LOS PRIMEROS OBISPOS DE VALENCIA: 1922-1974
I
Desde que pisaron los primeros cristianos
esta tierra carabobeña procuraron crear una comunidad de fe centrada en el amor
a Jesucristo, en torno a los presbíteros de la Iglesia. Hemos visto que, desde
la fundación de la ciudad de Valencia, la primera Iglesia parroquial fue un
factor determinante en el desarrollo de la población. La fe vivida a nivel
personal y familiar es garantía del contagio espontáneo para quienes no conocen
el amor de Dios. Esta fe se impregnó en muchos corazones en las familias
valencianas y carabobeñas, hasta llegar a suscitar vocaciones nativas al
ministerio Sacerdotal. Por consiguiente, el origen de la Diócesis de Valencia
no se inicia a partir de la nada, sino desde la fe de nuestros antepasados.
No es mera casualidad que el primer Obispo de
Valencia fuera un carabobeño nacido en el Valle de Aguirre: el Excmo. Mons. Francisco Antonio Granadillo
Ojeda. En el momento de su nombramiento como Obispo ejercía el cargo de
Vicario General de la Arquidiócesis de Caracas. Fue consagrado Obispo en
Caracas, el 21 de octubre de 1923, y tomó posesión canónica el 8 de noviembre
del mismo año. Había nacido en una familia católica con principios
innegociables de la fe de la Iglesia.
En su primera Carta Pastoral, escrita el 6 de enero de 1924, se dirigía
a sus fieles con estas palabras proféticas, y aún sigue siendo actual, en su
nueva misión de Padre y Pastor, en una sociedad cambiante:
(…) De parte de Dios, amados hijos, no ha
faltado jamás el remedio necesario para curar los males de la sociedad. El está
siempre pronto y como a la puerta de nuestros corazones, para curar los males
de la sociedad. El está siempre pronto y como a la puerta de nuestros corazones
para dejar en ellos la eficaz semilla del bien, remedio de nuestros males;
nosotros con nuestra resistencia, con nuestra ignorancia, con nuestra desidia,
con nuestra frialdad, hemos sido los verdaderos culpables y responsables de
todos los males que lamentamos en todos los órdenes; y para ser agradecido al
Altísimo, por los grandes beneficios de la Creación y de la Redención, hemos de
corresponder a las miras de su sabiduría y Providencia, procurando que el bien
se imponga en la vida individual y social; que él sea como la atmósfera que se
respire en todas partes, porque el bien lleva en sí mismo la fuerza
aniquiladora del mal; porque sólo él tiene derecho a la existencia; sólo él
merece el obsequio de las inteligencias y de todo corazón bien puesto; y cuando
él impera, se ahoga y debilita el mal, como desaparecen las tinieblas ante la
fuerza incontrastable de la luz”. (…)[1].
Resumía así su lema episcopal: “Venced el
mal con el bien”. Venía como un padre celoso para poner los primeros pilares de
una Iglesia con historia y con una trayectoria evangelizadora. Buscaba encarnar
la Iglesia naciente a las nuevas realidades que presentan los nuevos tiempos
modernos. Ya Mons. Granadillo conocía la vida pastoral del lugar, pues había
desarrollado toda su vida sacerdotal en diversos ministerios apostólicos,
principalmente como formador de los futuros sacerdotes en lo que fue el Colegio
Arzobispal de Valencia. De ahí su celo por la obra del seminario.
Al llegar a su Iglesia particular,
sabiendo los cambios comunicacionales que ocurrían en el tiempo, inicia la
creación de un órgano informativo, el “Boletín
de la Diócesis de Valencia de Venezuela”, para todos aquellos que desearan suscribirse. Era
el medio más efectivo para dar a conocer los cambios que se iban a suscitar en
la naciente Iglesia valenciana. El primer ejemplar salió a la luz pública el 29
de febrero de 1924 bajo la dirección del Pbro. John Schonewolf.
Monseñor Francisco Granadillo, primer Obispo de Valencia
La Diócesis de Valencia se organizó de la
siguiente manera: 1- Las Parroquias del Centro: Catedral, Candelaria, San Blas
y San José; 2- Iglesias Filiales: San Francisco, La Divina Pastora y María
Auxiliadora; 3- Vicaría Central: Guacara, San Joaquín, Tocuyito, Güigüe, Belén,
Naguanagua, Los Guayos, San Diego y Las Trincheras; 4- Vicaría de Puerto
Cabello: Iglesia Matriz, La Caridad, Borburata y El Cambur; 5- Vicaría de
Nirgua: Iglesia Matriz, Montalbán, Bejuma, Canoabo, Miranda, Salom y Temerla;
6– Vicaría de San Carlos: Iglesia Matriz, Tinaquillo, El Tinaco, El Pao y El
Baúl.
Llama la atención que cuando se creó la
Diócesis de Valencia, la Iglesia parroquial de Las Trincheras no aparece entre
las 26 parroquias. No hay constancia que el Obispo Granadillo la hubiese creado
como parroquia. En 1956 Mons. Adam la identificaba como Vice-Parroquia de “El Sagrado Corazón de Jesús” de
Las Trincheras. En un Boletín de la Diócesis de Valencia de 1958, se menciona
como Cuasi Parroquia Nuestra Señora del
Carmen de Las Trincheras[2].
Después de haber organizado la diócesis,
en 1926, el Obispo Granadillo comienza a modificar la estructura diocesana para
una mayor asistencia de los fieles, especialmente los lugares distantes de la
Iglesia Catedral de Valencia. Al consagrar el nuevo Templo Parroquial de
Montalbán, la elevó a la jerarquía de Vicaría, la cual comprendía las parroquias
Foráneas de Bejuma y Canoabo. En este mismo año, el 9 de marzo, erigió
canónicamente la Parroquia Santa Rosa de Lima. Estos cambios respondían el
aumento de la población, que tendrá su auge en los años 50.
El 24 de junio, bendijo la primera piedra
del Templo en honor a los Héroes de la Independencia, en el Campo de Carabobo,
bajo el patrocinio de San Juan Bautista. Esto era una muestra de su celo
pastoral, quería no sólo crear parroquias, sino hacer una visita permanente de
todas las parroquias de su diócesis. Como hemos visto, la Diócesis de Valencia
nace con una gran extensión territorial y era necesario que el Obispo pudiera
realizar su visita pastoral. Lo primero que nota Mons. Granadillo es la falta
de sacerdotes para atender con diligencia todas las parroquias, para eso era urgente
reabrir un Seminario Diocesano.
En el inicio del pontificado de Mons. Granadillo se dedicó a gestionar
el Seminario Diocesano que
tenía sus antecedentes en el Colegio Arzobispal de Valencia. Ya existía un
pequeño grupo de estudiantes, pues, en julio de 1924 son examinados los
siguientes alumnos: Arturo Ribera, Simón Salvatierra, Ricardo Mandry, Ramón Torres,
Luis A. Rotondaro, Pablo R. Pinto, Plácido D. Rodríguez, José
M. Jiménez, Luis E. Henríquez
(futuro Arzobispo de Valencia), Alfonso
Varela, Ignacio Bellera, Julio R. Castillo, Carlos Alberto Páez, José
Luis Franco, Juan Rafael Jiménez,
Alberto José Acosta, Enrique Bemotti y Bernardo Heredia. Podemos decir que se iniciaba la tercera etapa al
abrir las puertas del antiguo colegio donde se formaron los sacerdotes de
finales del siglo XIX y principio del XX. En el pontificado del primer Obispo
no tenemos noticias de Ordenaciones Sacerdotales.
El 13 de febrero de 1925 ya estaba
constituido el Seminario Diocesano en el mismo edificio donde funcionó el
Colegio Arzobispal. En ese tiempo el colegio estaba regentado por los Padres
Salesianos. Para el servicio en la formación del Seminario Diocesano, el Señor
Obispo contó con la valiosa colaboración de tres Sacerdotes Lazaristas de San
Vicente de Paúl, traídos por él (según el Reverendo Padre Emiliano Hernández,
C.M, sólo llegó un Sacerdote, el R.P. Amelio Placencia).
Logo del actual Seminario de Valencia
El primer Rector del Seminario Diocesano
de Valencia, el R. P. Placencia, era de origen español y venía de
cumplir su labor pastoral en Perú. A la llegada del nuevo Rector se le elogia
con estas palabras:
Ya colocada la primera piedra en la obra del Seminario con la
prestancia de virtudes que enaltecen al Rvdo. Padre Placencia, abrimos por
impulsos de santa Leticia nuestros labios para exclamar así: Bendecid, a Dios
del cielo, y confesadlo delante de todos los vivientes; por que ha obrado con
nosotros sus misericordias[3].
En esta oportunidad los seminaristas
organizaron la bienvenida al nuevo Rector con algunos actos festivos, en
presencia del Señor Obispo Francisco Antonio Granadillo. Esta iniciativa del
Señor Obispo es aplaudida por toda la sociedad valenciana. Hermosas y sabias
son las palabras del Padre R.I. Chirivella León cuando escribe la crónica de
inauguración del Seminario Diocesano:
(…) abren
de nuevo las puertas del edificio conocido en otros días con el nombre de
Colegio Arzobispal, cuyo Instituto apenas empezaba a dar buenos frutos a
nuestra Iglesia, cuando en hora desgraciada sus puertas se cerraron... grata para el Pontificado del Iltmo. Señor
Dr. Granadillo, porque vuelve el antiguo Colegio Arzobispal a abrir sus puertas
ya constituido en Seminario Diocesano, contemplando a los seminaristas
instalados definitivamente en este centro de ilustración y cultura para la vida
eclesiástica, nos parecía que vagaban por sus hermosos ámbitos, como
titilaciones de esplendorosa luz, los selectos espíritus de los finados
Monseñor Uzcátegui y Dr. Hipólito Alexandre cuyos nombres venerandos,
consagrados ya por la fama de sus virtudes, viven en nuestro ser con la
fragancia de los días de la infancia y con el recuerdo de que éllos fueron,
para el clero que hace cuatro lustros se formó en Valencia, como un impulso
efectivo de engrandecimiento para nuestra Iglesia, como un símbolo de gloria
para el Catolicismo[4].
El 15 de febrero del mismo año, el
gobierno regional decretó la siguiente Resolución, como una muestra del
espíritu cristiano de la valencianidad:
Doctor José Felipe Arcay, Presidente
Constitucional del Estado Carabobo, Considerando.- Que próximamente va a quedar
definitivamente instalado el Seminario Diocesano en esta capital,- y
considerando: que cumple a este Gobierno contribuir al sostenimiento de todo
instituto Educacionista, por los trascendentales beneficios que ellos reportan
a la cultura moral e intelectual de los ciudadanos, Decreto: Art. 1º Asígnese
la cantidad de Bs. 1.000 (un mil bolívares) como contribución de este Gobierno
para atender en parte a los gastos de organización del Seminario de esta Diócesis.
Art. 2° Se crean cuatro becas en dicho Instituto para jóvenes del Estado que
deseen ingresar en él, con la asignación mensual de cincuenta bolívares cada
una. Art. 3° Las cantidades mencionadas se erogarán por Tesorería General con
cargo al Capítulo "Rectificaciones del Presupuesto". Art. 4° El
secretario General queda encargado de la ejecución del presente Decreto[5].
El pontificado de Mons. Granadillo fue muy
breve, apenas cuatro años, pero se logró en ese período cimentar las primeras
bases de una Iglesia pujante, viva y dinámica. Con él, la Iglesia de Valencia
adquirió un carácter firme por el amor a Jesucristo, Sumo Sacerdote, que se
extiende al amor a los Sacerdotes de la Diócesis, un amor particular a la Iglesia
Universal encabezada por el Sucesor de San Pedro y un amor muy especial a la
Patrona de la Diócesis “Nuestra Señora del Socorro” de Valencia.
A Mons. Granadillo no le dio tiempo para
concretar un proyecto pastoral, aunque la acertada organización diocesana que
implementó era un reflejo de su anhelo de pastor celoso por sus fieles. La
Iglesia le queda como testimonio a un Obispo que apostó por utilizar la prensa
escrita, como medio eficaz para llevar el mensaje de Jesucristo. La sociedad
pasaba por la inevitable transformación de la modernidad, no sin caer en los
excesos de la inmoralidad. Sin embargo, Dios nos reservaba muy pronto otra
etapa trágica de nuestra historia naciente.
II
El segundo Obispo que residió en esta
Sede Episcopal es el Excmo. Mons. Salvador
Montes de Oca. Elegido por el Congreso Nacional el 1 de julio de 1927,
faltando la aprobación de la Santa Sede. Era nativo de Carora (Estado Lara). Se
consagró y tomó Posesión Canónica el 23 de octubre en la Santa Iglesia Catedral
de Valencia. Venía con toda la ilusión evangélica de querer implantar el
Reinado de Dios:
(…) Nuestro deber es pues, amadísimos hijos,
trabajar con interés efectivo, cada uno en la medida de sus fuerzas, por hacer
reinar a Cristo y su ley, primeramente en nosotros mismos, y luego en la familia
y en la sociedad. Y en nosotros mismos haremos reinar a Cristo conservando
incólume el tesoro de la fe que nos legaron nuestros mayores, luchando con
energía contra nuestras propias pasiones e informando nuestro criterio en las
enseñanzas luminosas que nos da la S. Iglesia, por medio de su Pontificado y
sacerdotes” (Primera Carta Pastoral, 11 de noviembre de 1927).
Con Mons. Montes de Oca, se agrega otro
elemento en el crecimiento de la Diócesis de Valencia: el Amor a la Verdad y la
defensa de la dignidad humana. Su juventud trasmitía una nueva espiritualidad a
la Iglesia naciente: una consagración a la doctrina de la Iglesia Católica. La
fe es innegociable y se presenta sin titubeo, y el mejor camino para
comunicarla está en la sencillez y humildad franciscana. Toda su vida es un
testimonio, no sólo en los escritos, sino en su vida pastoral.
Monseñor Salvador Montes de Oca, segundo Obispo de Valencia
Al igual que el primer Obispo, Mons.
Montes de Oca emprendió la Visita Pastoral por toda la Diócesis. Por ejemplo,
como muestra de su incansable labor, en 1929 duró cuarenta y nueve días en
Visita Pastoral por los pueblos de Bejuma, Aguirre, Canoabo, Montalbán,
Miranda, Hato Viejo, Salom, Temerla, Nirgua, Cedeño y Tinaquillo, donde se
santificaron 492 hogares, se distribuyeron 19.205 Comuniones e innumerables
niños recibieron el Sacramento de la Confirmación[6].
El 16 de enero de 1928 bendijo una Capilla en la Hacienda Cascabel
(Central Tacarigua), obra realizada por el dictador Juan Vicente Gómez. El 25 de
enero del mismo año participó en la celebración del Tercer Centenario de la Fundación
de Nirgua. El 7 de mayo de 1929 inauguró la Capilla de “María Inmaculada” en
Camoruco.
Ese mismo año, quedó impedida la Sede
Episcopal; el segundo Obispo fue apartado de su grey y desterrado por la Verdad.
La Diócesis quedó en manos de su Vicario General el Pbro. Pablo Antonio Cubas.
Es impactante la visión de fe que tiene el Vicario General acerca del
destierro: “Acatemos los altos
juicios del Altísimo! Creamos que es por nuestros pecados, públicos y privados,
que ha venido a nosotros tan gran tribulación y oremos y hagamos penitencia
para aplacar la justa indignación de Dios”[7].
Toda la Diócesis se mantuvo siempre fiel y en espera de su Buen Pastor. Un
digno ejemplo son las palabras del Vicario General y Gobernador de la Diócesis,
con fecha 20 de septiembre de 1930, que recuerdan a toda la Diócesis la
festividad del tercer aniversario de la Consagración Episcopal del Obispo Mons.
Salvador Montes de Oca:
(…) encontrándose
ausente de su amada grey, nosotros, sus hijos espirituales y las ovejas de su
rebaño, debemos testimoniarle que estamos con él y que nuestro afecto no ha
variado, ni se ha enfriado en nada, antes bien hoy lo apreciamos más y sabemos
valorar el sacrificio y el heroísmo de su amor al deber [8].
El 3 de agosto de 1931 se recibió la buena
noticia de la suspensión del destierro de Mons. Montes de Oca, según Decreto
del dictador Juan Vicente Gómez. Toda la Diócesis se preparó con sumo gozo para
el recibimiento de su amado Pastor. Fueron dos largos años de exilio. Esto
ocasionó una paralización parcial del crecimiento de la Diócesis, con algunas
secuelas, pues, como ejemplo, se dejó de editar el Boletín Diocesano,
que reanudó su circulación en el mes de enero de 1932.
La situación económica fue precaria en la
Diócesis. Se hizo difícil emprender cualquier actividad pastoral. Pero la
Visita Pastoral continuó. Desde el 16 de febrero hasta el 12 de marzo del antes
mencionado año, Mons. Montes de Oca practicó la Visita Pastoral en la Parroquia
de Naguanagua y a las Parroquias de la Vicaría de Puerto Cabello. El 27 de
marzo de ese mismo año lanzó a la luz pública su sexta Carta Pastoral: “Los enemigos del hogar cristiano”. Esta Carta es un indicativo del
deterioro moral del hogar y de la familia, que venía ocurriendo en aquel
tiempo: “Dos fuentes principales de
la corrupción del hogar: el naturalismo y el sensualismo”.
A principio del Pontificado de Mons.
Montes de Oca, sólo tenemos noticia de tres ordenaciones sacerdotales, nativos
de la ciudad de Valencia: Cosme Alterio,
Martín González e Isaías Ojeda, de los Padres Salesianos,
y se ordenaron el 14 de septiembre de 1927 en la ciudad de Caracas. El 16 de
diciembre de 1928, en la Capilla del Seminario Interdiocesano de Caracas recibió
Ordenación Sacerdotal, el Diácono Miguel
Ángel Feo Cabrera, de manos del Señor Obispo Salvador Montes de Oca.
También en esta fecha reciben el Orden del Diaconado los jóvenes Claudio Michelena y Luis María Padilla. Para el año 1929
eran alumnos del Seminario Interdiocesano de Caracas quince jóvenes de la
Diócesis de Valencia.
Con el sueño de construir un Seminario que
responda a las exigencias de los nuevos tiempos, Mons. Montes de Oca comenzó a
edificar un nuevo Seminario: “Hemos dado
comienzo a la costosa construcción, y ya empiezan a dejarse ver los robustos
muros que han de sostener el elegante edificio”[9]. Ya conocemos las circunstancias
injustas que rodearon el destierro del Obispo, motivo por el cual se truncó el
sueño de “esa obra de nuestros amores y
entusiasmos”[10], como la calificó el Obispo
Mártir. Fueron dos años de tristezas profundas para la incipiente Iglesia de
Valencia.
En 1932, el Obispo Montes de Oca hizo
sentir, después de su exilio, como en todas las fiestas de Pentecostés, su
preocupación por la colecta del Seminario, “pues,
además del buen número de alumnos que sostiene en Caracas y en Roma, tiene
pendiente la fábrica del gran Seminario”[11]. En ese año, el 29 de junio, festividad
de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, confirió el Orden Sacerdotal al Diácono
Víctor Julio Bellera Arocha, en la
Iglesia Catedral de Valencia.
Desde el 4 de enero hasta el 28 de marzo de
1933, Mons. Montes de Oca realizó una intensa Visita Pastoral por la Vicaría de
Nirgua y todas las Parroquias del eje occidental del Estado Carabobo. Y, el 17
de febrero de 1934 recorrió la capital de Cojedes y otros pueblos de la misma
dependencia. El 10 de marzo del mismo año emprendió su Visita Pastoral a la
Parroquia de San Diego. En ese mismo año le correspondió efectuar la Visita ad
Limina Apostolorum. En esa ocasión fue intervenido quirúrgicamente en
la Ciudad Eterna.
Toda la Diócesis, preocupada por la salud
de su amado Pastor, elevó sus plegarias por su pronta recuperación. Por otra
parte, los espíritus de la mala fe y los corazones llenos de ambiciones se
desataron en algunos sacerdotes contra el Ministerio Episcopal de Montes de
Oca. Fue en esa situación cuando Mons.
Montes de Oca presentó la renuncia a su Diócesis valentina ante la Santa Sede.
Era su segundo destierro. Fue otro golpe duro que recibió la Diócesis.
Nuevamente tomó el mando diocesano el Vicario General, el Pbro. Pablo Cubas,
por un período de tres años. Se volvió a paralizar la edición del Boletín
Diocesano, que era el mejor indicativo de la vida pastoral de esta
Diócesis.
En la época de Mons. Montes de Oca no se
fundaron nuevas parroquias. Sin embargo, el crecimiento destacó en la
propagación de la fe cristiana por su acercamiento como Buen Pastor a todos los
rincones de su Diócesis. Este recordado y sacrificado Obispo, murió el 6 de
septiembre de 1944. Fue vilmente asesinado por un pelotón de fusilamiento de
los nazis que ocupaban en aquel entonces a Italia. Había cumplido el mandato
del Señor Jesucristo, entregar su vida por su grey.
El 16 de abril de 1947, en el elogio fúnebre con motivo de la
inhumación de los restos mortales de Mons. Montes de Oca, en la Santa Iglesia
Catedral de Valencia, el Pbro. Dr. Simón Salvatierra en breves palabras
presentaba el tiempo duro que vivió este obispo: “La penuria por pobreza de medios
económicos; la penuria por escasez de auxiliares sacerdotes y católicos
conscientes y la penuria por falta de tradiciones bien definidas”; y
llegó a concluir que “Montes de Oca resultó el caudillo espiritual
con tres hambres de espíritu”. Bien resumen las palabras del Pbro. Salvatierra, la gran labor
pastoral de Mons. Montes de Oca en esta Diócesis:
Oigamos a uno, que en esos días de tremenda
excitación, estuvo muy cerca del corazón del Pastor: ‘El sacrificio le ha
parecido una obligación’. Él está convencido de que Dios se lo pide. –Valencia
- nos dijo un día -, ‘es una Diócesis nueva y necesita de un Obispo que trabaje
con energía y que haga las Visitas Pastorales, que muchas veces no podré hacer…’
Su alma ha medido toda la profundidad y toda la extensión de la prueba, y con
esa rectitud de miras, característica de su ministerio episcopal, sólo por amor
de su amada Diócesis, presentó su renuncia[12].
Estas palabras del Pbro. Salvatierra, nos
llevan a conocer el calibre espiritual que tenía Mons. Montes de Oca. La
Diócesis de Valencia en sus primeros pasos nacía, como en los primeros tiempos
de la Iglesia Apostólica, cimentada en la sangre derramada del martirio. No
será en vano la muerte injusta de Mons. Montes de Oca, aunque ya su martirio
había comenzado aquí en su querida diócesis, cuando el espíritu de la iniquidad
entraba en algunos corazones débiles atrapados por la envidia y la insaciable
codicia del poder mundano. A pesar de estas situaciones inescrutables para la
inteligencia humana, la Iglesia de Cristo continúa con normalidad su
desarrollo, pues esta grey pertenece a Nuestro Señor Jesucristo y no a los
hombres de este mundo.
III
Después de la exitosa labor del Pbro.
Cubas como Gobernador encargado de la Diócesis, entre los años 1934 y 1937;
este último año fue nombrado como tercer Obispo de la Diócesis el Illmo. Mons.
Dr. Gregorio Adam Dalmau, quien era
nativo de Valencia. Venía con una madurez apostólica por su larga trayectoria
como Párroco; la última parroquia a su cargo fue la de San Juan Bautista en
Caracas, en cuya administración en 1932 fue nombrado por el Papa Pío XI
como Camarero Secreto de Su Santidad, por sus grandes méritos y dotes
sacerdotales. Fue preconizado por el Santo Padre Pío XI en Castelgandolfo,
el 29 de agosto de 1937, y fue Consagrado como Obispo el 31 de octubre del
mismo año. El 27 de octubre de 1939 tomó Posesión Canónica de la Diócesis.
Lo primero que realizó Mons. Adam, como
gran planificador de la Diócesis, fue organizar el personal de la misma. Era
importante el material humano con que se contaba. Por eso, en fecha 13 de
noviembre de 1937 estructuró el Tribunal Eclesiástico, y reorganizó el
Seminario Menor con el título “Nuestra
Señora del Socorro”, el 19
de marzo de 1939. Inició un programa radial denominado Homilía Dominical,
a través de la emisora La Voz de
Carabobo, transmitido a las 10 y 30 de la mañana. Comenzó decretando
distintos asuntos de interés diocesano, por ejemplo: sobre el uso de las
campanas, con fecha 20 de enero de 1940, y sobre programas y publicaciones periódicas,
el 19 de marzo del mismo año. El 29 de mayo autorizó la construcción de una
Capilla dedicada a Nuestra Señora de La Coromoto en la Parroquia de Candelaria,
y al día siguiente le concedió permiso al Párroco de Güigüe para levantar una
Capilla en el sitio de El Ávila.ç
Monseñor Gregorio Adam, tercer Obispo de Valencia
Desde el comienzo de su pontificado Mons.
Adam insistió sobre la importancia de la Catequesis. Desde el año 1939 realizó
la ardua labor de examinar a los niños y jóvenes en todas las Parroquias sobre la
Doctrina Católica. Su interés fue tal que logró sintetizar la Doctrina Católica
en preguntas y respuestas de una forma sencilla, como lo manifiesta en su
publicación del Boletín de la Diócesis, que fue la niña de sus ojos. Implantó
el Día del Catecismo, a celebrarse el 8 de mayo de cada año. El 5 de
septiembre de1940 se reabrió el Curso de Catequistas en el Palacio Episcopal,
el 10 de noviembre inauguró un nuevo edificio para el Seminario de Valencia,
y el 27 del mismo mes, publicó la Carta Pastoral sobre la Reconstrucción de la
Catedral de Valencia.
El 12 de enero de 1941, bendijo el nuevo Santuario
de Nuestra Señora de Lourdes, en el Colegio San José de Tarbes. El 6 de agosto, escribió las Letras
Pastorales sobre el VII Censo de Población de la República, un documento donde
manifiesta su interés por la historia. Gracias a la iniciativa de Mons. Adam se
fortaleció la “Acción Católica Femenina” que participó en el Primer
Congreso Femenino Católico realizado en Caracas, en el mes de enero
de 1941. Organizó Congresos Eucarísticos Interparroquiales, como el realizado
para el eje occidental de Carabobo, Montalbán, Nirgua, Bejuma, Miranda,
Canoabo, Salom, Aguirre y Temerla, en el mes de febrero de 1946.
El tercer Obispo de Valencia va a seguir
los pasos de sus antecesores; tenía una clara visión de la realidad de la
Diócesis a través de su constante Visita Pastoral y su cercanía al pueblo.
Llegó a entender que la Diócesis tenía las tres penurias espantosas ya dichas
por el Pbro. Salvatierra; sin embargo, por su carácter personal y visión de
futuro, no dejaba de soñar que la Iglesia debería impregnar en todos los
ambientes de la sociedad. No sólo buscaba en crear parroquias y con sus
respectivos colegios, sino también una Universidad Católica, donde las nuevas
generaciones pudieran responder a los nuevos desafíos del tiempo moderno.
Para la década de los años 50, la Diócesis
tenía 49 Parroquias y 33 Capillas, y Mons. Adam visitó toda la zona de su Diócesis demostrando la energía que
poseía y que nunca le faltó. La zona estaba dividida por la Vicaría Central,
que comprendía las Parroquias del centro de Valencia y las Parroquias
sub-urbanas; la Vicaría de Santa María de Nirgua; la Vicaría de San Carlos; la
Vicaría de San José de Puerto Cabello; la Vicaría de la Inmaculada Concepción
de Montalbán; la Vicaría del Santísimo Cristo de Borburata; la Vicaría del Doctor San Agustín de Guacara; la
Vicaría de Nuestra Señora del Socorro de Tinaquillo; la Vicaría de San Rafael
de Bejuma y La Vicaría de Nuestra Señora del Rosario de Güigüe. También
existían dos cuasi Parroquias: Nuestra Señora del Carmen de Las Trincheras y
Santo Cristo de Macapo.
En el pontificado de Mons. Adam se realizó
en el mes de febrero de 1954, el Primer Congreso Eucarístico; asimismo
se realizó el segundo Congreso Mariano, en el mes de noviembre del mismo
año; y se realizó el Primer Sínodo Diocesano, en el mes de enero de
1955. El 27 de marzo de ese año, Mons. Adam fue elegido como Miembro
Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el Estado Carabobo.
Era un reconocimiento a su incansable labor de escritor en los medios impresos,
artículos, folletos y libros, sin dejar de mencionar la cantidad de escritos
religiosos, homilías, exhortaciones y cartas pastorales.
Con Mons. Gregorio Adam comenzó a crecer y
a extenderse la Diócesis de Valencia. Se fundó la Parroquia Nuestra Señora del
Socorro, en La Pastora, el 12 de octubre de 1949; también se erigieron
canónicamente en esa misma fecha las Parroquias del Inmaculado Corazón de
María, en El Viñedo, y Nuestra Señora de La Coromoto, perteneciente esta última
a la Parroquia de Nuestra Señora de La Candelaria; el 8 diciembre de 1951 fundó
dos Parroquias, la de San Juan Bautista y la de Nuestra Señora de Altagracia en
San Carlos de Cojedes. El 31 de mayo de 1952 erigió canónicamente la Parroquia
Nuestra Señora de La Medalla Milagrosa y Santa Cruz en Chirgua.
También erigió canónicamente las siguientes
Parroquias: el 2 de noviembre de 1953, la de los Santos Ángeles Custodios y San
Isidro Labrador en Flor Amarillo, y el 2 de octubre de ese año la de San Rafael
de Valencia. El 8 de diciembre de 1954 la de La Divina Pastora en Cojedes. El
27 de noviembre de 1955 la de “Nuestra Señora de La Coromoto” de Valle Seco, en
Puerto Cabello. El 8 de diciembre de 1955 la del Sagrado Corazón del Valle de
Aguirre. El 16 de julio de 1956 la de Nuestra Señora del Carmen y San Luis del
Central Tacarigua. En ese mismo mes y año se erigió la Parroquia de La Purísima
Concepción y del Santo Niño de Praga. El 29 de julio de 1956 la de Nuestra
Señora del Rosario y San Alfonso María de Ligorio en la Vicaría de Puerto
Cabello.
El 22 de marzo de 1957, creó un Tribunal
Eclesiástico para la zona de Puerto Cabello. El 15 de agosto decretó como
Santuario Diocesano la Catedral de Valencia, la Iglesia Parroquial del
Santísimo Cristo de Borburata y la Iglesia de Nuestra Señora de La Begoña de
Naguanagua. El 27 de octubre del mismo año se fundó la Parroquia “Nuestra
Señora del Carmen y Santa Teresita del Niño Jesús” de Mariara.
En el período del trienio adeco
(1945-1948), Mons. Adam sufrió muchísimas calumnias. En defensa del Obispo, el
Diario La Religión del 7 de enero de
1947, escribía lo siguiente:
En días pasados se calumnió en el periódico
‘El País’ al eminentísimo Obispo de Venezuela, a un hombre integralmente
honesto, a un Obispo cumplidor de sus deberes. A un amigo sincero y leal que
visita a otro amigo en el momento de su caída. A un amigo que en el tiempo del
General Juan Vicente Gómez prestó protección a jóvenes enemigos de Gómez
exponiendo su propia vida. Un gran Obispo. Y en la forma más bastarda, grosera
e impropia, se intitula un clisé que debía ilustrar un reportaje: ‘Sacerdote
conspirador’ (…).
Mons. Adam fue un gran defensor de la Universidad
de Valencia (actual Universidad de Carabobo). Tenía un pronunciado
antecedente como ferviente defensor de la educación de los niños y jóvenes,
pues había fundado las siguientes Escuelas Parroquiales: Padre Alfonzo, en
1941; Monseñor Montes de Oca, en La Candelaria, en 1944; Padre Seijas de Naguanagua, en 1948; María
Goretti, en San Blas, en 1948; Padre
Lazo de Miranda, en 1948; fundó una Escuela Gratuita con los Hermanos de las
Escuelas Cristianas en el territorio de la Parroquia de Santa Rosa de Lima, el
19 de marzo de 1950; la Escuela Parroquial de San Agustín de Guacara, en 1952;
San Rafael de Bejuma, en 1952; Santos Ángeles Custodios (Güigüe), en 1952;
Inmaculada Concepción de San Carlos, en 1954; el Liceo Parroquial Monseñor Bellera en La Candelaria, en 1954; la Escuela
Parroquial de El Pao de Cojedes, en
1954; Nuestra Señora de Altagracia de
San Carlos, en 1955; Nuestra Señora de
La Coromoto, en 1955; San Rafael de
Valencia, en 1957. El 1 de octubre de 1939 había inaugurado la Escuela Normal
Gratuita Diocesana en el Colegio de Nuestra Señora de Lourdes. También existió
una Escuela de Adaptación de Menores en la Isla de Tacarigua atendida por los
Padres Terciarios Capuchinos. Con razón Mons. Josè Alì Lebrùn, siendo Arzobispo
Coajutor de la Arquidiocesis de Caracas, lo llama “el Obispo de las Escuelas Parroquiales”[13]
Como hemos visto, la Diócesis de Valencia
se inició con 26 parroquias. El primer Obispo Mons. Granadillo en su breve
pontificado creó una sola parroquia, Santa Rosa de Lima, desmembrada de la
Parroquia de Candelaria. Y el segundo Obispo Mons. Montes de Oca, quien fue
desterrado y despojado de su Diócesis, no tuvo la oportunidad de crear nuevas
parroquias. Es con el tercer Obispo cuando creció la Diócesis de Valencia, no
sólo en el número de parroquias y colegios, sino también en los agentes
colaboradores de su pontificado como son los sacerdotes, religiosas y seglares.
Al llegar a la Diócesis de
Valencia, Mons. Adam sólo encontró a los Padres Capuchinos, quienes había
arribado a esta ciudad en 1842; los Salesianos, que llegaron en 1894; los
Agustinos, que estaban desde el año 1904; los Hermanos de La Salle llegados a
Puerto Cabello en 1922, e instalados por Mons. Granadillo en Valencia en 1924;
y los Pasionistas de San Blas, que llegaron en tiempo de Mons. Montes de Oca,
en 1928. Con Mons. Adam llegaron los Padres Paúles, en 1939; los Padres
Claretianos, los Padres Redentoristas, los Padres Carmelitas, los Padres
Escolapios, los Padres de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, y el Opus
Dei. También en la Diócesis ya estaban las Hermanas de San José de Tarbes desde
el año 1889; las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, llegadas
en 1896; las Hermanitas de los Pobres desde el año 1903, y las Siervas del
Santísimo desde el año 1926.
En la época de Mons. Adam llegaron las
Hermanas Agustinas para Puerto Cabello, en 1943; las Terciarias Capuchinas, en
1943; las Siervas de Jesús, en 1946; las Hermanas Salesianas, en 1950; las
Reparadoras del Sagrado Corazón, en 1952; las Hermanas Dominicas, en 1957; las
Hermanas del Santo Ángel, en 1957; las Hermanas de Cristo Rey, en 1959; las
Misioneras de la Inmaculada Concepción, en 1959; las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados, en 1959; las Hermanas
Amantes de Jesús y María Inmaculada, y
las Hermanas Agustinas, en 1960. A Mons. Adam le tocó un momento de convulsión
cuando Valencia se expandía como ciudad industrial de Venezuela. La población
iba en aumento, y era necesario responder a las necesidades inmediatas. La
llegada de muchos religiosos o religiosas era una respuesta a la necesidad de
la Diócesis.
En cuanto al Seminario de Valencia, el 19
de marzo de 1939, Mons. Adam reorganizó su estructura, como dije arriba, con el
nombre “Nuestra Señora del Socorro de Valencia”. Como lo hace constar en
el Libro de Actas que abrió el segundo Rector, Pbro. Armando Falcón, nombrado
en esa misma fecha, dice lo siguiente:
El
Excmo. Obispo bendijo el local y dirigió unas palabras al concurso, haciendo
observar que el nuevo pío instituto llevaría el nombre de la excelsa Madre de
Dios bajo su advocación más conocida de los valencianos y en el preciso título
en que ha sido dada Patrona de la ciudad y de la Diócesis por la autoridad del
Santísimo Padre Pío XI, en la Bula de erección de esta diócesis valentina[14].
Esta es una etapa ascendente para el nuevo
Seminario de Valencia. El primer Rector había sido, desde su instalación en
1938, el R. P. Ramón Sangüesa, de
los Padres Paúles. Fue un tiempo muy turbulento el período de adaptación de
estos Padres en el Seminario. El sitio donde iban a vivir era la quinta Santa María, en La Entrada, Naguanagua.
Los primeros alumnos fueron los siguientes: Ignacio Ramón Pérez Manríquez, Víctor
Hernández, Raúl Hernández, Rafael Elías Correa Salinas, Rafael Gómez, Pedro Alfonzo Rodríguez Varela, Zoilo Riera, Sixto A. León,
Cruz María Silva, Ignacio Ramón Osto Heras, Luis Vicente Latouche Jiménez, Luis Ramón Ojeda, Andrés Salvador Febres Cordero, Adam Miret, Ángel Vicente
Olivero, Eleazar Aguilar y Luis Hernández.
En 1940 permanecían 16 alumnos en el
Seminario, y se aspiraba elevar la matrícula a treinta. En la Fiesta de Pentecostés,
Mons. Adam, en una Carta Pastoral para todos los católicos, muy actual, expresaba
su angustia por la escasez de Sacerdotes y la ayuda económica que significaría
tener un Seminario: “Bien sabéis que la
Diócesis de Valencia es muy pobre y su Seminario no tiene ni rentas ni
subsidios oficiales”[15]. En cuanto a la construcción del nuevo Seminario, continúa poniendo
todo su interés; bien lo resume Mons. Adam con estas palabras:
El Excmo. y Rvmo. Señor Doctor Salvador
Montes de Oca, consciente de sus altos destinos, emprendió la obra de levantar,
desde sus cimientos, un Seminario para su diócesis y encargó al R. Hermano
Gogorza, S.J, el plano de dicho proyecto. Al efecto, aprovechó el viejo Liceo
de “La Divina Pastora” que había sido construido por el educador señor Pbro.
Dr. Hipólito Alexandre y mejorado ligeramente por el Excmo. señor F. A.
Granadillo. Monseñor Montes de Oca comenzó aquella obra y su administración
puede estudiarse en la colección del periódico 'El Observador' de Valencia.
Allí, aparecen cuantas entradas tuvo para su obra aquel esclarecido prelado. Su
separación de la Diócesis, que aún llora su ausencia, paralizó la magnífica
labor y para el 27 de octubre de 1937, en que el actual obispo se hizo cargo de
esta Iglesia, el edificio había levantado sus muros hasta casi un tercio de su
definitiva altura, excepto los salones que lindan con la calle 'Vargas' que ya
habían sido techados si exceptuamos también el salón de la entrada. La Obra,
pues se recomenzó por noviembre de 1937, a los pocos días de habernos
posesionado de la diócesis. (...) Es de advertir que mientras se construye el
edificio para el Seminario se viene atendiendo a pagar las pensiones mensuales
de los alumnos en el Seminario Interdiocesano de Caracas y en Roma... Para el 19 de marzo de 1939, día de San
José, se abre el Seminario Menor de Nuestra Señora del Socorro, con veinte
alumnos…[16].
La primera Ordenación que realizó Mons.
Adam en Valencia fue la del Diácono Armando
Falcón, el
16 de julio de 1939. Era el
inicio de recoger una cosecha de nuevos pastores que tendrán la responsabilidad
de la Iglesia durante el siglo XX.
Después de una larga espera, al fin llegó
la fecha tan esperada de la bendición del nuevo edificio del Seminario: “Ya está la casa, será el nido de las futuras
águilas”[17]. Fue bendecido el 10 de
noviembre de 1940. Mons. Adam culminó e inauguró felizmente el Seminario, obra
que hubo comenzado su predecesor, Mons. Montes de Oca. En 1941 Mons. Adam
realizó varias diligencias fallidas para traer a los Padres Jesuistas como
formadores del Seminario Menor del Seminario de Valencia[18].
Ante esa situación negativa, dejó escrito estas palabras: “Cuánto me entristece lo que dice el Rvdo. Padre Provincial. Espero en
Dios y en su Madre Santísima del Socorro que mediante nueva gestión mía, se
llegue a conseguir lo que necesitamos de esa ilustre Compañía”.
En un período de 10 años (1946-1956), esta
edificación se hizo pequeña. Al pasar los años, el Obispo Adam comenzó a
gestionar la construcción de otro edificio en los terrenos de Tarapío, Naguanagua.
En esa ocasión de la inauguración el Pbro. Armando
Falcón expresaba, que
…el lunes 11 de noviembre se trasladaron los
seminaristas de Valencia de la Quinta ‘Santa María’ de La Entrada al nuevo
local del Seminario situado en la Pastora, junto a la Yglesia del mismo nombre.
Quiera el Señor y Nra. Sra. del Socorro bendecir estas paredes y que de él
salgan muchos Levitas, verdaderos Ministros de Dios, fervorosos y santos…[19].
Durante el pontificado de Mons. Adam (1937-1961),
la Iglesia diocesana mantuvo un celo permanente por las vocaciones. Su obispo
era el primero en orar y exhortar a los fieles por el aumento y perseverancia
de los seminaristas. Además era el primero en la lista de profesores en el
seminario. Su devoción mariana fue perpetua invocando perennemente la
protección de “Nuestra Señora del Socorro” de Valencia. Siempre tuvo un gran
interés por seleccionar los mejores jóvenes con espíritu aventurero en el
Evangelio. Por eso, las normas de Mons. Adam se resumían, entre otras, en cinco condiciones para seleccionar al
candidato para la formación sacerdotal: 1- Talento: más que común, vivo,
trabajador, atento; 2- Físico: normal, que no resulte laboratorio de caprichos
y amarguras por su físico, cosa indeseable y que termina de ordinario con la
apostasía; 3- Salud: buena, ni enfermedades que sea una carga para el
Seminario. Pronto a toda labor; 4-Piedad: no se exija sobre todo sino el amor a
la pureza y ser incontaminado; 5- Carácter varonil, voz normal, modales de
inocencia, pero severos.
Durante el período 1940-1945, bajo la
tutela del Rector Pbro. Armando Falcón, ingresaron al Seminario 76
alumnos. En ese lapso se realizaron las siguientes Ordenaciones Sacerdotales:
el 4 de agosto de 1940, del Diácono Medardo
Bacalao; el 4 de octubre de 1942, del Diácono Salvador Martí; el 19 de diciembre de 1943, recibió el Orden
Sacerdotal el Diácono José Alí Lebrún
(futuro Cardenal de la Iglesia); el 12 de octubre de 1945, del Diácono Félix Oscar Granadillo (sobrino del
primer Obispo de Valencia, Monseñor Francisco Antonio Granadillo). En su
primera Misa realizada en la población de Aguirre, recibió el Diaconado el
Subdiácono Francisco Martínez. Este
recibió el Orden Sacerdotal el 30 de junio de 1946.
Vale la pena conocer la lista de los
seminaristas cursantes durante el período 1946: Santiago Acuña, Eleazar
Aguilar, José Adam Miret, Miguel
Motolongo, Luis Palacios, Jesús María Encinozo, Carlos Falcón, Abilio Araujo, Antonio Pérez,
Lino Ojeda, Rafael Fernández, Juan
Correa, Antonio Jiménez, Rubén Latouche, Federico Tortolero, Pedro
Duarte, Pedro Arellano, Isidro León, Carlos Ortega, Francisco
Meneses, Rafael Delgado, Gustavo Bravo, Eurípides Barela, Tulio
Manuel Chirivella (futuro Obispo), Isidoro
Sánchez y Julio Chirivella. En
este mismo año, el 4 de septiembre, fue nombrado como Rector del Seminario el
Pbro. José Alí Lebrún, quien venía ejerciendo la Dirección
Espiritual del Seminario desde 1944.
En noviembre de 1952 había 36 seminaristas;
del Menor son muy pocos, y como tienen que obtener títulos oficiales se
inscriben en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, donde van a
presentar los exámenes trimestrales y finales. Las clases eran impartidas en el
Seminario por los Padres Paúles. Los medios de sostenimiento con que contaba el
Seminario eran las Pensiones Canónicas (Párroco e Instituciones Religiosas),
tres becas del Concejo Municipal, de 100 bolívares dos y una de cincuenta, y
una asignación mensual del Ejecutivo del Estado, de 500 bolívares (desde julio
de 1951), y donativos particulares recogidos por la Obra Pro Seminario
establecida por la Diócesis. El 25 de marzo de 1956, el Señor Obispo decreta lo
siguiente:
1- Iníciense las labores para llevar a cabo
la construcción del Edificio del Seminario de N. S. del Socorro de Valencia,
cuyos planos hemos aprobado; 2- Una Comisión que presidirá el Prelado
Diocesano, tiene el encargo de adquirir fondos para atender al costo de la
Obra, en cuyo favor exhortamos a todos nuestros diocesanos, esperando de su
reconocida piedad, desprendimiento y afición a la cultura, que no desairen el
entusiasmo con que anhelan trabajar algunas instituciones particulares; 3-
Nuestro Clero, Asociaciones, instituciones y cuantos amen la causa de la fe
católica y se interesen por Valencia, colaboren con la Junta de Construcción
del Nuevo Seminario de la Diócesis[20].
Es el comienzo de un nuevo sueño que no
se llegó a cristalizar. Durante este período reciben el Orden Sacerdotal los
Diáconos: Eleazar Aguilar y Adam Miret, el 11 de septiembre de 1949.
Para el año 1950 la matrícula del Seminario había aumentado a treinta alumnos.
Ese año, por mandato del Señor Obispo Adam, regresaron los Padres Paúles al Seminario
de Valencia. El 8 de diciembre de 1951 fue ordenado Sacerdote el Diácono Julio Luis Palacios. Entre los años
1954 y 1958, la matrícula del Seminario era la siguiente: tres teólogos, seis
filósofos y veintiún latinos. El 11 de noviembre de 1956 recibió el Orden
Sacerdotal el Diácono Tulio Manuel Chirivella. Y el 22
de diciembre de 1957 fue ordenado Sacerdote el Diácono Alfredo Rodríguez Figueroa (futuro arzobispo).
El Obispo Adam
ordenó 14 sacerdotes: Armando
Falcón,
Alberto Calles, Medardo Bacalao, Salvador Martí, Julio
Álvarez, José Alí Lebrún, Oscar Félix Granadillo, Francisco Martínez Hernando, José Adán Miret Marceno, Eleazar Antonio Aguilar Solá, Jesús
Encinoso Niño, Julio Luis Palacios, Tulio Manuel Chirivella
Varela y Alfredo Rodríguez
En mayo de 1960, en la Fiesta de
Pentecostés, el Obispo Adam lanza la idea de crear el Seminario Mayor de la
Diócesis de Valencia. Soñaba en su Diócesis con una facultad de Filosofía y
Teología. Quería lograr que los futuros sacerdotes tuvieran la completa
formación eclesiástica en su tierra natal. Pero la muerte lo sorprendió el 11
de julio de 1961.
IV
Sucedió a Mons. Adam otro Obispo
carabobeño: Mons. José Alí Lebrún
Moratinos. Por su larga experiencia episcopal fue nombrado cuarto
Obispo de Valencia, el 17 de marzo de 1962, por el Papa Juan XXIII. Tomó
Posesión Canónica el 26 del mismo mes y año. Fue el período de las
deliberaciones del Concilio Vaticano II, convocado por el citado Papa.
Con Mons. Lebrún se inició la adaptación y la renovación del destino de la
Diócesis de Valencia.
Los nuevos vientos de renovación soplaban
en la Iglesia Universal de Jesucristo. La Buena Nueva del Evangelio requería
nuevas adaptaciones en tiempos nuevos, sin renunciar al Sagrado Depósito de la
Fe, Tradición y Magisterio. Estos nuevos cambios no eran caprichos de un grupo,
sino el sentir mismo de la Iglesia. Esta Iglesia particular tenía que entrar,
sin trauma y sin fijaciones, a una conversión pastoral de todos los fieles
cristianos en la vivencia de la fe en el mundo.
Quizás muchos fieles no se enteraban de lo
que estaba pasando en aquel tiempo, y la Diócesis seguía su propio
dinamismo. En medio de las
transformaciones que se venían dando en la Iglesia, Mons. Lebrún creó dos
nuevas parroquias, el 25 de febrero de 1964. Estas son: Nuestra Señora de La
Asunción y Santa Rita, y, San Pedro y San Pablo; y el año siguiente, el 19 de
marzo, creó la Parroquia Nuestra Señora de Las Mercedes.
La Visita Pastoral de Mons. Lebrún fue una
invitación constante a las enseñanzas del Concilio Vaticano II. A través del
programa radial La Voz del Pastor,
transmitido por Radio América, hacía un llamado a entrar y aceptar el nuevo
espíritu de renovación de la Iglesia Universal. De una manera especial apoyó el
nuevo papel de los laicos en Valencia, creando así, el 27 de abril de 1965, la
Junta Diocesana del Apostolado Seglar. Igualmente apoyó y acompañó a los
Sacerdotes en la Actualización Teológica y Litúrgica de la reforma del concilio.
Monseñor José Alí Lebrún, cuarto Obispo de Valencia
El 7 de octubre de 1966 fue creada la
Diócesis de San Felipe, con todas las parroquias del Estado Yaracuy[21]. Esto significa que a la
Diócesis de Valencia se le sustrajo el territorio del Distrito Nirgua, en el
cual estaban las Parroquias de Nirgua, Salom y Temerla, pertenecientes a
nuestra Diócesis desde el año de su erección canónica. El 29 de septiembre del
mismo año, se creó la Parroquia San Miguel Arcángel.
Los años conciliares y posconciliares que
le tocaron vivir al cuarto Obispo de Valencia, Mons. Lebrún, resultaron ser la etapa decisiva para
un cambio evolutivo de la Diócesis, de acuerdo a la Reforma Conciliar del Vaticano II.
Los cambios modernos exigían a la Iglesia valentina adentrarse más ante la
explosión o desarrollo poblacional e industrial del Estado Carabobo. Algunos
grupos de la valencianidad pensaron en propagar la idea de que Roma convirtiera
la Diócesis en Arquidiócesis. Las
fuerzas vivas de la ciudad, especialmente la Sociedad Amigos de
Valencia, emprendieron una campaña para hacer realidad el sueño de todos
los valencianos.
Algunos templos parroquiales tuvieron que
ampliarse y adaptarse a la nueva situación social, como exigencia de la
Renovación Litúrgica del Concilio Vaticano II. Por ejemplo, el 29 de enero de
1967 Mons. Lebrún bendijo y consagró el nuevo Templo de los Padres Salesianos,
grande y moderno, el Santuario dedicado a María Auxiliadora, anexo al Colegio
Don Bosco de Valencia, gran obra arquitectónica del Padre Salesiano Ricardo
Alterio. El 29 de octubre, erigió canónicamente la Parroquia Nuestra Señora del
Carmen, en Valencia; en este mes, bendijo una Capilla bajo la advocación de
Nuestra Señora del Carmen, en el Caserío Canoabito, perteneciente a la
Parroquia San José de Canoabo. y el 16
de diciembre creó la Parroquia San Martín de Porres. También bendijo y
consagró el 17 de noviembre de 1968, el nuevo Templo de los Padres
Redentoristas de la Iglesia La Purísima Concepción y Niño Jesús de Praga.
El 9 de marzo de 1969 aprobó la creación de
las Parroquias Espíritu Santo de La Isabelica, con los Sacerdotes de Maryknoll,
y, El Santo Cristo de Macapo. El 18 de noviembre, Mons. Lebrún es honrado con
el Título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad
de Carabobo. El 22 de noviembre de 1969 creó la Parroquia San Juan
Bosco, y el 6 de junio de 1970, erigió la Parroquia María Madre de la Iglesia.
Como testimonio del crecimiento de la
Diócesis de Valencia durante los años 1970 y 1971, el historiador carabobeño
Torcuato Manzo Núñez, dice lo siguiente:
En
Valencia continuaba en ascenso la campaña iniciada por la Sociedad Amigos de
Valencia para que se concediera el rango de Arzobispado a la ciudad. El 30
viajó a Caracas una Comisión encabezada por el Dr. Fabián de Jesús Díaz, que
llevaría al Sr. Nuncio la solicitud de las fuerzas vivas de Valencia,
pronunciadas en aquel sentido. La misma Comisión visitó después al Sr. Cardenal
Quintero, con idéntico fin[22].
A esta iniciativa se unieron la
Gobernación del Estado Carabobo y el Concejo Municipal de Valencia, por la
pronta elevación de la Diócesis a la categoría de Arquidiócesis.
Mons. Lebrún decretó el 24 de junio de
1971, la creación de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, a cargo de los
Padres Agustinos, en el Barrio Bello Monte. El 8 de diciembre, bendijo la nueva
Capilla del Hogar San Vicente de Paúl, en Tarapío, Naguanagua. Cuando cumplió
cincuenta años de creación la Diócesis de Valencia, Mons. Lebrún publica su
Carta Pastoral de fecha 6 de enero de 1972, con ocasión de esa festividad,
expresó, proféticamente, el deseo que tenía Monseñor Adam y que todavía
permanece en nuestra Arquidiócesis: “Hacemos eficaces gestiones para dotar el
archivo diocesano... de los antiguos documentos que se encuentran en el rico
Archivo Arquidiocesano de Caracas referentes a las parroquias que forman hoy la
jurisdicción de la Diócesis de Valencia” [23].
De estas palabras llega a comentar el
historiador Torcuato Manzo Núñez, en su primer tomo “Diócesis de Valencia”, que
Mons. Lebrún tenía un
… deseo
de dotar al archivo diocesano ‘de un resumen completo de los antiguos
documentos que se encuentran en el rico Archivo Arquidiocesano de Caracas
referentes a las parroquias que forman hoy la jurisdicción de la Diócesis de
Valencia’. Este último deseo del Prelado es lo que cumple el presente libro, en
sus tomos II y III, en la cuantía que he podido lograr[24].
Lamentablemente por la prematura muerte de
este historiador no se llevó a cabo las publicaciones de los tomos mencionados
y tampoco conocemos los borradores o apuntes que el autor había logrado
investigar. Actualmente, gracias a la
iniciativa del Señor Arzobispo Valencia, Excmo.
Mons. Reinaldo Del Prette Lissot, el 12 de octubre de 2010 se inauguró la nueva
sede del Archivo Histórico Eclesiástico “Mons. Gregorio Adam” en el Seminario
Arquidiocesano “Nuestra Señora del Socorro” de Valencia. Nuestro acervo
histórico se encuentra en un lugar adecuado y apto para su conservación.
Volviendo al pontificado de Mons. Lebrún, ante
las dificultades de atender pastoralmente el extenso territorio del obispado
valenciano, pidió a la Santa Sede la separación del territorio civil del Estado
Cojedes, la cual fue dada por el Papa Pablo VI, con fecha 16 de mayo de 1972. Esta
porción territorial pertenecía eclesiásticamente a la Diócesis de Valencia
desde su fundación; estaba dividida en dos Vicarías Foráneas: San Carlos y
Tinaquillo, y ocho parroquias: dos en la ciudad de San Carlos, Tinaquillo, El
Tinaco, Macapo, El Pao, El Baúl y Las Vegas. La Diócesis de Valencia, al igual
que la nueva Diócesis de San Carlos, seguía bajo la jurisdicción metropolitana
del arzobispado de Caracas. Catorce años después, el 7 de octubre de 1966, por
la Bula Pontificia Ex illo Tempore,
se creó la Diócesis de San Felipe.
En cuanto a las ordenaciones Sacerdotales,
el primer ordenando fue el nuevo Presbítero Lucio Esaa Crespo, el 9 de noviembre de 1961. El 28 de julio de
1963, Mons. Lebrún realizó su segunda Ordenación Sacerdotal, recayendo la misma
en el Diácono Ramón Antonio Linares
(futuro Obispo), y el 4 de agosto, ordenó al Diácono Diego
Rafael Padrón Sánchez (futuro
Arzobispo). El 30 de octubre de 1966 recibió el Orden Sacerdotal el Diácono Salvador Espinoza Dutrus, de los
Padres Operarios. El 15 de diciembre de 1968 se le confirió el Presbiterado al
Diácono Nelson Antonio Martínez Rust (futuro Obispo). El 27 de julio de 1970 ordenó Sacerdote al
Diácono Leonardo Tortolero Ortega.
El 30 de mayo de 1971 recibió el Orden Sacerdotal el Diácono Freddy Izaguirre González. El 8 de
septiembre de 1972, confirió el Orden Sacerdotal al Diácono Dionisio L. Okamás Núñez (Operario).
Sorpresivamente, el 21 de septiembre de 1972 se anuncia en la prensa la
designación del Obispo Lebrún como Arzobispo titular de Voncaria, Coadjutor con
derecho a sucesión y Administrador
Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, “sede plena”. La Bula papal tiene
como fecha el 16 de septiembre de 1972.
[2] BOLETÍN DE LA DIÓCESIS DE VALENCIA. Volumen XXXIII
– Liber Annualis - Nº 230. Año de 1958. Pág. 16.
[3] Op. Cit. FESTIVAL DE LOS SEMINARISTAS. Pág. 111.
[4] CHIRIVELLA LEÓN, Padre Ramón Irene. Artículo: EL
SEMINARIO DIOCESANO. Boletín de la Diócesis de Valencia de Venezuela, Año II.
28 de febrero de 1925. N° 7. Págs. 100-101.
[5] Op. Cit. Pág. 99.
[7] Comunicado del
día 16 de agosto del año 1929.
[8] BOLETÍN DE LA DIÓCESIS DE VALENCIA DE VENEZUELA.
Decretos y Disposiciones de la Vicaría General (Sede Impedita). Octubre de
1929-Octubre de 1931. Pág. 9.
[9] MONTES DE OCA, Monseñor Salvador. CARTA PASTORAL
DEL 1° DE MARZO DE 1929. Boletín de la Diócesis de Valencia de Venezuela. Año
VI. Marzo de 1929. N° 29. Pág. 424.
[10] Op. Cit. Idem.
[11] RESULTADO DE LA COLECTA DE PENTECOSTÉS A FAVOR DEL
SEMINARIO. Boletín de la Diócesis de Valencia de Venezuela. Año VII. Julio de
1932. N° 35. Pág. 61.
[12] CUBILLÁN FONSECA, Luis. MONSEÑOR SALVADOR MONTES DE
OCA EL OBISPO MÁRTIR. Ediciones de la
Presidencia de la República. Caracas, 1999. Págs. 63, 65, 66.
[13] Elogio de Monseñor Dr. Gregorio
Adam. Pronunciado en la sesión solemne que la Sociedad “Amigos de Valencia”
celebrara, en la Casa Pàez, el viernes 4 de abril de 1975; con ocasión de de su XXV Aniversario, y en la oportunidad de
develar un busto del Tercer Obispo de Valencia.
[14] Libro N° 1 de ACTAS DEL SEMINARIO DE NUESTRA
SEÑORA DEL SOCORRO DE VALENCIA. 19 de marzo de 1939. Folio 1.
[15] ADAM, Monseñor Dr. Gregorio. CARTA PASTORAL DEL 1°
DE ABRIL DE 1940. Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Valencia. Abril,
1940. N° 50. Pág. 214.
[16] Artículo: DE
ADMINISTRACIÓN. Idem. Agosto, 1940. N°
52. Págs. 255-256.
[17] Artículo.
RECUERDO DE LA BENDICIÓN. Idem.
Noviembre, 1940. N° 55. Pág. 324.
[19] Libro N° 1
de ACTAS ... Op. Cit. Folios 12 y 13.
[20] ADAM,
Monseñor Gregorio. CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO EDIFICIO DEL SEMINARIO. Boletín de la Diócesis de
Valencia. Volumen XXXII –Liber Annualis - N° 229. Año de 1957. Pág. 45.
[21] Véase Anexos: Bula Pontificia “Ex illo tempore” de la Erección Canónica de la Diócesis de San Felipe.
[22] MANZO NUÑEZ, Torcuato. DIÓCESIS DE VALENCIA... Op.
Cit. Pág. 168
[23] Op. Cit. Pág. 412.
[24] Op. Cit.
Pág. 176
Muy interesante y bien documentado este trabajo. Resulta valioso para conocer la historia de la actual Arquidiócesis de Valencia, de sus obispos y del seminario.
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