesia, ni en su contiguo
cementerio” (AAVMA).
El dìa 15 del mismo mes y año, en
comunicado firmado por el Sr. Vicario, Juez Eclesiàstico interino, el Pbro. Dr.
Carlos Josè Hernandez de Monagas, y
por el Notario Pùblico, Pablo Josè de Figueroa, notificaban que:
“vista
la orden superior del Obispo mi Señor, desele pronto entero y debido
cumplimiento como lo manda Su Señorìa Ilustrìsima antes póngase noticia de los Venerables Curas
Guardianes, Capellanes, del hospital de Caridad de la Yglesia filial de Nuestra Señora de Candelaria para su
obedecimiento y conformidad”. Asienta el Notario: “En el mismo dìa y año pasò Su Merced el Señor Vicario conmigo el Notario
a la casa de su señorìa el Señor Coronel Teniente Justicia Mayor de esta ciudad
[Francisco Ramòn Pàez] y tratando de la orden superior que el
mismo señor Coronel había remitido a su merced determinaren reconocer el dìa
siguiente el terreno que convenga elegir, y mando supiese por diligencia…”.
“En dicho dìa, mes y año su merced en
persona notificò al R. P. Cura, al R. P. Guardiàn, al Capellàn del Hospital y
al de Ntra. Sra. de Candelaria la orden superior y todos muy conformes,
quedaron convidados para ir a la elección del sitio, y a su bendición aquella
en el dìa de mañana por la tarde; y esta para el dìa diez y ocho en que se
supone estaría todo limpio y compuesto…”. “En diez y seis días del mes de Diciembre de este año su merced el Sr.
Vicario y el S. Teniente Justicia Mayor de esta ciudad con los médicos Dn Josè Luis Cabrera y Dn Mateo ___ y otros ciudadanos pasaron
reconocer terreno oportuno para cumplimiento de la orden superior y
elegieron y desmarcaron el que detrás
del cerrito que se nombrarà del Calvario a la parte sur cuyo limpio y simado
según la cerca que inmediatamente se seguirà…”. “En diez y ocho días del propio mes y año su merced el Vicario Foraneo
interino de esta ciudad por ausencia del Sr. Vicario pasò con el clero al sitio
demarcado; en cuyo medio se había antes fijado la Santa Cruz… le bendijo con
arreglo al Ritual Romano depuntandolo por cementerio público y general…”.
En 1805, el Pbro. Juan Ignacio Diez Velasco, Cura Rector de la Iglesia Matriz de Valencia,
se dirige al Azobispo Ibarra,
manifestando el gravísimo prejuicio de los derechos parroquiales debido a la
realización de entierros clandestinos en el cementerio en despoblado. También
le manifiesta las recomendaciones hechas por el médico de la ciudad con
respecto a la ventilación de la Iglesia parroquial para evitar el contagio de
la epidemia.
En Semana Santa de 1808, los curas rectores
de la Iglesia parroquial de Valencia, los Pbros. Diez Velasco y Francisco
Javier de Narvarte, piden al gobernador del Arzobispado que el Mayordomo de
Fábrica debe costear los 48 pesos de la música que asistió en la Semana Mayor.
En 1813 se perpetuaron algunos robos en la
sacristía de la Iglesia Parroquial de Valencia, y el Pbro. Narvarte envía una
carta al Arzobispo donde manifiesta que “el
Sacristán Mayor dice que él no tiene obligación de cuidar de ninguno de los
ornamentos ni tratos de la parroquia”. En este mismo año, en el Convento de
San Francisco se encontraban arrestados cinco Sacerdotes y que el motivo de
dicho arresto “fue por la causa de
Venezuela”[2].
El Libro de Gobierno de la Iglesia Parroquial de Valencia número 3, que
realmente es el segundo libro, comienza el año 1814 con la Visita Pastoral del
Señor Arzobispo Narciso Coll y Prat[3]. Se
inicia este libro con el asiento siguiente, en su primera página:
Libro II de Gobierno de la Igª
parroquial de la Anunciación de Nuestra Señora de la Ciudad de Valencia Año
1814 Inicia con la Visita del Illmo Señor Dor D Narciso Coll y Prat Digníssimo
Arzobispo y Metropolitano de este Arzobispado de Caracas y Venezuela siendo
Curas Rectores de esta Ciudad el Ber D Juan Ignacio Diez Velasco, y Dor D
Francisco Xaver de Narvarte[4].
A partir de la segunda
página comienza su foliatura con el número 1, en la cual se estampa la Visita
Pastoral aludida. El Obispo había llegado desde el día anterior, cinco de
enero; hubo salido de la ciudad de Caracas el 20 de diciembre del año recién
fenecido, transitando por los pueblos de Antímano, San Pedro, El Concejo, La
Victoria, San Mateo, Cagua, Villa de Cura, Santa Cruz de Aragua, Maracay, San
Joaquín de Mariara, Guacara y Los Guayos. En esta visita no quedó constancia
sobre la condición en que se encontraba el Archivo Parroquial; sólo se mandó
realizar un nuevo inventario. Efectuó:
la visita del Smo Sacramento así en el
Sagrario del Altar mayor, como en el del Comulgatorio: la ... Capilla del
Bautisterio, fuente baptismal, y Santos Oleos, y los Altares siguientes = El
Mayor dedicado á la Anunciacion de Nuestra Señora Titular de esta Yglesia = El
de la Capilla Cabecera del Evangelio dedicado al Señor Crucificado = El que
sigue dedicado á Nuestra Señora del Carmen = La Capilla contigua de Nuestra
Señora del Socorro, y en la qual está
formado sobre el pavimento el sepulcro en q está sepultado el Yllmo Sr Dn Diego
Antonio Diez Madroñero,... cuyo busto de escultura se manifiesta en lo superior
del mismo sepulcro = Y siguiendo la misma Nave hasta cerca de su Extremo el
Altar de las benditas Animas = En la otra Nave del lado de la Epistola en su Cabecera
el Altar de Nuestra Señora del Rosario = La Capilla contigua de Jesus en la
Columna = La otra contigua de igual tamaño dedicada [á] la Santisima Trinidad, y en la qual esta el
Sagrario del Comulgatorio = El Altar del Señor San Josef = Y el de Santa Barbara… Despues... procedió a la prosecion de difuntos hasta el
cementerio que se halla contiguo a la Nave del lado del Evangelio[5].
Desde los folios 3 al 4
vuelto, observamos la Relación de los principales censos correspondientes a la
fábrica parroquial. Referente a las Capellanías, del Cura más antiguo de esta
Iglesia Parroquial, encontramos:
… mil
ps de principal qe tiene reconocido Dn Lucas Ladera... Trescientos ps qe debe
reconocer Dn Miguel Malpica; estan escripturado por Dn Bernardo Burgos: su
fiador Dn Ramon Ybarrolaburu... Ochocientos ps reconosidos pr Dn Geronimo
Sanches, v[ecin]o de la Villa de San Carlos. Cien ps qe tiene
reconosidos Dn Juan Jph Magdaleno, v° del Valle de Güigüe = escripturados: fiador,
Dn Jph Gabriel Lovera. Cien pesos... qe debe reconoser Dn Jph Franc°
Lovera = v° del
Valle de Güigüe[6].
En los folios siguientes se
desarrollan otras capellanías. Habiendo
informado el Arzobispo Coll y Prat, hallarse vacante el beneficio de la
Sacristía Mayor de esta Iglesia Parroquial, por fallecimiento de su último
poseedor Pbro. Don Antonio Remigio
Landaeta:
se
habian expedido, y fixados edictos convotarios (sic) con termino competente dentro del qual
hisieron oposision entre otros los Presviteros Dn Juan Antonio Hernandes, Dn.
Jose Ramon Guereta (sic), y
Br. D. José Ramon Windevoxhel... se sirve su Señoria Yllustrisima proponerlos
por el mismo orden que vienen nominados... . A tales efectos, Don
Josef Sevilla Brigadier de los Reales Exercitos Theniente de Rey, Cabo Subalterno
de esta Plaza, Gobernador, y Capitan gral interino de estas Provincias,
subdelegado de la Real Renta de Correo y Vise Patrono Regio pr aucencia del
propietario el Exmo Sor Teniente General Dn Pablo Morillo etcetera... pa lo que informadome con dha propuesta tube á bien pr
decreto de veinte del mismo julio presentar para el beneficio de dha Sacristía
mayor al primer nominado, Presvitero D. Juan Antonio Hernandes... Dado en
Caracas...á nueve de Agosto de mil ochocientos quince años = José Cevallos = Por
mandado de Su Señoria =José Mª Leon Urbina = Essno ppco y de Gobernación[7].
En la visita del Arzobispo Coll y Prat, también visitó el lugar donde se
estaba construyendo la Iglesia dedicada a “Nuestra Señora del Socorro”. El
Arzobispo mandó al mayordomo de fábrica que con intervención del Vicario
Foráneo reconstruyera la parte de la Iglesia arruinada por el terremoto del 26
de marzo de 1812.
En
1814 el Pbro. Narvarte le participa al Arzobispo del logro de la reconciliación
de la Iglesia de San Francisco, manifestándole que el Convento está sirviendo
de Hospital. En este ambiente de revueltas, el Pbro. Ramón José Windevoxhel le comunica al arzobispo de los atropellos
cometidos por el tirano Boves a su familia y el despojo de sus bienes.
Asimismo, el Pbro. Juan Antonio
Hernández, narra al Arzobispo los trabajos que pasó junto con las niñas de
su Colegio por haber tenido que huir a los campos por los atropellos de las
tropas enemigas, y escribe que “el señor Boves ha hecho mucha estimación de
mis colegialas y monjas y las ha protegido”. El Pbro Narvarte vuelve a
escribir al Arzobispo y le manifiesta que todos los clérigos y las colegialas
de la ciudad “han sido tratados con el mejor modo a la entrada del señor
Boves a dicha ciudad”; también manifiesta que el Cura de Güigüe está “medio
tullido”, por lo cual ha mandado al Padre Lamas, su Coadjutor para que lo ayude
en la administración de los sacramentos, y ese mismo año fallece el cura de
Güigüe.
En
ese año, el Arzobispo Coll y Prat formaba las “Constituciones del Beaterio de Carmelitas Descalzas y del Colegio de
Niñas educandas de la Ciudad de la Nueva Valencia del Rey”, y son aprobadas
por Fernando VII, en la Real Cédula
con fecha 18 de enero de 1817. Este colegio tiene su origen en el pontificado
de Mons. Diego Antonio Madroñero, quien tenía como proyecto establecer en la
ciudad de Valencia una casa destinada al recogimiento de mujeres “viciosas y
desamparadas”. Pero por su repentina muerte no se llevó a cabo. Luego los
Pbros. Juan Josef Rodríguez y Carlos Hernández Monagas compraron una
casa destinada a dicho fin, con el proyecto de construir un Colegio de
educación de niñas. En 1805 solicitaron al Ayuntamiento la aprobación y al obtenerla,
presentaron el proyecto a los Curas Párrocos de la Iglesia Parroquial de
Valencia, y finalmente obtuvieron la licencia del obispado el 20 de agosto
1806. Se inicia el Colegio con ocho alumnas, cinco maestras, una portera y
cinco sirvientas. En visita pastoral, el 26 de enero de 1807, había aumentado
la matricula a diez. En dicha casa se edificó una Capilla pública, y el 12 de
septiembre de 1810, tiene facultad para celebrar los oficios religiosos, a
instancia del Pbro. Dr. Juan Hernández
Monagas, sucesor de su hermano sacerdote Carlos Monagas en la fundación.
Resulta que estas alumnas, un número de once, piden por escrito para profesar
la vida religiosa, vistiendo el hábito Carmelita. El fin principal del
Beaterio, era la siguiente, según las constituciones:
Se debe tener presente que este Beaterio se
instituye para la educación cristiana y política de la juventud, y así a ella
deben dirigirse todos los esfuerzos de las beatas. Para esto es necesario que
procuren con eficacia hacerse aptas para la educación, desprendiéndose de otros
cuidados, aplicándose a adquirir y conservar las luces y conocimientos
necesarios para el desempeño de su oficio, conservardo también, con un
cristiano cuidado su salud, y practicando con esmero las virtudes que les
facilitan la enseñanza, pricipalmente la caridad, la humildad, la paciencia y
la constancia[8].
Por
el fallecimiento del Pbro. Nicolás
Windevoxhel, en 1816, el Pbro. Velasco solicita al Arzobispo que se le otorge
el título de Coadjutor al Pbro. Lic. José
Manuel Riveros y Capellán del Hospital Militar. El Demandante Político y
Militar de la ciudad manifiesta que no se puede aceptar dicha solicitud porque
el Pbro. Riveros no tiene licencias para predicar y confesar. Al final, se
nombró al Pbro. Sebastián Gallegos,
como Capellán del Batallón de Milicias.
En
1818, el Pbro. Pedro Julián González
se dirige al Provisor y Gobernador del Arzobispado, Pbro. Dr. Manuel Vicente Maya, para manifestarle
que se halla acuartelado en la ciudad y dispuesto a marchar el Batallón de que
es Capellán, por lo cual pide se le confieren las facultades de Cura Castrense
“pues me hallo oficiado del jefe de dicho batallón para salir con él”.
El Pbro. Narvarte propone al Pbro. Ramón
Windevoxhel como Capellán del Hospital de Caridad, del cual hecho renuncia
el dicho Pbro. González, y además manifiesta ante el crecido número de heridos
y enfermos “el exceso de trabajo”.
Ya
en 1821, el Pbro. Narvarte solicita la ayuda de un sacerdote, alegando “que
se ha mandado la parroquial al hospital de Caridad, y debido a su avanzada edad
no puede trasladarse a ella”, por tal motivo pide como Coadjutor al Pbro. Antonio Negrete. Por encontrarse en ruina
el templo de la Iglesia Matriz de Valencia en 1822, se traslada la sede
parroquial al Convento de San Francisco.
Convento de San Francisco durante remodelación con motivo de la ExpoValencia (2019)
El
año 1824 ubicamos el testimonio del Título de Cura de esta Parroquia, del Pbro.
José Casildo Silva, su antecesor era el Pbro. Juan Ignacio Diez Velasco. Hicieron oposición del curato los Pbros.
Félix Yepez y Juan Pablo Salazar.
Nos el Dr José Suares Aguado Presbitero
graduado en ambos dros y Sagrada Teología, dean de esta Sta Yglesia
Metropolitana Vic° Capr de este Arzobispado sede vacante = A
vos el amado en cristo José Cacildo Silva clerigo Pro. domiciliario de esta
diocesis... Por cuanto hallandose
vacante uno de los dos beneficios curados de la Yglesia parroquial de la Ciudad
de valencia, pr fallecimiento del Presbitero Bachiller Juan Ygnacio dies
Velasco, expedidos edictos convocatorios, á concurso y opocicion, ... a virtud
del decreto expedido por el Supremo poder executibo de dies de septiembre del
año proximo pasado, hicisteis entre otros opocicion á el, y examinado Sinodalmt
obtuvisteis aprovacion ... os elegimos y nombramos para su servicio en
propiedad, en auto de dies y seis de Agosto ultimo... ; y por la impocicion de
este bonete hecha por nos á vuestra cabesa, os conferimos, colamos, y
adjudicamos uno de los dos expresados beneficios Curados de la Yglesia...
invistiendoos e incorporandoos canonicamte en el ... Dadas en el Palacio
Arzobispal de Caracas... a dies de Septiembre de mil ochociento veinticuatro.
Doctor José Suares Aguado. Por mandado de su Señoría doctor José Francisco
diepa... Valencia á veintinuebe de Septiembre de mil ochocientos veinticuatro:
yo el Presbitero doctor Francisco Javier de Narvarte... le di pocecion de uno
de los beneficios curados de esta misma Yglesia Parroquial...[9].
Don José Barrios, Mayordomo de la Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra
Señora del Socorro, manifiesta que la
expresada Cofradía se sostiene con las limosnas que se recogen por el culto que
le tributan los fieles y declara que el Cura José Casildo Silva es quien se
beneficia y utiliza dicha limosna de 30 reales, por la cual Barrios se
compromete a recoger la limosna junto con los otros cofrades para con ella
decir la Misa de los miércoles, sin alterar ese día como ha querido hacerlo el
mencionado cura.
El Pbro. Casildo Silva dejó huella
imborrable en la Iglesia parroquial de Valencia. En 1872, el Jefe Municipal del
Departamento de Valencia, solicitaba al Provisor y Vicario General la
autorización que dicho Sacerdote celebrarse la misa dominical en su casa “por encontarse de gravedad enfermo e
impedido de ir al templo”. Falleció 48 años después de haber recibido este
beneficio. Pasó a la eternidad el 13 de marzo de 1872. El acta de sepultura
indica:
En
catorce de Marzo de mil ochocientos setenta i dos, yó el Cura Ynterino de esta
Yglesia Parroquial Matriz de Valencia, dí sepultura Eclesiástica con oficio
cantado por mayor al cadáver del adulto Presbítero Bachiller José Cacildo Silva,
cura y Vicario de esta ciudad; ... de que certifico. Pedro L.
Lovera[10].
El Libro de
Gobierno número 3, sólo contiene 10 folios. Finaliza con parte de un asiento
acerca de la Ley de Manumisión, que continúa en el libro de Gobierno número 4.
Indudablemente, este libro número 4 y el anterior deberían conformar un solo
tomo, llamando la atención el hecho de haberse encuadernado como tal, sólo 10
folios. Es más, ratifica la suposición de que debería ser un solo tomo, el
hecho de que el ya citado libro 4 comienza con la foliatura número once (11) y
el anterior libro concluyó en el folio número diez. Entre su tenor tenemos la Ley sobre ‘cimenterios’, que expresa en
su encabezamiento:
Republica
de Colombia... Bogota á veinticinco de octubre de mil ocho cientos
veinticiete... El Libertador Precidente ha expedido el dia quince del corriente
el decreto que copio... Articulo 1° . Se cumplirá en todas sus partes la cedula
española que es la ley segunda titulo tercero, libro primero del apendice a la novissima Recopilacion que
dispone que todos los cadaveres sin exepcion alguna de estado, condicion o
sexo, se entierren en los cimenterios aún quando sean provicionales ...
Articulo 2°. En
concequencia... ningún cadaver de cualquier estado, condicion, ó sexo, que haya
sido será enterrado en ningún templo, capilla boveda, cimenterio dentro de poblado, ni casa particular en las mismas
poblaciones, y todos los cadaveres irán á los cimenterios... Articulo 3°
donde quiera que no haya cimenterio, los intendentes, governadores y Jefes
municipales... harán que... se designe terreno fuera de poblado, bien para un
cimenterio común, bien para que cada parroquia tenga el suyo...[11].
El
17 de septiembre de 1829, el Pbro. Juan
Antonio Monagas escribe al Arzobispo Ramón
Ignacio Méndez ofreciendo ayuda a la feligresía de Valencia por las
calamidades que atraviesa la ciudad debido a la peste. En 1830, el Pbro. Casildo Silva manifiesta al Arzobispo que le es imposible
desempeñar con exactitud todos los cargos que se le tienen asignados como único
Cura de la Iglesia Parroquial de Valencia.
El 4 de agosto de 1832, este Sacerdote expidió un oficio prohibiendo el
uso de todo vino que no fuera el de Málaga. Veamos pues:
Caracas...
Descubriendo el fraude de la mescla de las arinas extranjeras, prohibí pr auto
de 26 de junio su uso pa el Sto Sacrificio. Esta tambien descubierto el qe se
comete en diferentes especies de vino siendo pocos los que no dejan duda de su
pureza, mesclados y compuestos otros con el auxilio de la quimica sin tener
siquiera la base ó parte alguna de vino de Ubas, sino aguardiente de caña y
otros licores. Con respecto á la Arina pr estar mesclada toda la q habia en
esta Ciudad y La Guaira,... no se me presenta otro remedio pa cortar la nulidad
del Sacrificio y de la consagracion de la especie de vino, qe exitar todo el
celo y eficacia de los rectores de las Yglecias pa qe... procuren proveherse pa
el consumo de aquellas, de vino de cuya puresa se tenga la prudente seguridad.
Hasta ahora se ha usado generalmte en la diocesis el vino dulce de Malaga, qe
viniendo directamte del país q lo produce..., es en el q hay menos peligro de
adulteracion...; pero... es materia nula pr su compocicion el q comunmte y a
precio barato se vende con el titulo de moscatel...[12]
En
fecha 16 de septiembre de 1833, el Pbro. Casildo Silva retoma la gran empresa
de la construcción del templo parroquial de Valencia, de ahí que elevó un
informe al Señor Arzobispo, participándole que:
…para
continuar el trabajo en la fabrica de esta Iglesia parroquial, es de absoluta
nesecidad reedificar antes la Capilla de Nuestra Sra del Socorro donde esta la
bobeda qe contiene los restos venerables del Yltmo Sor Dn Diego Antonio Dies
Madroñero... La mencionada boveda esta construida en el pavimto de la capilla,
qe sirve de estribo al empuje del edificio pr[incip]al, y el alarife dice qe debe
quitarse pr ahora, pr lo q ocurro a V. S. Y. pa qe si lo tiene a bien permita
hacer esta exumacion temporal, hasta que reedificada la capilla sea restituido
á su lugar como lo dispuso aquel Sor...[13].
La respuesta a tal
solicitud fue emitida el 9 de octubre del mismo año, significándole:
Siendo indispensable... mover la boveda qe
contiene los restos venerables... formará el cura exponente expediente qe encabesará
con este nro decreto; y teniendo preparada su Caja de madera decente,
acompañado del Notario, qe dé fe de todos, sacará aquellos restos y los pondrá
en dicha caja qe cerrará y cellará de modo q á su tiempo se pueda Certificar la
identidad para lo q se custodiara en lugar competente[14].
Dicho mandamiento se
cumplió el 10 de enero de 1834, dando fe de ello el Notario Juan Esteban de Figueroa. Expresa el
acta de exhumación:
…se estrajo el Cajon en qe reposaban los
restos... cuyo cadaver se encontro enteramte deshecho como toda su vestidura, y
se puso en el qe setenia preparado... clavandose y sellándose... El
mismo día fue conducido el ataúd con los restos del Arzobispo Diez Madroñero, “a la Yglesia del convento de Sn Francisco...
y se colocó á la espalda del Altar donde se halla depocida (sic) la imagen de nra Sra del Socorro...[15].
Un dato importante para la
Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro es la petición hecha
por los cofrades Miguel León,
Mayordomo, Juan José Barrios y Luis Acevedo, hermanos mayores, al Arzobispo
de Caracas para reformar las constituciones. Como respuesta, el arzobispo
manifiesta que no puede aprobar lo solicitado ya que sólo firman tres hermanos
de la Cofradía.
Siguiendo con el tema de la
construcción del templo parroquial de Valencia, en 1834, el Pbro. Casildo Silva
suplica al Arzobispo que habilite la nave derecha, con el fin de celebrar la
Santa Misa, colocando previamente la imagen de “Nuestra Señora del Socorro”.
En carta del Secretario de
Estado, “Gobierno Superior Político de Carabobo”, con fecha 16 de diciembre de
1835, solicitaba del Pbro. Dr. Juan
Antonio Monagas información del Beaterio, éste responde lo siguiente:
La
razón que Su Excelencia el Poder Ejecutivo solicita de los Conventos de Monjas
y Monasterios de que Vuestra Señoría me habla, no comprendo el reciente
instituto que estoy fundando, pues éste no es Monasterio ni convento de monjas;
es un Beaterio destinado a la enseñanza y ducación de niñas, cuyas rentas son
las que yo les facilito. Esto mismo contesté, habrá dos años a igual solicitud
del gobierno. En el Beaterio hay 17
Beatas, las más de ellas de valde, y una u otra que paga su porción. Mis bienes
se emplean en mantenerlas y completar el edificio que aún necesita de mucho. Lo
principal que tengo destinado para esta obra es la casa grande de la plaza que
alquilé al Gobierno para Su Excelencia la corte superior[16].
El 24 de diciembre de 1843, llegó en Visita
Pastoral el Señor Arzobispo Dr. Ygnacio
Fernández Peña y Angulo[17], y “desmontado
al costado de la iglesia mayor qe sehalla en fábrica, donde estaba preparada
una capilla provisional y el palio...”[18].
Visitado el Archivo Parroquial,
advirtió:
…que aún varias partidas de las mandadas
firmar en la anterior visita del Yltmo Señor Coll y Prat aun se conservan sin autorizacion
como otras varias posteriores á aquella visita por omision del Dr Franc° Javier Narvarte: que existen algunos libros
descuadernados y otros de tal suerte comidas de la traza qe se hallan en su
mayr parte inutilizados, y su Sria dispuso: que los actuales párrocos repasen
todos los libros parroquiales y suscriban las partidas que no estén firmadas...[19].
En este año, fallece en la
ciudad de Valencia el Pbro. José Joaquín
de Altuna. Después del edicto de convocatoria y oposición se elige para el
curato de Valencia, el Pbro. Manuel
Clemente Arbide.
El 29 de mayo de 1849 se llevaron a cabo las
nuevas elecciones de la Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del
Socorro, quedando electo como Mayordomo a don Juan Muñoz, como Aguacil Juan
Lamas y Sacristán Gerónimo Mendoza.
El 12 de febrero de 1850 fue
firmada por el Pbro. Casildo Silva, copia de licencia otorgada para un Oratorio
privado:
Nos dr Juan José Osío[20] Prov[iso]r y Vic[ari]o Cap[itula]r
gov[ernado]r del Arzo[bis]p[a]do de Caracas y Venezuela
etcétera. Por cuanto el Sr Visente Portocarrero, y su leg[iti]ma
esposa la señora Francª Peña vecinos de
la ciudad de Valencia, nos han hecho precente que pa su consuelo espiritual y
en atencion á su avansada edad, delicada salud...[21].
En ese mismo año, los Curas
Rectores de la Iglesia Matriz de Valencia se dirgen al Provisor Gobernador del
azobispado en la Sede Vacante, Pbro. Dr. Osío, solicitando aclaratoria del modo
práctico en que deben hacerse los entierros de las Cofradías del Santísimo
Cristo de la Misericordia y de Nuestra Señora del Socorro, sobre los derechos
parroquiales de los hermanos de las cofradías que mueren en la nueva parroquia de Candelaria, creada
en 1847. El Vicario General certifica que los cofrades de dicha parroquia
deberán enterrarse en ella y satisfacer al respectivo cura los derechos
parroquiales que le corresponden con arreglo de las Constituciones Sinodales, a
menos que pidan ser enterrados en la Iglesia Matriz.
El 12 de abril de 1851 se
trasladaba la sede de la Parroquia, desde la Iglesia de San Francisco, a su
propia sede en la Iglesia Matriz[22]. En
visita pastoral efectuada el 27 de septiembre de 1857, el Señor Arzobispo Dr.
Silvestre Guevara y Lira[23],
observó la fábrica material del templo:
…que
es nuevo, de mamposteria y de elegante forma: tiene tres naves, y cinco
altares..., el mayor dedicado á la Anunciacion: por el lado del Evangelio el
del Smo Cristo, y el de Nuestra Señora del Socorro, cuya imagen es muy
perfecta... por el de la Epistola el del Rosario, y el de la Humildad y
Paciencia. No hay altar de Animas, y en lugar de pulpito se ha colocado
provisionalmente una pequeña catedra”. [Visitó el Archivo Parroquial], “mas no el de la Vicaria por
haber informado el Sr Vicario, que se encuentra en poder del Antiguo Notario Sr
‘N. Figueroa’ (negrillas nuestras), y que por estar ya este en una edad avanzada y
demente se ha resistido á entregarlo. Para remediár éste mal S. Sria Yllma.
nombró de Notario al Sr Marcos Freytes, y mandó que con el título que se le
espida ocurra á dicho Sr ó a su tutor para que le entregue, debiéndo recibirlo
por formal inventario ante dos testigos[24].
No sabemos por qué se
refieren a un notario ‘N. Figueroa’, si los Figueroa notarios fueron de
mucho renombre, habiendo sido Juan
Estevan de Figueroa; su Padre Bachiller Don Pablo Joseph de Figueroa; y su abuelo Don Juan Francisco Ygnacio de Figueroa Sarmiento[25]. Parece ser que la ‘N’
indicase un factor desconocido, o cierta protección a un aspecto moral.
En 1852 se reforman las
Constituciones de la Cofradía del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro,
aprobada por el Pbro. Dr. Juan Antonio
Hernández Monagas, por considerarlas “conformes
al espíritu de piedad y devoción que animó a los fundadores y conducentes a su
mejora y conservación”. Desde el año 1851, dicha Cofradía se llamó
“Espíritu Santo y Nuestra Señora del Socorro y del Santísimo Cristo”, solicitud
que algunas personas que fueron hermanos de la Cofradía del Cristo pidieron su
reincorporación en ella. En 1853, el
Pbro. Casildo Siva se dirge al Arzobispo, y le manifiesta que “es de imperiosa necesidad la reforma de las
respectivas constituciones, a fin de alejar los abusos que se palan, y formar
un dique que contenga el impetuoso torrente de males que muy de cerca amenazará
a las referidas confradias con su total ruina”.
Por promoción del Pbro. Manuel Clemente Arbide, en fecha 23 de
noviembre de 1861, fue nombrado y constituido, nomine Sanctae Sedis, como
cura en propiedad de esta parroquia, el Pbro. Dr. José Juan García[26]. El
Pbro. Arbide falleció el mes de julio de 1875[27].
El 28 de enero de 1874 es fundado el Asilo de la Beneficencia.
No podemos pasar por alto
la situación de crisis que vivió la Iglesia venezolana en tiempo del tirano
Guzmán Blanco. En carta del señor Arzobispo Silvestre Guevara y Lira en su exilio, enviada al Arzobispo de
Palmira, Mons. Mariano Marini, del 8
de noviembre de 1875, dibujaba la actuación de Guzmán Blanco:
(…) expidió
el monstruoso decreto que extinguió los Censos y todas las fundaciones
piadosas, y arruinó la Iglesia y los establecimientos de caridad: abolió luego
todos los Seminarios de la República, con prohibición de establecer otros,
obligó a los aspirantes a Ordenes a seguir los cursos de las Universidades
civiles, en donde, como lo ha declarado después, ha establecido maestros de
ideas avanzadas y adoptado textos de libres pensadores: Suprimió más tarde por
completo el fuero eclesiástico, sometiendo a los Clérigos a la conscripción
militar: Publicó también sus Códigos impíos, por los cuales se despoja a la
Iglesia del derecho de poseer y adquirir por testamento; así como las medidas
en sufragio de los muertos… Expidió la ley inicua de matrimonio…, declarando
luego que esa ley no reconoce el impedimento de orden sacro, que por tanto
pueden los sacerdotes casarse válidamente… Extinguió los conventos, usurpando
sus rentas y propiedades, arrojando a la calle sin pan y sin abrigo cerca de
doscientas vírgenes sagradas que servían a Dios en los Monasterios de Caracas,
Valencia, Trujillo y Mérida. Ha destruido ya ocho templos en la Capital y se
propone ahora destruir tres más... La condición de la Iglesia de Venezuela
sería peor, en tal supuesto, porque a las ruinas materiales vendría a añadirse
las espirituales, mucho más profundas e irreparables…[28]
Ante esta penosa situación, la
mayor tragedia de la Iglesia venezolana, la acción de Dios, en su Espíritu
Santo, va sucitar una renovación en la vida religiosa de la Iglesia, dando origen
a nuevas congregaciones femeninas que se expanderán por todo el territorio
nacional[29].
El Excmo. Mons. Dr. José Antonio Ponte[30] efectuó su visita pastoral
en fecha 7 de febrero de 1878: “El quinto dia visito el archivo y libros
parroquiales desde la ultima visita practicada a el Ylustrisimo Señor
Guevara en 26 de Setiembre de mil ochocientos setenta y ocho hasta la fecha y
encontró que el archivo y libros están en buen orden notando solo que existen
algunas partidas sin firmar”[31].
En 1881, el Arzobispo Guevara Lira ratifica las 40 Horas de
Adoración al Santísimo Sacramento del Altar en la Iglesia Parroquial, indicando
los días 3, 4 y 5 de enero de cada año. El 24 de febrero de 1882, el Vicario
Pbro. Dr. Santiago Delgado erigió
canónicamente las estaciones del Vía crucis, acompañado de los Pbros. Dr. José Gregorio Febres Cordero, Tomás Lorenzo, Francisco Pérez, Braulio Fontaines y Fray Maximiliano Finestrat[32]. En
este año, la Cofradía Espiritu Santo y Nuestra Señora del Socorro estrena
nuevos estatutos que constan de siete artículos.
En la segunda Visita Pastoral del Señor
Arzobispo Ponte, el sábado 13 de enero de 1883, encontró nuevamente en buen
orden el Archivo y los Libros Parroquiales[33]. En 1884 se instala la Sociedad
“Apostolado de la Oración”. Ese mismo año, el 10 de febrero se funda el Colegio
San Vicente. El Vicario Foráneo del Partido, Pbro. Dr. Santiago Delgado fue comisionado por el Ilustrísimo Arzobispo Críspulo Uzcátegui[34], para bendecir, el 25 de
diciembre de 1885, la Iglesia del Caserío de Flor Amarillo, puesta bajo la
inmediata protección de San Isidro Labrador[35].
Iglesia antigua de Flor Amarillo (año desconocido)
En la visita pastoral del
Señor Arzobispo Dr. Críspulo Uzcátegui,
el 3 de marzo de 1886, no se menciona su estadía en el Archivo Parroquial. Sin
embargo, al visitar “las iglesias filiales de San José y la Divina Pastora,
tanto en San Francisco como en estas dos últimas hizo crear su Sria un libro de
gobierno para cada una de ellas”[36].
Durante los días de visita se hizo presente el Señor Arzobispo Uzcátegui, en
los hospitales y cárcel pública, en los cuales dispensó a los fieles los
Sacramentos de Penitencia, Eucaristía y aún la Confirmación. “Celebró con
explendor el Centenario del Dr. José Mª
Vargas”. Celebró
también “Ordenes mayores y menores, y en fin dictó ordenes y providencias
del mayor interes y utilidad para esta Yglesia, siendo lo mas notable el
decreto por el cual crea un Seminario clerical denominado Escuela Arzobispal de
Valencia”[37].
Más adelante estudiaremos dicho Colegio Arzobispal.
En su segunda visita, el 10
de noviembre de 1888, encontró el Archivo Parroquial en buen estado, siendo el
encargado el Vicario Pbro. Bachiller Francisco
Pérez. También visitó la Casa Cural que estaba fabricando el Vicario antes
nombrado[38]. En
este año, los fieles de la Iglesia parroquial de Valencia solicitan al
Arzobispo que la Madre Santísima “Nuestra Señora del Socorro” sea en adelante
la Patrona de la Iglesia Matriz y de la misma ciudad.
El 7 de abril de 1890, el
Pbro. Francisco Pérez solicitó
permiso al Arzobispo, para bendecir, el domingo 13 de ese mes, el nuevo
cementerio de esta ciudad, lo que le fue concedido el 11. El Pbro. Miguel Antonio González, Cura de
Guacara, pronunció la Oración Sagrada[39]. El mencionado Pbro. Pérez
falleció el mes de mayo de 1898. He aquí el acta de sepultura:
“En veinte de mayo de mil ochocientos noventa y
ocho el Pro (entre
líneas ‘Francisco’) Piñango,
dió sepultura eclesiastica al cadáver del anterior Vicario de esta S. Y. P. M.
de Valencia, Pbro Francisco Pérez, que murió en el Señor el diez y siete del (entre líneas ‘mes’) y año en curso (entre
líneas ‘hijo legítimo de Francisco
Pérez – María López difuntos natural de esta y de cincuentiun (51) años, de
edad’) de que certifico. Pro. Víctor J Arocha”[40].
El Pbro. Francisco Piñango era Cura Vicario de Nirgua y encargado
accidentalmente de la Parroquia Matriz de Valencia. En el último folio
(contraportada) del Libro de Entierros citado, se asentó que el difunto fue
sepultado en el presbiterio de la Santa Iglesia Matriz, previas las licencias
eclesiásticas y civiles del caso, tanto para el lugar de la inhumación como
para el tiempo en el que se mantuvo insepulto.
El 5 de abril de 1891 llegan
las Hermanas de la Congregación de San
José de Tarbes, quienes se instalaron definitivamente el 23 de enero de
1893. El fin de la fundación era crear una Escuela de educación integral para
las niñas de la ciudad de Valencia, con el nombre “Colegio Nuestra Señora de Lourdes”[41].
En el Libro de Gobierno Nº
5, que aun cuando fue identificado en su portada como Libro 3° de Gobierno
de la Iglesia Parroquial Matriz de Valencia, corresponde cronológicamente
al libro número 5. Se inicia este libro con ese mismo asiento en la página que
antecede a la foliada con el número 1. Comenzó a usarse el 11 de febrero de
1893, y lo inició el Pbro. Evaristo
Montenegro, Cura y Vicario de San José de Puerto Cabello.
El 22 de noviembre de 1894, se
funda el Colegio Don Bosco de Valencia.
Los primeros salesianos, los padres Félix
Andrés Bergeretti, Inocencio
Montanari y Alfredo Savoia, iniciaban
la tranformación cultural de la ciudad. Escribía Mons. Adam en el 50º
Aniversario de la llegada de los Salesianos, que:
La
ciudad habíase formado con una labor insigne de piedad y cultura que llevaron a
cabo los sacerdotes diocesanos, los PP. Franciscanos del Convento de San
Buenaventura, las Religiosas del Beaterio y un grupo de institutores del
laicado católico… Los sacudimientos políticos de los últimos treinta años del
siglo pasado; las persecuciones religiosas incruentas, pero virulentas de
malicioso anticleclericalismo… Para 1894, casi se desempeñaba, solos para tan
dilatados desempeños los venerables párrocos y el Rector de la Escuela
Episcopal de La Pastora. Los PP. Salesianos llegan a hora muy oportuna, pero
azarosa en extremo: las alternativas de cruentas luchas civiles; la miseria por
doquiera, el abandono del agro, y luego la espantosa miseria de viruela… (…)[42].
El 1 de agosto de 1895 llega
en Visita Pastoral, por tercera vez, el Arzobispo Uzcátegui, y “habiendo
notado (en el Archivo) que algunos libros de éste, carecian de la
numeración respectiva, ordena S. S. sean numerados todos y que en la primera
pagina de cada libro, se designe el objeto para que se destina, el año en que
comienza y las paginas o folios que contenga...
Dispuso tambien S. S. Yllma que se reformen los estatutos de la Cofradia
de Ntra Sra del Socorro...”[43].
El 4 de septiembre de 1896 se
le otorga licencia para el establecimiento de la Congregación de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús y se le nombre de Capellán al Pbro. Vicente Pacheco “a quien a la vez declaramos protector de la obra en atención a la
importantísima parte que le cabe en esta fundación”.
En la primera mitad de 1898,
se desata una terrible epidemia en la ciudad de Valencia. Era la espantosa
enfermedad de la viruela, era un padecimiento infectocontagiosa para aquel
tiempo. Aquí se desataca la labor caritativa del mencionado Padre Salesiano
Bergeretti de encerrarse en el Hospital Civil, juntamente con cuatro Hermanas
de San José de Tarbes que hacían de enfermeras. El Padre Merino Gómez (2011) en
su investigación relata la situación que vivieron los valencianos:
En
carta a Don Manuel Rúa, fechada el 27 de abril en el Hospital Civil, le informa
de la situación de los Salesianos y de la decisión personal de encerrarse en el
Hospital. “Tengo que permanecer aquí –escribe al Superior- Dios sabe hasta
cuándo… Sin mi asistencia muchos morirían sin los sacramentos”. Respeto a los
otros Salesianos, le informa a Don Rúa: “No quiero que ninguno de ellos se
expongan a un peligro tan serio”. Y agrega: “La epidemia se ha extendido por
toda la ciudad… y ataca especialmente a los más pobres que, a veces quedan
abandonados y mueren sin asistencia médica, roídos por la viruela y los
gusanos… Administro los Santos Sacramentos a todos los enfermos graves. Las
Hermanas de San José de Tarbes que están conmigo trabajan día y noche con una
abnegación digna de los primeros cristianos de la Iglesia”. Y en otra carta al
mismo Don Rúa agrega: “En el Hospital hay más de 400 enfermos. Todos los
rincones están llenos de variolosos... La muerte se va cobrando por doquier” Y
en una tercera le decía: “Desde mi última (hace 23 días) han ingresado atacados
por la viruela 1.856 enfermos y han muerto 528… El temor y la desolación son
generales en la ciudad. Algunos huyen a los campos… En el Hospital se
contemplan escenas desgarradoras… Ningún sacerdote de Valencia se ha negado a
prestar los auxilios espirituales a estos afortunados” (119-120)
Después de esta penosa
situación, se añadió la guerra civil. Después de la muerte del General Joaquín
Crespo, se desata Revolución Restauradora. El General Cipriano castro quien
viene con su ejército desde Tachira, vence en Tocuyito a las fuerzas
contrarevolucionaras del gobierno. Hallándose en la ciudad el centro de la
revolución, muchos fieles de la Iglesia parroquial fueron perseguidos o
encarcelados, entre ellos Pbro. Víctor
Julio Arocha. Muchas casas o colegios, entre ellos el Colegio Don Bosco,
fueron invadidos por los batallones revolucionarios.
El 24 de abril de 1900, la
Congregación de los Padres Salesianos inicia con la Primera Piedra el Santuario de María Auxiliadora. Este
templo, de estilo gótico, fue bendecido el 29 de enero de 1905 por Mons. Víctor
Julio Arocha, siendo Inspector el R. P. Miguel
Foglino. Este mismo templo fue demolido en 1965 para dar paso a un
Santuario amplio y moderno. Este nuevo Santuario fue consagrado el 12 de
febrero de 1967, por el cuarto Obispo de Valencia, Excmo. Mons. José Alí Lebrún Moratinos.
Debemos destacar el
fallecimiento del Pbro. Dr. Manuel
Antonio Michelena, el 31 de diciembre de 1910, quien era tío del famoso
pintor Arturo Michelena. Era natural de Valencia, hijo del General Juan Antonio Michelena y de doña Trinidad. Nombrado el 23 de julio de
1863 Cura Interino de las parroquias San Antonio de Los Guayos y San Diego
Alcalá. Luego es nombrado párroco de la parroquia de Nuestra Señora de
Candelaria de Valencia, el 21 de agosto del mismo año, donde permaneció 47 años
de servicio pastoral. Fue el que tuvo la iniciativa de levantar la primitiva
capilla de la actual Parroquia Santa Rosa de Lima. Fundó las Misiones en las
jurisdicciones Los Naranjos, Las Dos Bocas y La Sierra.
Un dato importante es el
Decreto de Erección de esta Cofradía del Santísimo Sacramento en nuestra
Iglesia Matriz que está certificado por el Dr. Miguel Antonio Baralt, Prosecretario del Reverendísimo Señor
Vicario Apostólico de la Arquidiócesis. Indica su tenor:
Vicaria Apostólica de la Arquidiócesis. =
Palacio Arzobispal de Carácas, á nueve de setiembre de mil ochocientos setenta
y tres. = Vista la solicitud y los Estatutos que se acompañan, en que el
Presbítero Doctor Pedro Leon Lovera, Venerable Cura de la Yglesia Matriz de
Valencia y Vicario Foraneo de su partido, pide la erecion canónica de una
Cofradía del Santísimo Sacramento en la Yglesia de su cargo: ... venimos en
erijir, y desde luego erijimos..., la Cofradía del Santísimo Sacramento en la
referida Yglesia..., ad instar de la
Archicofradía erijida en la Yglesia de Santa María de Minerva en Roma; y la
declaramos unida á ella, a fin de que los Cofrades puedan gozar de todas las
Yndulgencias y gracias espirituales acordadas á la misma Archicofradía, de
conformidad con la autorizacion concedida por los Sumos Pontífices Paulo III en
sus letras apostólicas Dominicas Noster espedidas en treinta de Noviembre de
mil quinientos treinta y nueve, Paulo V en quince de Febrero de mil seicientos
ocho, é Ynocencio XI en su Constitución – Ynjuneti nobis en primero de
Octubre de mil seiscientos sententa (sic) y ocho. Y siendo,
instancialmente los Estatutos acompañados los mismos que el Ylustrísimo y
Reverendísimo Señor Arzobispo de esta Diócesis aprobó en primero de Febrero de
mil ochocientos sesenta y ocho para la Cofradía del mismo nombre erijida en el
Altar mayor de la Yglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de esta ciudad,
nada tenemos que observarles, y recomendamos su puntual observancias á todos
los Cofrades. Espidase por Secretaria copia de este decreto y de los Estatutos
mencionados…[44].
III
Durante el siglo XIX se
crearon cinco parroquias. La creación de una nueva parroquia eclesiástica en el
tiempo de la colonia significó, por una parte, el establecimiento de una nueva
población pujante, tanto económico como social. Esto lo hemos constatado en el
desarrollo de esta primera parte, donde algunos sitios poblados sin ninguna
organización se convirtieron en pueblos prósperos con su propia idiosincrasia,
originando así una integración plena de la futura Iglesia diocesana. Y por otra
parte, la persistente pobreza material de los curas doctrineros o misioneros en
las comunidades, ya que no todas las poblaciones tuvieron la misma suerte de
tener un crecimiento armonioso, y esto a causa de muchos factores ajenos que
impidieron su consolidación política, económica y social.
Estos factores ajenos, como
las continuas guerras civiles y los gobiernos de turno e inestables, empobrecieron
a las poblaciones que se sostenían de la agricultura o de la cría de ganados.
Podemos decir que persiste la realidad de pobreza de la población, pues esta
situación sigue impidiendo la pronta construcción de los templos parroquiales.
Sin embargo, encontramos un gran esfuerzo y entusiasmo de todos los fieles para
llevar adelante sus proyectos. De ahí la lentitud de la fábrica de los templos
parroquiales por la pobreza de la población carabobeña; pero esto no impide
mantener la preocupación pastoral por atender a las poblaciones distantes a la Iglesia
parroquial de Valencia.
La primera parroquia fundada
en el siglo XIX fue la Iglesia
Parroquial Nuestra Señora de Candelaria. En la visita pastoral del ya conocido obispo Martí a la Iglesia Matriz
de Valencia, el 23 de abril de 1782, un grupo de fieles, naturales de las Islas
Canarias, solicitaba licencia “para
edificar un Templo en la misma Ciudad bajo el Titulo de Nuestra Señora de la
Candelaria, sin perjuicio del derecho de la Iglesia Parroquial, y de sus Curas;
y se facultó al Vicario Foráneo para el Señalamiento del Terreno, y bendición
de la primera Piedra”[45]. El
sitio era llamado toponímicamente Pueblo Nuevo, un vecindario de la Parroquia
Matriz de Valencia. Su primer Cura Interino fue Pbro. Francisco Antonio Pacheco. Hubo que transcurrir 65 años para crearse
una nueva parroquia, desde el año 1785. La parroquia de Candelaria se erigió el
22 de septiembre de 1847:
Nos el doctor Rafael de Escalona dean de la
Sta. Yglecia de Caracas, Prov[iso]r y vic[ari]o g[ene]ral gov[ernad]or del Arsob[is]p[a]do por el Yllmo señor
doctor Juan Ygnacio Fernández Peña y Angúlo dignisimo Arsob[is]po de Carácas y Venesuela...
Hacemos saber... hemos mandado librar el
presente despacho... y teniendo precente que el vecindario que se llama pueblo
nuevo... há venido á ser tan numeroso... por exceder su numero de seis mil
personas... dijo: que á gloria de dios, que en onór de la bienaventurada virgen
María que vajo el titulo de candelaria fue invocada por aquellos primeros vecinos
pobladores... dividia, separába y desmembraba, como le separa y desmembra de la
antigua Yglecia parroq[uia]l de
la nueva Valencia la Yglecia de Candelaria, con su territorio avitantes, y sus
familias.. y así dividida, separáda, y desmembráda, la eregía y constituia,
como erige y constituye parroq[ui]a eclesiástica... á la fabrica de la nueva
parroquia administrada por el Ecónomo, ó mayordomo elegido... á cuyo cargo
estara el aseguramiento de los capitales y cobros de sus reditos... execcion
hecha de la fundación que hisieron don domingo Alfonso Bacalao, y su consorte
doña Josefa Sebastiana Bello, por nó pertenecer á la desmembrada parroq[ui]a,
aunque es servida en ella, vajo un patronato y llamamiento particular. (…) por el Norte, una linea que se formará de
la parte central en la calle del Juncal (actualmente calle 96 Veinticuatro de
Junio) prolongandose en direccion recta al Este, y al oeste, hasta encontrar
con los que hasta hora han sido limites dela antigua parroq[ui]a y por el Este,
Sur y Oeste, los propios que son limites de la dicha antigua parroq[ui]a con
sus circunvecinos delos Guallos de la Vicaria de Valencia; Montalban dela
Ciudad de Nirgua; Guaiguasa dela de P[uer]to
Cabello, y Tinaquillo dela de S[an] Carlos, de suerte que la nueva parroq[ui]a
queda enclaváda en la antigua, y ambas en el espacio de dies leguas de oriente
á Poniente, y dies y seis de Norte á Sur.
Placa que indica la historia de la Iglesia de la Candelaria (Fuente: YouTube)
En el eje occidental de Carabobo se crea la Parroquia San Rafael de Bejuma. Cuando el obispo Martí pasó por el eje occidental
del Estado Carabobo, el año 1781, sólo existían las Parroquias San José de
Canoabo y Nuestra Señora de La Inmaculada Concepción de Montalbán, que
pertenecían a la Vicaría de Nirgua. Había, en toda la zona, más de 2.647
habitantes sin distinción de castas. La extensión territorial era inmensa, por
lo cual fue necesario desmembrar el sitio de Bejuma de la Parroquia Civil de
Montalbán, para elevarlo también a Parroquia Civil, hecho acontecido el 14 de
noviembre de 1843. De esta forma, se comenzó a gestionar con los mismos vecinos
la construcción de una pequeña Capilla para la celebración de la Santa Misa.
Dicha Capilla fue erigida bajo la advocación de San Rafael.
El 9 de abril de 1849, el Concejo
Municipal del Cantón de Montalbán emitió un decreto, por medio del cual
conocemos el origen de la Parroquia:
El Concejo Municipal del Cantón Montalbán en
virtud de la solicitud hecha por varios vecinos de la Parroquia Civil de
Bejuma, jurisdicción del mismo Cantón; acuerda que es de justicia que se erija
en Parroquia Eclesiástica la Civil de Bejuma: Primero, porque ella puede
subsistir por sí sola sin perjudicar el curato de Montalbán, a que pertenece
actualmente, pues las ovenciones de éste sin contar con Bejuma producen mucho
más de lo suficiente para la subsistencia cómoda y decente de su cura de almas;
segundo, porque varios vecindarios de la Parroquia Civil de Bejuma distan cinco
y seis leguas de la Iglesia de Montalbán, separados por caminos fragosos y casi
intransitables en la estación de las lluvias, privados por consiguiente de
recibir los auxilios espirituales y cumplir sus deberes religiosos; Y tercero,
porque la Parroquia de Bejuma tiene más de tres mil habitantes, una iglesia y
cementerio, construidos a expensas de éstos, cuarenta y dos casas de sólida
construcción y cubiertas de tejas en la población, sin incluir las casas de
paja y muchas más en los diferentes vecindarios y campos que encierran sus
límites y posee todos los elementos y recursos necesarios para elevarse al
rango de Parroquia eclesiástica y sostener con la debida dignidad y decencia al
párroco que la administre…[46].
Iglesia San Rafael de Bejuma (2016)
Así ocurrió con el extenso
territorio de la Iglesia parroquial Nuestra Señora del Rosario de Güigüe, que
era llamada “curato del occidente”, las autoridades eclesiásticas y civiles,
siguiendo la costumbre del antiguo Patronato, unirán todos sus esfuerzos para
lograr la creación del nuevo pueblo y curato Nuestra Señora de la Sierra de Belén. En el primer Libro de gobierno se asienta: “estas diligencias encabezan este libro de gobierno por creerlas útiles
al párroco de Belén á quien las dedica su atento Servidor. A[ntero] Arana”[47]. En su
folio número 1 puede leerse “Erección en
Parroquia eclesiastica de la civil de Belen Departamento Valencia de Estado
Carabobo 1,878”. Ese año se
decretó la erección de la Parroquia
Civil Belén, “dado en la sala de las sesiones de la
Asamblea Lejislativa en Valencia á 19 de Febrero de 1878. Año 14 de la lei i 19
de la Federación”[48]. La
nueva Parroquia fue constituida por el Caserío denominado Tacasuruma. Fueron fijados sus límites, así:
Por el Norte las cumbres altas de la sierra ó
cordillera que se conoce con el nombre de Cerro azul i esta figurado en el mapa
de Codazzi: por el Naciente i el Sur los mismos que por estos rumbos tenia la
parroquia de Güigüe con los Estados Guzman Blanco, Guarico i Cojédes; i por el
poniente los que en esta parte separaban á la misma parroquia de Güigüe de los
demas del Departamento[49].
El asiento de las autoridades de esta
nueva Parroquia Civil se decretó en el pueblo de Belén, el cual tenía
naturaleza ejidal, “que por actos
públicos han donado á dicho pueblo el ciudadano Dr. Fabián Avila i su hermana S[eñor]ita Carmen Ávila”[50]. El artículo 4° del
citado decreto estableció que la nueva Parroquia Civil se inauguraría “el día 19 de Abril del Corriente año”. Falta el folio número 4 de este libro; es
lamentable, porque a continuación se observa cierta contrariedad de fecha; en
el folio 5 vuelto figura una comunicación del 28 de julio de 1878, donde se
expresa: “Los que suscribimos vecinos de
la Parroquia de Belen... Constituida desde el diez del mes ppdo en Parroquia
Civil”, o sea, que indica como fecha “el
diez de junio”, en vez de 19 de febrero, fecha del decreto de Erección, o,
19 de abril, fecha de inauguración. Esta comunicación fue dirigida a Su Señoría
Ilustrísima, solicitándole elevar dicha parroquia civil a Parroquia
Eclesiástica. E incluso, le sugiere:
Un
Sacerdote de virtud evangelica como el Presbitero Pedro Pablo Hernández, que como encargado de la Parroquia de
Valencia (fue tachado esto
último y colocado entre líneas ‘Güigüe’) asistía en este caserío una ves en cada mes
es el que rogamos á S. Sa. Yllma destine á esta. El á mas de haber cumplido el
delicado deber de su ministerio nos ayudó en el fomento y adelanto de esta
naciente poblacion y aun hizo
donativos á la Yglesia...[51].
En el folio número 2 vuelto de este libro, el
Pbro. Hernández, cita «El día
veinticuatro de Setiembre de mil ochocientos setenta y nueve entré á servir
este nuevo Curato... siendo yo el fundador y que cuando levanté esta Yglesia en
este campo razo no había ni una pequeña casa en sus alrededores, el día 5 de
Agosto de 1873 y celebré la primera misa el día 10 del mismo mes, día del
glorioso Diacono San Lorenzo y del mismo año (...) Diciembre último de 1879».
Nuevamente en el folio
número 6, en comunicación dirigida al Ministro de Relaciones Interiores, se
menciona “Creada por decreto de la
Lejislatura de Carabobo en 12 de febrero del presente año, la parroquia civil
de Belen...”. Esta comunicación
tiene fecha 1 de julio del año citado, y decía que “dos años hace que nuestros protectores el Señor Doctor Fabian Avila i
su señorita hermana segun actos públicos verificados... en 19 de Junio de 1876
donaron á aquella población…, los ejidos precisos para el pueblo...”. Y
alegan al ciudadano Ministro del Interior:
Siendo
de todo punto imposible, que el cura de Gúigüe, de quien ántes dependia este
territorio, pueda auxiliar una parroquia que dista de alli cinco leguas; y á
mayor distancia aun de la Villa de Cura, i además animados hoy por la mas plena
confianza en el Gobierno puesto que á su cabeza se encuentra el Gran Demócrata
cuya única ambicion es la felicidad de los pueblos i el Doctor Villanueva honra
y pres de este Estado, ocurrimos á U. Para que... se sirva decretar la ereccion
canonica de dicha parroquia[52].
El 4 de diciembre del
citado año, el Arzobispo de Caracas decretó:
...separamos y desmembramos por el presente
auto de la parroquia de Güigüe en el Estado Carabobo la civil de Belen y la
erijimos canonicamente en parroquia eclesiastica con el nombre de Ntra. Sra. de
Belén que sera la patrona de aquella Yglesia con cuyo nombre han acordado el donante y los vecinos que se
constituya... a la cual asignamos por límites los mismos que se le demarcaron á
la parroquia civil de la lejislatura del Estado de Carabobo en su decreto doce
de Febrero del corriente año..., á
saber: por el Norte la cordillera de montañas que pasando por el Picacho
de Guacamaya la limita de Güigüe: por el Naciente la linea divisoria entre
Aragua y Carabobo pasando por la Huerta, Pisa Pasito y Picacho Blanco: por el
Sur los límites de Estado Guárico con Aragua y Carabobo; por el Poniente, la
cordillera de Montañas llamada Cerro
Azul desde el punto que es limite de Cojedes y Carabobo hasta tocar con
Boqueron que la separa de Güigüe[53].
El Pbro. Hernández fue nombrado Cura Interino de esta parroquia el 18 de
septiembre de 1879, según título, emanado del Arzobispo Dr. José
Antonio Ponte, y refrendado por el Pbro. Dr. Salustiano Crespo, Provisor, Vicario General y Gobernador del
Arzobispado[54]. En
una comunicación fechada el 17 de diciembre del año mencionado, enviada al
Venerable Cura de la Parroquia por el Pbro. Calixto R. González, de
la Secretaría del Arzobispado, cita: “Nuestra Señora de Belén de la Sierra”;
desde entonces se ha usado este complemento.
Parroquia "Nuestra Señora del Rosario" de Guigue
Volviendo al centro de la
ciudad de Valencia, a finales del siglo XIX, se crean dos parroquias: San Blas y San José de Valencia En la Visita Pastoral del Señor Arzobispo Dr.
José Antonio Ponte a la Parroquia Matriz de Valencia, el 13 de enero de 1883,
se hizo constar que “el Sábado veinte,
bendijo Su Sría Ylma el Templo de San Blas, construido recientemente, por los
esfuerzos del Pro Dr José Gregorio Febres Cordero quien lo presentó a Su
Señoria lleno de satisfacción alhajados i ornamentado i todo debido a sus
desvelos i perseverancias i a la piedad de su virtuosa familia i a la piedad de
los fieles”[55].
El primer Libro de Gobierno,
que se encuentra en mal estado por la pésima calidad del material de su
manufacturación, fue abierto el 29 de junio de 1885 por el Pbro. Evaristo Montenegro, primer Cura
Párroco. En el primer folio existe un esbozo histórico de la parroquia, quizás
realizado por el primer Párroco, donde puede leerse lo siguiente:
A
principios de este siglo, Allá por los años 3 o 4, existia en esta Ciudad el Pro
José Blás Lamas, investido con el honorable cárgo de Inquisidor. Fué él quien
espontaneamente cedió un terreno de su propiedad, situado al Este de la
población y donde se encuentra actualmente la Iglesia, con el propósito de que
le edificaran una hermita a San Blas. El referido terreno se señaló con cuatro
zanjas en cuadro que al efecto se abrierón, conservandose hasta el año 64, que
con el previo permiso del Ilmo. y Reverendo Señor Guevara y Lira, Arzobispo a
la sazón de Caracas y de Venezuela, se dió principio a la fabrica del Templo
que vino a ser mas tarde, con el trascurso de los años y tras supremos esfuerzos,
la Iglesia que hoy se descubre allí. En el espacio de Catorce Años se hecharon
los cimientos, se levantó el prebisterio y parte de las paredes del edificio;
quedando así hasta que el Pro. Dr. José Gregorio febres Cordero, vecino también
de esta Ciudad y con el conveniente permiso del Ilmo. y Redmo. Señor Dor José
Antonio Ponte, Arzobispo entonces de Caracas y de Venezuela, se encargó de
continuar la obra comenzada por sus antecesores y de llevarla a feliz término.
Trabajando por espacio de cinco años con una esmerada constancia y sin otros
recursos para la edificación de la obra, que las limosnas que de puerta en
puerta imploraba, pudo, gracias a la Divina Providencia, ponerla en disposición
de celebrar en ella todos los oficios divinos. Encontrándose, pues, el interior
del Templo en estado conveniente para ser bendito y hallándose en las cercanias
de esta ciudad el Ilmo. Señor Arzobispo Dor Ponte, en su Santa Pastoral Visita,
se eligió el día 19 de Febrero de 1883 para efectuar tan importante ceremonia.
A las 5 de la tarde del día señalado y ante un concurso numerosisimo, bendijo
el referido Señor Arzobispo la obra mencionada…Por dos años más continuó el Pro
Dor Cordero arreglando el esterior del edificio hasta dejar completamente
terminada su fachada, Asi como también alhajado y ornamentado de un todo el
templo en aptitud de erigirse en Iglesia Parroquial. Este acto tuvo lugar por
acuerdo del Ilmo y Rdmo Señor Dor Críspulo Uzcátegui…y la elección recayó en el
propio Señor Dor José Gregorio febres Cordero á quien de hecho correspondía
según las leyes canónicas, por haber levantado y llevado a feliz término la
edificación de la Iglesia. Habiendo llegado a manos del Señor Pro Dor Cordero
el oficio… consultó con su salud, que en esa época se hallaba algo quebrantado,
y contestó al Señor Arzobispo exponiendole los motivos que le obligan a no
aceptar el Curato. En vista de esto el referido Señor Arzobispo acordó nombrar
al Señor Pro (ilegible) Evaristo Montenegro que servía a la sazón la Cura de
almas de la Iglesia Parroquial de Güigüe…[56].
Por la autoridad
incuestionable que tiene este texto, conocemos la verdadera historia del origen
de esta Parroquia.
La Parroquia de San José está ubicada relativamente cerca de la
Iglesia Matriz de Valencia, al igual que la Parroquia de San Blas, pero para la
época se encontraba fuera de la ciudad de Valencia. La Iglesia de San José,
según la historiadora Luisa Galíndez, “a principios del siglo decimonono
un sacerdote da principio a la fábrica de una ermita en un terreno de su
propiedad, que había servido de cementerio de los fallecidos en los caserios
Agua Blanca, Hato de Guataparo, El Trigal, Mañongo y Naguanagua. Aún se veían
restos casi insepultos sirviendo de pasto a perros y zamuros”[57].
Esta autora hace referencia al escritor Torcuato Manzo Núñez, citando:
El
historiador Torcuato Manzo Núñez en su obra “Abrevadero” anota lo siguiente:
“... el 25 de marzo de 1814, estando de visita en esta ciudad el Arzobispo Coll
y Pratt inspeccionó la fábrica de la Capilla
‘San José’ y encontró que estaban levantadas algunas paredes de tapia y
mampostería con el alto de dos varas; muy pocos materiales existentes y todo
cubierto de monte, sin haber persona alguna encargada de su cuidado a causa de
que el que lo estaba que era Don Diego Estopiñán, se ha ausentado de esta
ciudad[58].
Nos indica la autora que
aquel mismo día libró el Arzobispo un Decreto mandando al Cura y Vicario “que
luego que lo permitan las circunstancias que actualmente embarazan el
provincial designará persona competente para continuar la obra”[59].
En el tercer Libro de
Gobierno de la Parroquia Matriz de Valencia, se asentó, referente a la Visita
Pastoral del Señor Arzobispo Dr. Silvestre
Guevara y Lira, en fecha 26 de septiembre de 1857, el estado material de la
futura Parroquia de San José:
El
treinta visitó los Templos de... y San José: ... que también está en fábrica, y
es de una sola nave se encuentra adelantado con el Presbiterio techado y
enrasadas Sus paredes. Exortó S. Sría. Yllma. á los vecinos de la Parroquia
Civil del mismo nombre manifestándoles lo enorme que es la conclusión de dicho
Templo para que Sean mejor Atendidas sus necesidades espirituales, y nombró al
Pro. Dr. J. A. Uscategui Tesorero Administrador de los fondos que se reunan con
las limosnas que se pidan bajo su dirección….[60].
También, en la Visita
Pastoral del Señor Arzobispo Dr. José
Antonio Ponte, con fecha 7 de febrero de 1878 “exortó a los vecinos de la parroquia civil del mismo nombre animandolos
a concluir definitivamente a dicho Templo para que asi sean mejor atendidas sus
necesidades espirituales”[61]. En su
segunda Visita Pastoral a la Parroquia Matriz, el 13 de enero de 1883, estaba
encargado del Templo el Pbro. Dr. Hipólito
Alexandre, futuro rector del
Colegio Arzobispal de Valencia.
Iglesia de San Blas año desconocido
IV
En cumplimiento
del Decreto emitido por el Señor Arzobispo Dr. Críspulo Uzcátegui, fechado el 4 de marzo de 1886, el 8 de
septiembre del citado año se dio inicio a la fundación y organización del Colegio
Arzobispal de Valencia. Era una obra prodigiosa para la
Arquidiócesis de Caracas, pues había un vertiginoso crecimiento poblacional y
era necesario cultivar las vocaciones por la escasez de Sacerdotes. Por esta
iniciativa, se iba a recibir a todos los jóvenes carabobeños que tuviesen
grandes ideales evangélicos, es decir, vocación al Ministerio Sacerdotal.
En este Colegio Arzobispal fue nombrado como
primer Rector, el mencionado Pbro.
Alexandre. Para aquel
entonces, no había en la ciudad de Valencia un lugar apropiado para dicho fin,
pero, como un acto de generosidad del nuevo Rector, se dispuso un sitio al lado
de la Cabaña de la Divina Pastora, cabaña que... mejor oigamos las
palabras del Arzobispo José Antonio Ponte, en su Visita Pastoral del día jueves
18 de enero de 1883: “la Capilla de la
Divina Pastora, construida por el virtuoso sacerdote Dr. Hipólito Alexandre, de
su propio peculio i a esfuerzos propios i de su familia”[62]. Como honor muy merecido al ilustre
Pbro. Alexandre, transcribimos su propio testimonio:
Como
me había sido necesario hacer una fuerte erogación para adquirir el derecho de
propiedad sobre el sitio en que debía levantar la ermita, parecía inevitable
que hubiese de gravar mis bienes patrimoniales, á fin de adquirir recursos para
comenzar la obra. Mas, qué sorpresa para mí!
Qué motivo para admirar y bendecir las vías secretas de la
Providencia! En ese tiempo llega a manos
de mi madre una carta fechada en París, en que una persona desconocida anuncia:
que por encargo que tenía de su padre, cuando se halló en sus últimos momentos,
debía entregar á los hijos del antiguo comerciante de Caracas, Meur. Hyppólite
Alexandre, la suma de 8.000 francos;... Quién hubiera podido imaginar que un
miembro de la tercera generación del antiguo apoderado de mi padre en París,
hubiera de satisfacer una suma ya olvidada…[63].
He aquí de dónde nace la construcción del
Seminario enclavado en parte del terreno correspondiente a la ermita. Se nombró
como Vicerrector de este primer Seminario, al Pbro. Dr. José Gregorio Febres Cordero, y como administrador del mismo al Pbro.
Evaristo
Montenegro.
Este primer año escolar se abrió con un pensum sencillo: dos cursos de latín,
uno de francés, uno de Solfeo, uno de Religión, uno de Moral y uno de Urbanidad.
Ya para el 24 de diciembre de 1886, el Señor Arzobispo Uzcátegui confiere la
Prima Tonsura a los jóvenes: Bernardo
Hernández y Francisco Codecido
González. Luego, al año siguiente, el 20 de marzo se le confirió la Prima
Tonsura a los jóvenes: Santos Alberto
Nicolay, Manuel Bacalao, César Lucio Castellanos, Ignacio Figueredo, Ramón Chirivella y Felipe
Correa. También se confirieron las Órdenes Menores a los Clérigos: Julio Arocha, Francisco Codecido González y Bernardo
Hernández. Como podemos notar, por la prontitud de estos jóvenes al recibir
las Órdenes Menores, ya existía la formación sacerdotal antes de la fundación
del Colegio Arzobispal.
El 20 de febrero de 1888, el Arzobispo
Uzcátegui confirió la Prima Tonsura al joven Crispín Pérez. Es interesante destacar que en este mismo año se
iniciaron las clases de Teología Moral bajo la dirección del Rector, con los
siguientes alumnos: Julio Arocha, Luis Ochoa, Francisco Codecido González,
Vicente Pacheco y Crispín Pérez. El año siguiente, el 9
de septiembre, comenzaron las clases de Filosofía con los siguientes alumnos: Víctor Julio Arocha, Francisco Codecido González, Crispín Pérez, Santos Alberto Nicolay, Manuel
Salvador Bacalao, César Lucio
Castellanos y José Pasenal Páez.
El 29 de julio del mismo año, el Señor Obispo de Mérida, Excmo. Mons. Ramón
Lovera, por comisión del Arzobispo, confirió la Tonsura y Órdenes Menores al
joven Luis Ochoa; y a los Clérigos Vicente Pacheco y Pedro Chazín, las cuatro Órdenes Menores. Y el 8 de diciembre del
año citado, recibieron el Subdiaconado los Menoristas Luis Ochoa y Vicente Pacheco,
y las Órdenes Menores: Santos Alberto
Nicolay, César Lucio Castellanos,
Manuel Salvador Bacalao y Crispín Pérez.
El 9 de febrero de 1890, el Señor Arzobispo
confirió el Subdiaconado al seminarista Víctor
Julio Arocha y el Diaconado a los Subdiáconos Luis Ochoa y Vicente Pacheco.
En el mes de julio de dicho año, se ordena el primer Sacerdote de este nuevo
Colegio Arzobispal ubicado en la Cabaña de la Divina Pastora: el Diácono Luis Ochoa. Este año recibieron las
Ordenes, de Diaconado el Subdiácono Víctor
Julio Arocha, y de Subdiaconado
el seminarista Vicente Pacheco. El
29 de enero de 1891, se le confirió Prima Tonsura a los seminaristas: Tomás Pérez Núñez, Manuel Jacinto Caballero, Pablo
Cubas y José Manuel Coronel; y
las Órdenes Menores las recibieron los seminaristas Manuel Delpino y Manuel
Vicente Almenar. Este mismo año, el 12 de septiembre, se abrieron las
clases de griego por el Subdiácono Pedro
Alfonzo. El 31 de enero de 1892, recibieron, el Orden Sacerdotal el Diácono
Víctor Julio Arocha y el Diaconado
el Subdiácono Pedro Alfonzo. También
recibieron, las Órdenes Menores el seminarista Manuel Jacinto Caballero, y la Tonsura el Seminarista Manuel Coronel.
El año siguiente, el 9 de enero,
recibieron, el Orden Sacerdotal el Diácono Pedro
Alfonzo y el Subdiaconado el Acólito Crispín
Pérez. El 28 de julio de 1894, se le confirió la Prima Tonsura a los
siguientes alumnos: Rafael Antonio
García, José María Nicolay, Pedro Lacarre, Luis Enrique Dolande, Zeferino
Pirela Sutil, Manuel Antonio Boggio,
Ramón Zapata, Manuel Antonio Pacheco, Lorenzo
Felipe Monagas, Pablo Rosendo Ruiz
y Francisco Antonio Granadillo (Futuro
primer Obispo de Valencia); las Órdenes Menores las recibió Pablo Antonio Cubas, el Subdiaconado lo
recibió César Lucio Castellanos, y
el Diaconado Crispín Pérez. Éste recibe
el Presbiterado el 11 de agosto de 1895. En esta misma fecha recibieron el
Orden del Diaconado los Subdiáconos César
Lucio Castellanos y Santos Alberto
Nicolay. El Diácono César Lucio
Castellanos recibió el Orden Sacerdotal el 8 de marzo de 1896. El 20 de
junio del 1897, se le confirió el Subdiaconado a Manuel Salvador Bacalao; las cuatros Órdenes Menores a los
estudiantes de los Padres Salesianos: Juan
Yoghnera, Antonio Mónaco, Pedro
Opalski y Enrique de Serrani, y Tonsura a los Seminaristas Sermit Borges,
Marcos S. Godoy (futuro Obispo), Martín
Gornés, José Tadeo Monagas y Manuel Rivero. El Subdiácono Manuel Salvador Bacalao recibió el
Diaconado el 15 de este mismo año.
Hasta aquí tenemos información del libro
de Actas que reposa en el Archivo Histórico “Mons. Gregorio Adam”, que llevó
diligentemente el Pbro. Dr. Alexandre, de su puño y letra, hasta el 15 de
agosto de 1897. Llama la atención, en primer lugar, el celo que tenía el
Arzobispo Uzcátegui por el Colegio Arzobispal, reflejado en sus constantes
visitas y en administrar personalmente las Órdenes Sagradas. En segundo lugar,
por la abnegación y capacidad pastoral del Rector Pbro. Alexandre. Es importante
una nota de alerta y de consejo que deja dicho Presbítero, la cual sirve para
todos los tiempos: “Con el fin de que los
Superiores que fueren de este Colegio queden alertados para no consentir entre
la comunidad jóvenes de carácter turbulento, vano y presuntuoso...”[64]. Finalmente, vemos el aumento progresivo de
alumnos entre los años 1886 a 1897, y como fruto de ello son los cinco nuevos
sacerdotes, sin contar las ordenaciones posteriores que no aparecen asentadas
en el Libro de Actas.
El Venerado Pbro. Alexandre falleció en
1913. He aquí su acta de defunción: “en diez de octubre de mil novecientos
trece, yo el infrascrito Cura i Vicario de esta Yglesia Parroquial Matriz de
Valencia, hice los oficios de sepultura eclesiástica, con toda solemnidad al
cadáver del Pro. Dr. Hipólito Alexandre de ochenta años de edad, h. l. De
Hipólito Alexandre i María de Jesús Veroes. Recibió los Santos Sacramentos. Lo
que certifico. Pro. Víctor J. Arocha”[65]. El 9 de octubre de
1913, se publicó un decreto por el cual se permitió la inhumación de su
cadáver, en la Capilla de la Divina Pastora de la ciudad de Valencia[66]. El 1 de diciembre,
se publicó una resolución por la cual se aprobaron las diligencias practicadas
para deducir lo que correspondía a la Renta de Instrucción Pública, en la herencia
dejada por el Pbro. Alexandre (líquido de la herencia Bs. 48.798)[67].
Del Libro de Actas del Colegio Arzobispal
que llevaba el Pbro. Dr. Alexandre, que ya hemos mencionado, sólo se utilizaron
apenas quince folios de los 280 que contiene el mismo. En este folio número 15
aparece una nota realizada por el estudioso de la historia eclesiástica
valenciana, Mons. Gregorio Adam, tercer Obispo de Valencia:
Para el año 1904 fue clausurado este
Seminario por disposición del Ylmo. y Reverendísimo Señor Juan B. Castro,
Arzobispo de Caracas, decretado lo cual, se emplea su edificio para asiento del
Liceo de la Divina Pastora, a cuya iniciación aparece el Dr. Hipólito
Alexandre; recibiéndose alumnos internos, externos y seminternos. Le sucede en
la dirección el Doctor José de J. Arocha y luego el Pbro. Doctor F. A.
Granadillo y por último el Dr. Doroteo Centeno.
Con esta nota de Mons. Adam, entramos a un
segundo período, por llamarlo así, de la formación sacerdotal en Valencia. Es
la etapa -como dice el historiador jesuita Padre Hermann González- que se
podría llamar el Seminario del Señor Arzobispo Juan Bautista Castro[68],
quien fue Rector del Seminario de Caracas durante ocho años, de 1882 a 1890,
bajo el gobierno del Ilustrísimo Señor Arzobispo Dr. José Antonio Ponte.
Siendo Teniente Provisor (o Vicario General) del Arzobispado de Caracas, pone
todos sus desvelos en la apertura del Seminario de esa ciudad. En el año 1900
se proclama un Decreto por parte del Gobierno, donde los Seminarios de
Venezuela vuelven a su vida normal y legal. Sin embargo, era un privilegio sólo
para el Seminario de Caracas, por cuanto sólo existían Seminarios Menores en el
interior del país. De esta forma se centralizó la formación sacerdotal. El Pbro.
Castro fue consagrado como Arzobispo Coadjuntor de Caracas el 30 de octubre de
1903.
Con una Carta Circular, fechada el 17 de
febrero de 1905, el Arzobispo Castro solicitaba la contribución para el
Seminario. Un seminarista interno tenía un costo de sesenta bolívares. A la
jurisdicción de Valencia, que le correspondían la Iglesia Matriz, La
Candelaria, San Blas y San José, le tocaba cubrir el costo de un seminarista
interno, es decir, aportar la cantidad de sesenta bolívares, de la siguiente manera: la Iglesia Catedral,
veinte bolívares; La Candelaria, veinte bolívares; San Blas y San José, diez
bolívares cada una. Otras Parroquias, como San Joaquín, cuatro bolívares;
Tocuyito, diez bolívares; Güigüe, cuatro bolívares; Guacara, ocho bolívares; Montalbán,
diez bolívares; Bejuma, seis bolívares; y Miranda, cuatro bolívares. Según el
Padre Hermann González, en esta etapa “Los
alumnos bajaron a 15 en el Mayor en 1909, a 11 en 1910, a 10 en 1911, a 9 en
1912, subieron a 13 en 1913; y a 21 en 1914, cifra que se mantuvo para
1915. Se llegaba a los mismos números de
1831. El total de seminaristas que pasaron por el Seminario entre 1900 y 1915
fue de 110, o sea un promedio de 7.3 por año. Como se ve un porcentaje muy pobre
y desesperanzador”[69].
Sería interesante conocer las cifras de seminaristas de Valencia de esta época.
No podemos dejar de mencionar una fecha
inolvidable para la historia eclesiástica de Carabobo, el acto solemne de la
Coronación Canónica de “Nuestra Señora del Socorro” de Valencia, el 13 de
noviembre de 1910. En Carta Pastoral del Arzobispo Mons. Juan Bautista Castro,
del 11 de mayo de 1909, recibía la títulación desde Roma:
El Reverendo señor Víctor J. Arocha, Vicario foráneo en la República
de Venezuela, Diócesis de Caracas, ante Nuestro Capítulo, al cual pertenece el
derecho y honor de coronar las sagradas Imágenes y estatuas de la Madre de Dios
más célebres por la antigüedad de su culto o por la abundancia de los milagros,
expuso que desde dos siglos se venera allí una Imagen de la Bienaventurada
Virgen María con el título de NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO DE VALENCIA, patrona
de la ciudad; y que esta Imagen es muy preclara por la multitud de sus prodigios y por la gran concurrencia, no
sólo de los habitantes de dicha ciudad, sino también de los pueblos vecinos que
se acercan a visitarla[70].
En el marco de esta celebración,
se llevó acabo el Primer Congreso Mariano, donde quedó constancia del inmenso
amor a la Madre de Dios[71].
Era el punto culmen de la devoción mariana de una imagen que se ganó los
corazones de los valencianos y carabobeños, desde la época colonial.
Procesión de la Virgen del Socorro (año desconocido)
V
En cuanto a la
creación de la Diócesis de Valencia encontramos varios intentos fallidos. Por
el crecimiento económico y social de la ciudad de Valencia; y como hemos visto,
por el aumento de las vocaciones nativas, el año 1878 hubo un primer intento de crear una nueva diócesis con el
nombre de Diócesis
de Carabobo. Sólo existían para este tiempo las Diócesis de Mérida
(1777), Ciudad Bolívar (1790), Calabozo (1867), Barquisimeto (1867) y Maracaibo
(1867)[72]. Para
este obispado el Congreso había elegido al Pbro. Luis Felipe Estévez. Su territorio lo constituirían los Estados
Carabobo y Cojedes, y las parroquias de Nirgua, Salom y Temerla, del Estado
Yaracuy. Esta diócesis estaba siendo creada por ley del Congreso, en el
gobierno del Presidente Francisco
Linares Alcántara entre el septenio y quinquenio del dictador Antonio Guzmán Blanco[73].
Leamos su tenor a continuación:
El Congreso de los Estados Unidos de
Venezuela, considerando: -1°. Que corresponde al Congreso
Nacional decretar la erección de nuevos Obispados á la circunscripción de sus
límites, designar el número de prebendas de los Capítulos catedrales que se
erijan y arreglar los límites de las Diócesis de la República, de conformidad
con el artículo 4° de la Ley de 28 de julio de 1824,
sobre Patronato Eclesiástico.-... 3º. Que aun desmembrados de la Arquidiócesis
aquel Estado y de la Diócesis de Barquisimeto los Departamentos de San Carlos,
Tinaco, Tinaquillo y Girardot y el de
Nirgua, del Estado Yaracuy; y de la Diócesis del Llano, Carabobo, el
Departamento Pao de Cojedes para constituir la Diócesis de Carabobo con una
población de doscientas veinte mil seiscientas ochenta almas... 4°. Que la erección de la Diócesis de Carabobo es
de alta conveniencia religiosa y social, decreta: Art. 1°. Se erige la nueva Diócesis eclesiástica de
Carabobo compuesta de los Estados Carabobo y Cojedes y el Departamento Nirgua
del de Yaracuy. Art. 2°. Se erige en asiento de la Sede
episcopal de la Diócesis de Carabobo la ciudad de Valencia y en Catedral la
Iglesia parroquial Matriz de la misma ciudad... Art. 5º... § El Obispado de
Carabobo ó los Llanos queda circunscrito á los Departamentos Jiménez, Infante,
Cedeño del Estado Guarico; el de San Sebastián y los Distritos San Francisco y
San José de Tiznados del Departamento Cura del Estado Guzmán Blanco, y los
Departamentos San Fernando de Achaguas del Bajo Apure y Muñoz y Guasdualito del
Alto Apure en el Estado Apure y los de Nutrias y Guanarito en los Estados
Zamora y Portuguesa... Art. 6°. La presentación de este Decreto
para la ratificación canónica, por la silla Apostólica, se hará por el
Ejecutivo Nacional de conformidad con el inciso 1°, artículo 6° de la Ley de Patronato; y por el
Congreso luego que se apruebe este Decreto, se hará el nombramiento del Obispo
que haya de ser presentado al Sumo Pontífice para su confirmación, conforme á
la misma ley, y por el Senado y el Ejecutivo Nacional la de los Canónigos
respectivos conforme á este Decreto. Dado en el Palacio del Cuerpo Legislativo
Federal en Caracas, á 1° de abril de 1878...Palacio Federal
en Caracas á abril 26 de 1878… Ejecútese y Cuídese de su ejecución. Francisco
L. Alcántara[74].
Esta
plausible iniciativa del Congreso de aquel tiempo surgió sin el previo
consentimiento de la Sede Apostólica, aunque el Señor Arzobispo de Caracas José Antonio Ponte[75]
consultó al Capítulo Metropolitano sobre esta creación, para los trámites
legales, en fecha 29 de mayo de 1878. De esta consulta el historiador Torcuato Manzo Núñez ha consignado
algunos párrafos:
Cree el Capítulo muy conveniente la creación de la Diócesis de Carabobo
decretada por el Congreso Nacional en sus sesiones ordinarias del corriente
año: 1° Porque los pueblos tienen la autoridad espiritual más próxima, siendo
el Obispo un tesoro de recursos tanto en lo espiritual como en lo temporal,
para satisfacer las diferentes necesidades de la grey, principalmente en la
época que se atraviesa en que se ha relajado el resorte de la autoridad y
propagado las ideas de los incrédulos modernos; 2° Porque el Arzobispado comprende un extenso territorio incapaz de ser
visitado en los lapsos prescritos por el Santo Concilio de Trento, mal que
queda remediado con la erección del Obispado de que se trata; 3° Porque los pueblos que quedan comprendidos en la nueva erección tienen
todos los elementos necesarios para la existencia del Obispado[76].
El 30
de mayo del mismo año, el Arzobispo Ponte informaba, en carta a la Santa Sede,
de las condiciones geográfica y sociales, así como la conveniencia, para mejor
atención de los fieles de la región central. Ni el Gobierno ni la Santa Sede,
dieron curso a la aprobación canónica de la erección de la Diócesis de
Carabobo. El Delegado Apostólico Rocco
Cocchia, decía al Cardenal Alejandro
Franchi: “Someto el hecho a Vuestra
Eminencia Reverendísima, no sin añadir que en Venezuela reina una escuela, la
que enseña que los Obispos los hace el estado, y hasta da a ellos jurisdicción:
La Santa Sede no confiere más que el Orden”[77].
Esto tenía sus antecedentes, pues los hombres a quienes les tocaría establecer
la República en el siglo XIX, tenían como modelo de relaciones entre la Iglesia
y el Estado, a una Iglesia patronatista y subordinada a la corona española. Por
otro lado las corrientes ideológicas provenientes de la Ilustración, de la
Revolución Francesa y del Liberalismo europeo, tendían necesariamente a
mantener una concepción subordinadora de la Iglesia al Estado[78].
El
28 de febrero de 1879, el mismo arzobispo comunicaba al Delegado Apostólico el
parecer de Guzmán Blanco, quien “sólo me
dijo el General que no convenía el nuevo Obispado, ni el obispo”[79].
El
año 1897, vuelve a suscitarse, acaloradamente por la prensa, la cuestión del
obispado de Carabobo, erigido por el Congreso según la Ley del Patronato. El
Arzobispo de Caracas, Críspulo Uzcátegui[80],
considera las poblaciones que comprende este obispado son importantes, que en
la actualidad pertenecen a la Arquidiócesis de Caracas y a la Diócesis de
Barquisimeto, y añade que la ciudad de Valencia, donde estará la sede episcopal
es la segunda ciudad más importante de Venezuela. Entre los candidatos que se
asoman por los habitantes de Valencia estará el sacerdote Dr. Francisco Pérez, Vicario Foráneo y
Rector principal de la Iglesia matriz de Valencia; el Dr. Villanueva, quien vivió en el destierro por el altercado con el
presidente Guzmán Blanco; y el Pbro. Dr. Ricardo
Arteaga, contrincante en la sucesión del arzobispo Uzcátegui, de Mons. Juan Bautista Castro[81].
Plaza Bolívar y fachada de la Iglesia Catedral (año desconocido)
Muchos años después, encontramos otro intento fallido, con la novedad de
la supresión de la Diócesis de Maracaibo integrándola a la de Mérida y la
creación de la de Carabobo, en detrimento de la de Barquisimeto que
desaparecía. El Canónigo Pbro. Dr. Régulo
Fránquiz, “Agente Confidencial del Gobierno de Venezuela”[82],
presidido éste por el General Cipriano
Castro, en audiencia concedida el 30 de diciembre de 1905, entregó en Roma,
al Secretario de Estado Cardenal Merry
del Val, una carta de dicho presidente, presentándole a Su Santidad Pío X el texto de la Ley de División Eclesiástica de agosto
de ese año, que contemplaba entre otros aspectos, lo siguiente:
Decreto de 19 de agosto de 1905 que
determina la extensión de la jurisdicción eclesiástica de las Diócesis
nacionales. El Congreso de los EE. UU. de Venezuela, Decreta: Art. 1º. La
Arquidiócesis de Caracas y Venezuela, cuya Sede Metropolitana será Caracas,
comprenderá el Distrito Federal, el Estado Miranda, el Estado Aragua y el
Territorio Federal Colón... Art. 4º. La Diócesis de Carabobo, cuya Sede
Episcopal será Valencia comprenderá los estados Falcón, Lara y Carabobo. § Unico.
Para los efectos de este artículo se erige en Catedral la Iglesia Matriz de la
ciudad de Valencia... Art. 8º. Los Capítulos de las Diócesis de Mérida,
Guayana, Carabobo y Calabozo, se compondrán de la Dignidad de Deán y de las Canongías
de Lectoral, Magistral y Penitenciaria y de los Ministros subalternos que se
requiera para el servicio... Art. 10. De conformidad con el artículo 6º de la
Ley de Patronato Eclesiástico, el Poder Ejecutivo presentará esta Ley a Su
Santidad para los efectos allí determinados... Art. 12. Se derogan los Decretos
Legislativos de 7 de mayo de 1847, de 26 de abril de 1878, de 28 de marzo de 1875
y de 4 de mayo de 1899 y cualquier otra disposición contraria a la presente
Ley. Dado en el Palacio Federal Legislativo, en Caracas, a 18 de agosto de
1905.-... a 19 de agosto de 1905... Ejecútese y cuídese de su ejecución.
Cipriano Castro...[83].
Como
escribe el historiador Rodrigo Conde, que “la
verdad es que la Ley no tenía mucha razón de ser y hacía unos cambios en los
límites diocesanos poco lógicos, por lo que parecía más otro capricho del
Presidente que una verdadera necesidad pastoral”[84].
De allí en sesión de la Congregación de Negocios Eclesiásticos celebrada el 22
de noviembre de 1906, se acordó emitir un Decreto Pontificio que tuviese cierta
coincidencia con las disposiciones del gobierno nacional. Este decreto,
redactado por la Sagrada Congregación
Consistorial fue retenido hasta que se obtuviese la aprobación explícita
del presidente Cipriano Castro[85]. En
fin, como dice el historiador citado, “las
malas lenguas decían que el proyecto tenía dos intenciones ocultas: vengarse
del Zulia por la oposición de su política y nominar a su amigo, el canónigo
Ricardo Arteaga, como primer Obispo de Carabobo”[86].
En
aquella sesión se buscaba evitar cualquier represalia por parte del gobierno, y
el Decreto Pontificio tenía por finalidad, sin mencionar la Ley de agosto de
1905, acoplarse a él en casi todo excepto en que no se suprimiera la Diócesis
de Maracaibo, sino que quedaba bajo perpetua administración del Obispo de
Mérida, y tampoco se suprimía la de Barquisimeto, sino que se trasladaba la
sede episcopal a Valencia.
Como
dijimos anteriormente, en consecuencia de la Ley de 1905, la Diócesis de
Barquisimeto desaparecería, constituyéndose la Diócesis de Carabobo, con sede
en Valencia. El 22 de enero de 1907, el Canónigo Régulo Fránquiz informaba al
Ministro del Interior Dr. Julio Torres
Cárdenas, haber hecho la “presentación oficial a la Santa Sede, de la
candidatura del Dr. Ricardo Arteaga y Montejo para la Diócesis de Carabobo,
nueva y últimamente erigida civil y canónicamente”[87].
El Decreto Pontificio sobre la División Diocesana, datado en Roma a fecha 12 de
febrero de 1907, continuó retenido. Este no contemplaba la supresión de la
Diócesis de Barquisimeto “pues sólo se cambiaba la Sede de Barquisimeto a
Valencia y el nombre, Carabobo”[88].
El
Decreto Pontificio fue enviado al Arzobispo Juan Bautista Castro, quien lo tradujo y envió al Ministro de
Relaciones Exteriores, Dr. José de J.
Paúl, en lo que destaca:
La Diócesis de Barquisimeto se
llamaría Carabobo, se le añadía el Estado de ese nombre, se trasladaba la Sede
Episcopal a Valencia,
en esta Ciudad se erigía en Catedral a la Iglesia de la Virgen del Socorro, y a
ella se trasladaba el Capítulo Catedralicio que estaba en Barquisimeto[89].
En
la ciudad de Caracas, el Pbro. Arteaga había difundido la idea que la misión
realizada por su amigo el Pbro. Fránquiz había sido un completo éxito, y que la
Santa Sede había aprobado íntegramente la Ley de 1905 y que su nombramiento de
Obispo estaba en la espera. Con este ambiente se sumaba la turbadora espera de
una comunicación oficial de la Iglesia. El 26 de abril de 1907, el Arzobispo de
Caracas, Mons. Castro, escribía a la Secretaría de Estado que estaba en contra
de la supresión de las diócesis y de la candidatura de Arteaga por no tener
cualidades morales y religiosas para el cargo. La Congregación de Asuntos
Eclesiásticos Extraordinarios se reunió y estudió la carta y decidió en dejar
en suspenso dicho nombramiento y proceder a la ejecución del mencionado Decreto
Pontificio.
Con esto “el General Castro se siente
herido en su egolatría ... su candidato episcopal a la Diócesis de Carabobo,
antes de Barquisimeto, no había sido aceptado por la Santa Sede, mejor dicho,
había sido rechazado...”[90].
Eran problemas políticos los que estaban en el tapete. Se pone en evidencia la
intromisión más grotesca del Estado en los asuntos de la Iglesia. Recordemos
que el presidente Castro se había autocalificado como “jefe del Estado y de la
Iglesia”. Aquel Decreto papal se pone en evidencia la supresión de la Diócesis
de Barquisimeto y la creación de la de Carabobo. Pero, la Santa Sede ni aprueba
la suspensión, ni la creación, sino el simple cambio de residencia de la Sede
quedando la Diócesis de Barquisimeto con el mismo territorio.
Para
el cumplimiento de Decreto Pontificio, el Arzobispo Mons. Castro era nombrado
Delegado Apostólico “ad hoc” para la ejecución de la misma. Había sido un logro
aparente para el gobierno, sin embargo existía inconformidad, pues el gobierno
conseguía el traslado de la sede de Barquisimeto a Valencia, pero la Diócesis
del Zulia no había sido suprimida, y además no se había aceptado el
nombramiento de Obispo del Pbro. Arteaga. El gobierno reaccionó en no dar el
veto en cuanto que algunas cláusulas del Decreto papal estaban en oposición a
la Ley del Patronato.
A
principio de 1908, las conversaciones con el Estado estaba estancadas, y la Ley
de División Eclesiástica no se había podido ejecutar. El ambiente se torna en
amenazas y difamaciones contra el Arzobispo de Caracas. A pesar de los intentos
de reconciliación del Estado, a finales de noviembre el Presidente Castro sale
del país para ser sometido a una intervención quirúrgica y no regresó jamás a
Venezuela. El régimen de Cipriano Castro cayó definitivamente el 19 de diciembre,
a través de un golpe de Estado.
El dictador Juan Vicente Gómez, al llegar al poder, lo primero que hizo fue
deshacer el entuerto, anulando la Ley del 19 de agosto de 1905, y presenta para
obispo de Barquisimeto, después de diez años de sede vacante, al Dr. Aguedo Felipe Alvarado Liscano[91]. El 4
de agosto de 1909, el Congreso aprobó un Decreto con fecha del 11 de agosto,
sobre las nuevas circunscripciones eclesiásticas. Con este decreto se suprimía
aquella Ley castrista. Al año siguiente, en julio de 1910, fueron nombrados por
el Congreso Nacional, Arturo Celestino
Álvarez para la Diócesis del Zulia y el mencionado Álvaro Lizcano, quienes
fueron consagrados obispos por Mons. Aversa el 6 de noviembre.
En
este proceso de lucha de una Iglesia sometida a los caprichos de los gobiernos
de turno, por fin llega el año 1922, donde el Congreso Nacional decretó en el
artículo 9° de la Ley de División Territorial
Eclesiástica:
La Diócesis de Valencia, cuya Sede
Episcopal será Valencia, comprenderá el territorio del Estado Carabobo y las
parroquias de Nirgua, Salom y Temerla del Estado Yaracuy... Artículo 14. De
conformidad con el artículo 5° de la Ley de Patronato
Eclesiástico, el Poder Ejecutivo presentará esta Ley a Su Santidad, para los
efectos allí determinados... Dada en el Palacio Federal Legislativo, en
Caracas, a los tres días del mes de julio de mil novecientos veintidós... en
Caracas, a los cinco días del mes de julio... Ejecútese y cuídese de su
ejecución... J. V. Gómez[92].
A
partir de aquí, el arzobispado de Caracas tendría la plena libertad de
organizar los trámites pertinentes para crear canónicamente la futura Diócesis
de Valencia. En cuanto a la Iglesia Matriz de Valencia, se busca organizar los
bienes, tal como se refleja en
el Libro Gobierno 5, donde está asentado el Título Supletorio de Propiedad de
algunas fincas (casas) urbanas de esta Iglesia[93], indicando haber quedado
inscrito el mismo, en la Oficina de Registro de este Distrito, en fecha 29 de
enero de 1921, bajo el número 59, folios 44 al 46 del Protocolo Primero. Las
diligencias respectivas para la evacuación de este Título estuvieron a cargo
del Protonotario Apostólico Pbro. Dr. Víctor
Julio Arocha.
El 1 de junio de 1921, el
Pbro. M. A. Pacheco tomó posesión de
la Vicaría del Partido. Hace referencia al inventario por él efectuado, según
lo requerido por el Código Canónico
y las Instrucciones del Episcopado Venezolano, por lo cual sabemos
que la campana estaba rajada; que faltaba el Libro número 24 de Bautismos; que
faltaba el Libro 1° de Gobierno, etc. [94]. Esto
reitera la importancia de los inventarios.
El 14 de febrero de 1922, el
Pbro. Dr. Gregorio Adam hace
constar que bajo la administración del Pbro. Pacheco es vendida la casa situada
en la calle La Paz (actual avenida Montes de Oca), denominada Teatro Viejo[95].
La venta se realizó con consentimiento del Venerable Capítulo Metropolitano. El
precio de venta ascendió a ocho mil bolívares. El 5 de septiembre del mismo
año, se recibió la Visita del Excmo. Mons. Dr. Filippo Cortesi, Nuncio de Su Santidad. El 7 de diciembre realizó
su segunda Visita Pastoral, Mons. Felipe
Rincón González, Arzobispo de Caracas.[96]. Todas estas visitan se
efectuaron en vista a los preparativos para la futura creación de la Diócesis
de Valencia.
[1] Sigo
el trabajo inédito sin publicar del historiador Nazario Valpuesta, titulado “Narciso
Coll y Prat. Arzobispo de Caracas (1807 al 1822)”.
[2] En
1817 el Convento Franciscano recibe el Titulo de Real por parte de la Corona:
Cedula concediendole el Título de Real. En 18 de Mayo de 1818. de oficio / El Rey = En Representacion documentada de
veinte de Agosto de mil ochocientos diez y seis, solicitó la Comunidad de
Religiosos Franciscanos de la Ciudad de Nueva Valencia en la Provincia de
Caracas, me dignase conceder a aquel Convento el Titulo de Real, asignandole en
cajas reales alguna cantidad por oblata para la celebracion de misas, en
atencion a los servicios hechos por sus individuos en el tiempo de las
revoluciones de dicha Provincia, oponiendose eficazmente a la declaracion de la
independencia hecha por el pretendido Congreso de Caracas influyendo para que
aquella Capital se declararse por la justa causa. En su comprovacion hizo particular exposicion de los trabajos de
algunos Religiosos y principalmente de los nombrados Fr. Pedro Hernandez y Fr.
Jose Maderos, de los quales el primero fué el que reunió gran número de vecinos
para instruirlos de la resolucion acordada por los insurgentes y exortarlos a
levantar y seguir el Estandarte de la fidelidad; y el segundo fue condenado a
muerte, aunque//Folio 1 vto/ no llegó a ejecutarse, por haber recorrido las
ciudades y villa de lo anterior repartiendo cartas y proclamas, a los parrocos
en que se les animava a mantener los pueblos de la devida obediencia y resistir
a los facciosos; cuyos hechos se hallan calificados por aquel ayuntamiento,
añadiendo que proxima a caer la ciudad de Valencia en manos de los
revolucionarios emigro la Comunidad a la Ysla de Puerto Rico con tal
precipitacion que apenas pudieron salvar las vidas con alguna parte de los
intereses del Convento. Ygualmente aseguró mi Real Audiencia de Caracas en el
informe conque acompañó la referida representacion no solo la certeza de los
buenos servicios de dichos religiosos, sino que eran acreedores a las gracias
que solicitavan. Y por cuanto conformandome con lo que en su vista y despues de
oir a la Contaduria general y a mi Fiscal, me hizo presente mi Consejo de
Camara de Yndias en consulta de 24 de Septiembre del año próximo pasado, he
venido en conceder el Titulo de Real al mencionado Convento de Religiosos
Franciscanos de la Ciudad de Nueva Valencia. Por tanto quiero y es mi voluntad
que en lo subcesivo puede llamarse y nombrarse y se le intitule y nombre
Convento Real//Folio 2/ en cuya consecuencia ordeno y mando al Governador y
Capitan General de las Provincias de Venezuela, a mi Real Audiencia de Caracas,
y demas autoridades residentes en todos mis Reynos y señorios de cualquiera
clase o dignidad que sean, guarden y hagan guardar esta mi merced al expresado
Convento, sin contravenir ni permitir se contravenga a ella de modo alguno. Y
de este despacho se tomara razon en la Contaduria general de mi Consejo de las
Yndias dentro de dos meses de su data. Fecho en Madrid a 8 de mayo de 1818
(sic) = Yo el Rey = Por mandato de Rey nuestro Señor = Silvestre Collar = Ay 3
rubricas = Tomose razon en la Contaduria General de America Meridional = Madrid
17 de junio de 1818 = Jose de Texada. (Archivo General de Indias. Sevilla.
Audiencia de Caracas. Legajo 4)-
[3]
Falleció en Madrid-España, el 30 de diciembre de 1822. Desde el 8 de diciembre
de 1816, que se embarcó para España, quedó encargado del Gobierno Diocesano el
Dr. Don. Manuel Vicente de Maya. Por Bula del 17 de marzo de 1817 fue nombrado
Obispo de Canaten in partibus infidelium y Obispo Coadjutor de Caracas, el religioso
Benedictino Fray Domingo de Silos Moreno. Este Obispo no se presentó jamás.
[5] Ib., folio 1 vto. y 2.
[6] Libro de Gobierno Nº 3,
folio 4 vto.
[7] Ib., folios 7 y su vto.
[8] “Constituciones
del Beaterio de Carmelitas Descalzas y del Colegio de Niñas educandas de la
Ciudad de la Nueva Valencia del Rey del Arzobispo de Caracas, formadas por el
Ilmo. Sr. Dr. D. Narciso Coll y Prat, su dignísimo Arzobispo, y aprobado por el
Rey Nuestro Señor Don Fernando VII. En Real Cédula de 18 de enero de 1817”, Impreso por D. Juan Gutiérrez Díaz, 1818,
Caracas.
[9] Libro de Gobierno Nº 3,
folios 9 vto. y 10.
[10] Libro de Entierros de
Catedral Nº 25-C, Folio 73. In
Memoriam de este Ilustre
Prelado, transcribo el epígrafe contentivo en una lápida: “pro José Casildo Silva cura y vicario de
valencia falleció el 13 de marzo de 1872 á los noventa y un años de edad y á
los sesenta y seis de santa consagracion al servicio de la iglesia de
Venezuela”.
[11] Libro de Gobierno Nº 4.
Años 1826-1890, folio 13 y su vto.
[12] Ib., folio 19 vto.
[14] Ib., folio 21 y su vto.
[15] Ib., folio 21 vto.
[16] Archivo Arquidiocesano de
Caracas, sección parroquias.
[17]
Natural de la ciudad de Mérida, nació en marzo del año 1781. Falleció el 18 de
enero de 1849, en la ciudad de Caracas; fue sepultado el 22 del mismo mes.
[18] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 25.
[19] Ib., folio 27.
[20] Falleció el 9 de
diciembre de 1849.
[21] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 27 vto. y 28.
[22] Ib., folio 28.
[23] Falleció el 20 de febrero
de 1882, en la ciudad de Caracas, a los setenta años de edad.
[24] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 32.
[25] Cf. F. Y. Hernández Peralta, Don Juan Estevan de Figueroa Perez. Preceptor de Primeras Letras. o.
c.
[26] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 33.
[27] “En
cuatro de Julio de mil ocho cientos setenta y cinco, yo el Cura Ynterino de la
parroquia Matriz de Valencia, hise los oficios cantados por mayor, de sepultura
Eclesiastica, al cadáver del Presbítero Manuel Clemente Arvide” Libro de Entierros de Catedral Nº 26-B., folio 106.
[28] Castillo Lara, L. G., Personajes y sucesos
venezolano en el Archivo Secreto Vaticano (Siglo XIX), 60-61.
[29] Cf. Páez López, J.,
(1998), La Vida Religiosa en Venezuela,
Unión de Superioras Generalen en Venezuela, Caracas.
[30] Le
fue expedida Bula Papal, por Pío IX, el 28 de septiembre de 1876; se consagró y
tomó posesión el 30 de noviembre del mismo año. Falleció en Caracas el 6 de
noviembre de 1883.
[31] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 51.
[32] Ib., folio 76 vto.
[33] Ib., folio 78 vto.
[34] Le
fue expedida Bula Papal por León XIII, el 13 de noviembre de 1884; fue
consagrado el 22 de febrero de 1885. Murió el 31 de mayo de 1904. Según Mons.
Navarro, “veinte años duró el pontificado del Sr. Uzcátegui, pero solo diez y
seis fueron los de su personal actividad, pues los cuatro último estuvo
inhabilitado por una afección cerebral que le impidió continuar atendiendo por
sí mismo el gobierno de la Diócesis”. Anales Eclesiásticos Venezolanos, o. c.
352.
[35] Libro de Gobierno Nº 4,
folio 102.
[36] Ib., folio 106 vto.
[37] Ib., folio 106 vto. y 107.
[38] Ib., folio 112.
[39] Ib., folio 113 vto.
[40] Libro de Entierros de
Catedral Nº 28, folio 278.
[41] Para conocer el origen del Colegio
Lourdes ver: Dr. Lisandro Lecuna, “Ofrenda
al Colegio de Nuestra Señora de Lourdes de Valencia” (1904), Tip. Lizardo,
Valencia, Venezuela.
[42] Mons. Adam. “Apostolado Salesiano en Valencia”, en: Boletín de la Diócesis de
Valencia, Vol. XX, Nº 104 a 105, Año 1945, pp. 23-24.
[43] Libro de Gobierno Nº 5.
Años 1893-1967, folio 6.
[44] Ib., folios 88-89.
[45]
Martí M., Obispo, Relación de la Visita
General que en la Diócesis de Caracas y Venezuela… o. c., 111.
[46]
Manzo Núñez T., Abrevadero II, o. c.,
180.
[47] Libro de Gobierno Nº 1.
Años 1878-1951.
[48] Ib., folio 2 vto.
[49] Ib., folio 3.
[50] Ib.
Los nombrados donantes eran familiares del Pbro. José Cecilio Ávila, nacido éste en Pedernales, Güigüe, el 22 de
noviembre de 1786, hijo legítimo de don José Gregorio Ávila y de doña Francisca
Antonia Casañas; falleció en la ciudad de Caracas el 25 de octubre de 1833. “La
familia Ávila dio siete sacerdotes incluyendo al padre Pbro. José Cecilio
Ávila, que al enviudar se dedicó al sacerdocio”. Cf. C. Nadal de Moreno, Memoria I Asamblea Regional Bolivariana
–Inicio Año Bicentenario del Natalicio del General José Antonio Páez,
Valencia, junio de 1991, 132.
[51] Libro de Gobierno Nº 1,
folio 6.
[52] Ib.
[53] Ib., folio 12 vto. y 13.
[54] Ib., folio 14 vto.
[55] Libro de Gobierno Nº 3.
Años 1821-1888, folio 79.
[56] Libro de gobierno Nº 1.
Años 1885-1928, folios 1-2.
[57]
Galíndez L., Historia de Valencia (siglo
XIX), o. c. 165.
[58] Ib.
[59] Ib.
[60] Libro de Gobierno Nº 3 de
Catedral. Años 1821-1888, folio 32.
[61] Ib., folio 51.
[62] Libro de Gobierno N° 4 de la Iglesia Catedral. Años
1826- 1890, folio 79.
[63] Alaxandre, Hipólito. Apuntes Acerca de la Cabaña de
la Divina Pstora. Valencia, Tipografía del London Bazar, 1887. Pág. 12.
[64] Libro de Actas del Colegio Arzobispal de Valencia, folio N° 10.
[68] González H.,
Artículo El Seminario de Santa
Rosa de Lima, ENTRE LOS AÑOS 1856 A 1915. Boletín de la Academia Nacional de la
Historia. Tomo LXX. Caracas, abril – junio de 1987. N° 278. Pág. 403.
[69] Op. Cit. Pág. 411.
[70] Carta Pastoral del Arzobispo de Caracas,
Excmo. Mons. Juan Bautista Castro, sobre la Coronación Canónica de Nuestra
Señora del Socorro.
[71] Ver:
Mons. Dr. Cesar L. Castellanos (1954), Primer
Congreso Mariano y Segundo Católico Venezolanao, Editorial Venezuela,
Caracas.
[72] Cf. González Oropeza H., La Iglesia en Venezuela, en: Q. Aladea –
E. Cárdena, Manual de Historia de la
Iglesia (La Iglesia del siglo XX en España, Portugal y América Latina),
Tomo X, Editorial Herder, Barcelona, 1987, 1140-1157.
[73] Dice
el Padre Hermann González Oropeza que «durante
el septenio la Iglesia venezolana sufrió quizás la mayor persecución de su
historia, no lo fue en virtud de la Ley de Patronato. Guzmán Blanco golpeó a la
Iglesia con el capricho de sus decretos, pero no modificó la situación legal
existente… ». La liberación de la
Iglesia venezolana del patronato, Ediciones Paulinas, Caracas 1988, 35.
[74] Leyes y Decretos de Venezuela: 1873-1878. Serie República
de Venezuela. Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Tomo
7, Caracas 1970, 548-549.
[75]
Nombrado en el Consistorio de 29 de septiembre de 1876, y consagrado por el
Delegado Apostólico, el 30 de noviembre y en dicho día toma posesión. Falleció
en 1883.
[76] Manzo Nuñez T., Diócesis
de Valencia. (Noticia sobre su Erección y Datos para la Historia de sus
Parroquias), Los Obispos 1922-1972, Tomo I, Oficina Central de Información,
Imprenta Nacional, 1975, 11-12.
[77]
Castillo Lara L. G., Personajes y sucesos venezolanos en el Archivo Secreto
Vaticano (siglo XIX), Tomo II, Fuente para la Historia Republicana de
Venezuela, nº 71, Caracas 1998, 131.
[79]
Castillo Lara L. G., Personajes y sucesos venezolanos en el Archivo Secreto
Vaticano…, o. c., 35.
[80]
Electo por el Congreso el 1 de abril de 1884, y consagrado en febrero de 1885.
Por perdida de facultades mentales, nombra Provisor y Vicario General a
Monseñor Juan Bautista Castro, en 1889. Murió el 3 de mayo de 1904.
[81] Nombrado
obispo Coadjutor con derecho a sucesión, y recibió la consagración en Roma el 6
de enero de 1904, posesionándose como titular a la muerte de Monseñor
Uzcátegui, el 3 de mayo de 1904. Falleció el 7 de agosto de 1915, a causa de
paludismo, enfermedad que contrajo en el pueblo de Flor Amarillo (Estado
Carabobo).
[82] Castillo Lara L. G., El
Centenario de la Diócesis de Zulia, Boletín CIHEV (Centro de
Investigaciones de Historia Eclesiástica Venezolana), Nº 14-15, Enero-Diciembre
1996, 134. Ver el trabajo excelente del investigador Rodrigo Conde Tudanca, Los primeros orígenes de un Obispado para
valencia. Tensiones con la Iglesia Católica ante el intento gubernamental por
crear la Diócesis de Carabobo (105-1908), Mañongo, Nº 24, 2006, 41-71.
[83] Leyes y Decretos de Venezuela 1905. Serie República de
Venezuela, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Tomo 28,
Caracas, 1970, 237-238.
[91]
Nombrado por la Santa Sede, el 15 agosto de 1910, con 65 años cumplidos, y
gobierna la Diócesis de Barquisimeto hasta el 26 de octubre de 1926.
[93] Libro de Gobierno Nº 5,
folios 89 al 91.
[94] Ib., folio 84.
[95] Ib., folios 84-85.
[96] Ib., folio 88.
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